
Harboe y el futuro de la CC: «El maximalismo buenista puede llevar a una especie de riesgo inflacionario de derechos que genere una sobredosis de expectativas que termina frustrando a mucha gente que ha confiado en el proceso»
Para el convencional (D19) e integrante de la Lista Del Apruebo, «la clave está en tener sentido de realismo político», lo que –a su juicio– no requiere dejar todo como estaba sino establecer «cambios estructurales» con la debida prudencia para poder llevarlos adelante. «No sacamos nada con tener una Constitución que parezca un código con 500 artículos, llena de derechos, y finalmente no vamos a tener capacidad de cumplirlos», señaló el exsenador PPD, asegurando que, si el nombre de quien presida la instancia es del colectivo A, B, o C, pero garantiza experiencia y una capacidad dual entre capacidad política y capacidad de gestión, «vamos a estar ahí apoyando. Lo importante no son los constituyentes, sino el proceso en su conjunto», recalcó.
La Convención está en pleno segundo tiempo y ya trabaja en la redacción propiamente tal de una nueva Constitución que debe ser sometida al plebiscito de salida este 2022. El órgano constituyente ha ido superando barreras y, de cara al 2022, ya piensa en su próxima mesa directiva.
Al mando estuvo como presidenta Elisa Loncon, mujer indígena, académica, lingüista y activista del pueblo mapuche, destacada a nivel mundial como una de las mujeres más influyentes del año, y quien pronto finaliza su labor directiva junto al primer vicepresidente del órgano, Jaime Bassa.
Sobre el futuro de la instancia que redacta la Carta Magna, el constituyente por el distrito 19, Felipe Harboe, abordó el tema de la presidencia de la CC, las conversaciones de cara a la elección de una nueva directiva y el objetivo de lograr la aprobación de la nueva Constitución con un amplio respaldo.
El convencional e integrante de la Lista Del Apruebo dijo, a El Mostrador en La Clave, que al interior de su colectivo se manejan varios criterios. El más importante, a su juicio, «asumir la importancia de esta etapa del proceso, ya que el presidente o presidenta que asuma estará encargado de decirle al país que al proceso le fue bien o fracasó».
El exparlamentario del PPD señaló que, para avanzar en la dirección correcta, se va a requerir de dos cosas: «Capacidad política, generosidad y audacia para lograr acuerdos amplios» y «capacidad de gestión para reducir un conjunto de problemas prácticos que están trabando el inicio y la entrega de un texto».
«Esos dos elementos hemos planteado para elegir quién va a ser el próximo presidente. Más allá del cuoteo por colectivo, es cómo nos ponemos de acuerdo para que reunamos estas condiciones es una dupla política», explicó Harboe.
Para el exsenador la elección de Loncon fue importante, ya que permitió «mostrar a Chile y al mundo la integración no solo partidaria sino de pueblos originarios como símbolo democrático». Según comentó, la gestión principal «acertó en lograr la instalación del proceso, con todo lo que significa el reglamento. Puede parecer fácil, pero no había nada, entonces eso fue positivo. Ahora, eso no es solo obra de la mesa sino de todos los colectivos que nos pusimos a disposición para poder ayudar a este proceso».
A modo de crítica, apuntó a temas de gestión que «se pudieron haber hecho mejor». Explicó que «comunicacionalmente es evidente que no fue un buen periodo, porque más bien se mostraron individualidades que la comunicación institucional. Estudios de opinión sugieren, como preocupación, que la gente identifica poco el proceso constituyente. Mucha comunicación pero individual. Era más conocida Loncon y Bassa que la CC».
También criticó que hubo «sectarismo político», sin embargo, consideró que «uno siempre tiene la esperanza de que las cosas puedan ser mucho mejor». En ese sentido, Harboe apuntó a que «la clave está en tener sentido de realismo político», ya que «el maximalismo buenista, abrazar todo tipo de causas y levantarlas, puede llevar a una especie de riesgo inflacionario de derechos que genere una sobredosis de expectativas, que termina frustrando a mucha gente que ha confiado en el proceso».
«Por eso hay que tener realismo –destacó–, lo que no significa dejar todo como está sino establecer cambios estructurales con la debida prudencia para poder llevarlos adelante. No sacamos nada con tener una Constitución que parezca un código con 500 artículos, llena de derechos, y finalmente no vamos a tener capacidad de cumplirlos. Lo peor, porque no se trata de derechos sino de un sistema político que funcione con tres patas. Primero, la relación Gobierno-Congreso; segundo, el sistema electoral; y tercero, el régimen de partidos. Esos tres elementos tienen que estar unidos en discusión para darle al país un sistema que funcione».
Para el representante de la Región del Ñuble, todas esas discusiones «tienen que estar basadas en evidencia y no solo en consignas sino que, más bien, en cómo logramos entregarle al país un sistema político que funcione y una Constitución que le permita al país crecer y desarrollarse para orientar a las instituciones que van a ejercer el poder y limitarlas en el futuro».
«Hay que hacerlo sobre la base de evidencia, mirar otros países y, cuando no se ha hecho, ser innovadores, pero serlo pensando en que en la Constitución, en materia de derechos, a veces menos es más. No por tener más artículos, una Constitución va a garantizar más o mejores derechos», argumentó.
Harboe enfatizó que «hay gente que piensa que, si su planteamiento no está en la Constitución, no va a existir. Y todo proceso constituyente implica que la Constitución establezca normas generales, principios, valores, pero que después, una vez aprobado, viene lo que se denomina un proceso de adecuación de las leyes que dura cinco a siete años, donde las leyes se van adecuando a las nuevas normas constitucionales».
Por ejemplo, destacó –en su conversación con Macarena Fernández y Hernán Leighton– que, si uno quisiera instalar la igualdad de género, hay quienes han planteado un capítulo completo, con hasta 25 artículos, «pero algunos hemos señalado que bastarían dos o tres o incluso uno que integre todo lo demás».
«Espero que lleguemos a puerto en tiempo y forma, no solo lo constituyente sino el proceso político que vive Chile. Si la constituyente no logra llegar a buen puerto el 4 de julio y entregar una propuesta de texto para ser plebiscitada, va a producir dos efectos. Vamos a tener que seguir con la Constitución de Pinochet, que sería contradictorio, pero, en segundo lugar, si alguien dice que hay que prorrogar el mandato, primero hay que preguntar si los que fueron elegidos están disponibles para seguir, porque hay una especie de contrato. Y en segundo lugar, podría transformar a un Presidente electo en un Presidente de mera administración, o sea, podría reducir considerablemente su capacidad de gestión y poder, porque el poder real no va a estar en el Gobierno, va a estar siempre en la constituyente».
Felipe Harboe sentenció: «Si el nombre es del colectivo A, B, o C, pero garantiza experiencia y esta capacidad dual, esta dupla entre capacidad política y capacidad de gestión, vamos a estar ahí apoyando. Lo importante no son los constituyentes, sino el proceso en su conjunto», recalcó.
El próximo martes 4 de enero se realizará la elección de la nueva mesa directiva de la Convención. Y para el cargo de presidencia ya hay candidatas: Patricia Politzer (Independientes No Neutrales), Cristina Dorador (Movimientos Sociales Constituyentes), Beatriz Sánchez (Frente Amplio) y Ramona Reyes (Colectivo Socialista).