Rector Emilio Rodríguez: “En el futuro habrá ganadores y perdedores. Chile debe dar el salto”
El rector de la U. de Tarapacá y presidente de Proyecta Chile 2050, detalla la hoja de ruta que entregarán hoy a los candidatos presidenciales para el desarrollo del país, basada en ciencia, innovación y educación, en un contexto global de cambios tecnológicos y demográficos.
En momentos en que Chile enfrenta una encrucijada marcada por la disrupción tecnológica, la crisis de las instituciones y la urgencia de definir un rumbo de desarrollo sostenible, el rector de la Universidad de Tarapacá y vicepresidente del Consejo de Rectores, Emilio Rodríguez, preside una de las iniciativas más ambiciosas de planificación nacional de las últimas décadas: Proyecta Chile 2050.
Impulsada por la Fundación Encuentros del Futuro, la propuesta reúne el trabajo de más de 2 mil profesionales en 20 mesas de análisis, con el propósito de entregar a los candidatos presidenciales una hoja de ruta para transformar las ventajas comparativas del país en ventajas competitivas.
En esta conversación en el espacio Pensando Chile, de El Mostrador, el rector Rodríguez aborda el trasfondo de este proyecto colectivo y reflexiona sobre el presente y futuro del sistema universitario chileno. Advierte sobre las tensiones de un modelo que, pese a su fortaleza académica, opera bajo un “capitalismo académico” que obliga incluso a las universidades estatales a competir por financiamiento, por matrículas y, también, por académicos.
Y plantea, con una mirada de largo alcance, que el verdadero desarrollo del país dependerá de su capacidad para articular conocimiento, innovación y valores, en un contexto global donde –dice la autoridad académica– “habrá ganadores y perdedores”, y Chile debe decidir pronto de qué lado quiere estar.
A continuación, un extracto de nuestra conversación:
-¿Cómo está la salud de las universidades públicas en Chile? No todas parecen estar saludables, al menos financieramente
-El sistema chileno es bastante particular, peculiar, digamos. No es replicable ni replicado en esta magnitud en otras partes del mundo. En Chile, hay que recordar que lo que prima es un subsidio a la demanda. En realidad, las instituciones del Estado son escasamente financiadas por el Estado. Se compite por todo, incluso por el aporte fiscal directo, que es una cuestión realmente interesante porque, en verdad, el aporte fiscal directo no está garantizado, se compite anualmente por él. Chile es un país donde los recursos no están garantizados, hay que competir por estudiantes de gratuidad, pero por la gratuidad está acotado significativamente.
Entonces, ya no están las tasas de crecimiento que existían antes y, en consecuencia, la generación de ingresos pasa a ser un desafío importante para las universidades. No solo la calidad académica, sino que la generación de ingresos, el control de gastos, por el sistema que funciona en Chile. En este marco, es previsible que existan instituciones que tengan dificultades económicas, dificultades de gestión, dificultades de gobernanza.
Ahora, en el ámbito académico, sin embargo, las universidades chilenas son de las más destacadas, no solo de Latinoamérica, sino también en Iberoamérica, donde varias de nuestras instituciones están en los principales rankings mundiales. Y en términos de investigación, la productividad que tiene Chile es bastante mayor que el promedio de la OCDE.
-Hace poco tiempo usted afirmó que en Chile existe el mayor capitalismo académico en el mundo. ¿Cómo se expresa ese capitalismo tan intenso en el país? ¿Se compite por todo, por los estudiantes, por los académicos?
-Claro, esto de ser uno de los lugares con mayor capitalismo académico del mundo es una línea de investigación que trabajamos con el profesor Brunner. Es cierto que Chile es uno de los lugares que tiene mayor capitalismo académico del mundo, básicamente porque se compite, como usted bien dice, por los estudiantes, se compite por los académicos. Hay académicos, por ejemplo, que ganan un proyecto Fondecit y se van de un lugar a otro con su proyecto. Y esto es porque el sistema está diseñado de esta manera.
Ahora, si uno se preguntara “¿el sistema funciona?”, en términos macro el sistema ha aumentado la cobertura, ha crecido de manera significativa y tiene mayor cobertura bruta que el resto de los países de la región. La investigación es bastante fuerte en el país y, en algunos indicadores generales, uno debiera admitir que ha funcionado este sistema. Ahora, el punto está en que el sistema en sí tiene desviaciones que se pueden producir en términos de que no todas las instituciones van a subsistir de buena forma y que los procesos formativos requieren de ciertas inversiones basales que garanticen mínimos en cada región del país.
Nosotros debiéramos tener un sistema más parecido al español, donde a lo mejor no muchas de sus universidades están entre las doscientas mejores, pero asegura que todas están entre las mil mejores.
El nuestro tiene instituciones de muy alto nivel de calidad y otras de no tanto nivel de calidad y, bueno, es el resultante de una lógica de mercado que, como digo, si uno lo evalúa objetivamente,
va a decir que tiene indicadores bastante favorables en varias cuestiones, pero tiene también detrimento en otras.
Ahora, desde las universidades, siempre vamos a plantear que la calidad es el norte estratégico sobre el cual debe regirse el desarrollo del sistema universitario chileno, que esa calidad debe estar de alguna forma garantizada desde Arica hasta Punta Arenas y, para eso, también es importante ver lo que está pasando hoy día en el mundo.
-Esto último se engarza justamente con lo siguiente: ¿cuáles son los desafíos de las universidades chilenas en un contexto de disrupción tecnológica a nivel global?
-En el Consejo de Rectoras y Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) hicimos esta discusión y yo podría configurar un entorno futuro de al menos seis megatendencias. La primera tiene que ver justamente con la disrupción tecnológica. A esto se le llamó –a comienzos de siglo por la Academia de Ciencias de los Estados Unidos– convergencia tecnológica. Por ejemplo, la computación cuántica, la inteligencia artificial, pero desde luego también la nanotecnología, la edición genética y la robotización. Cada uno de estos elementos genera unos impactos increíbles, digamos, en el sistema universitario.
Chile es uno de los países que tiene mayor cantidad de trabajos específicos de tareas cortas y repetitivas. ¿Qué impacto tiene esto? Que esas tareas serán reemplazadas por la automatización. Si el sistema no provee de certificaciones intermedias de capacidades y dota de estas capacidades, entonces vamos a tener problemas importantes con jóvenes, mujeres, pequeñas y medianas empresas, etc.
Las estimaciones nos dicen que en los próximos años van a desaparecer algo así como 92 millones de puestos de trabajo. Pero se van a crear otros 150 millones. El punto es que esa transición no se hace fácil, porque además competimos a escala mundial, porque el teletrabajo llegó para quedarse y, en consecuencia, ahí se genera un desafío. Esta es la primera megatendencia y solo toqué algo muy menor de ella.
Aparte, nosotros estamos experimentando un cambio demográfico importante, porque hay menos parejas, hay menos hijos, la población adulta está aumentando y esperamos que, para el 2050, más de un tercio de la población sea población adulta.
-¿Cuáles son los efectos que tendremos que afrontar en el mediano plazo?
-Efectos en todos nuestros sistemas de protección social. Y en las matrículas, pensando en la educación. Un segundo cambio, que es la transformación demográfica, y una tercera es la crisis que está viviendo la democracia como concepto y la crisis de las instituciones. Y también una cuestión que hay que tener efectivamente muy presente desde el sistema universitario, por cierto, es el cambio climático, que ofrece grandes oportunidades a través de un cambio hacia energías limpias.
Y además está la reconfiguración geopolítica en el mundo. China pretende llegar al 2050 con un producto interno bruto (PIB) mayor al de los Estados Unidos y no está tan lejos, hay estimaciones que dicen que lo va a superar con cierta naturalidad. Y esto es una tendencia importante de la cual nosotros nos preguntamos: ¿cómo preparamos a nuestros estudiantes para competir en un ambiente que es global, donde existe teletrabajo, donde las oportunidades laborales van a estar en cualquier lugar?
-En el campo político, ¿le llama la atención que por iniciativa propia los candidatos presidenciales no hablen de los desafíos de la educación en el contexto que acaba de hacer presente?
-La educación básica tiene un rol fundamental para fortalecer los conocimientos en ese nivel, la media y la universitaria. Cuando se habla de progreso, de desarrollo, se apunta a los niveles de productividad de las personas. Porque, si no hay una cierta productividad de las personas, no se produce desarrollo. Pero no solo se requiere productividad, también se requiere integridad, probidad, formación en valores. Entonces, el desarrollo del país siempre va a estar indisolublemente ligado a lo que seamos capaces de generar a nivel de la educación. A mí me parece que sería difícil pensar el desarrollo de un país sin educación, sin una fuerza productiva que genere posibilidades de crecimiento, que esté adaptada a los nuevos tiempos.
Pero aparte de la educación, de la misma forma es importante la formación, una preparación en valores como integridad, probidad, que son cuestiones que van a marcar la diferencia de cara al futuro. Porque fíjese usted que cuáles son los grandes desafíos que tiene nuestro país: fortalecer la iniciativa privada, el emprendimiento, por supuesto, de la mano de un Estado eficiente y eficaz y sólido
-Usted es además presidente de la iniciativa Proyecta Chile, que suma los esfuerzos de 2 mil profesionales para entregarles el día de hoy una hoja de ruta a los candidatos presidenciales para el desarrollo de Chile. ¿Cómo fue la experiencia y cuáles son las recomendaciones?
-Efectivamente hemos estado trabajando con más de 2 mil personas en este ámbito, con el impulso clave de la fundación Encuentros del Futuro y el rol de las universidades, institutos profesionales, centros de formación técnica, la sociedad; hay también exministros, ministros actuales, exsubsecretarios, en fin.
Entonces, esta es una iniciativa para generar una mirada de largo alcance. ¿Cómo vamos a abordar como país las megatendencias en una visión al 2050? Y eso es lo que hemos hecho en Proyecta Chile 2050, que yo tengo el honor de presidir, donde muchas personas de manera absolutamente desinteresada han puesto lo mejor de sus talentos y capacidades para dar una visión de largo plazo sobre el desarrollo del país. Aparte de las energías limpias, hidrógeno verde, energía solar, eólica, que podría tenerlo efectivamente, nuestro país tiene la posibilidad de incorporar inteligencia artificial también para sistemas de seguridad y dar un salto cualitativo importante en el control de fronteras, en la seguridad cotidiana, incluso dentro de las ciudades.
De eso se trata la propuesta que vamos a realizar hoy, 16 de octubre, a los candidatos presidenciales, les vamos a entregar un documento donde sintetizamos las principales propuestas respecto a 20 mesas de trabajo que tienen que ver con el desarrollo productivo, económico, social, cultural y medioambiental de nuestro país.
-¿Y cómo ve Chile al 2050?
-Lo que va a ocurrir en los próximos años es de una envergadura tal que va a haber ganadores y perdedores. Y si nosotros no aprovechamos esta ventana que tenemos hoy día para los saltos cualitativos, si no lo hacemos hoy, vamos a quedar absolutamente desfasados. Hablar del hidrógeno verde todavía tiene un cierto sentido. Seguir hablando del hidrógeno verde en tres años más, ya estamos completamente desfasados. Es hoy día cuando tenemos que dar esa mirada y eso es lo que estamos haciendo. Una visión compartida de largo plazo con mirada estratégica que generosamente significa el esfuerzo de muchísimas personas y que haremos llegar a las candidatas y los candidatos presidenciales.