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Araucanía, voluntad de encuentro Opinión Créditos: Agencia Uno.

Araucanía, voluntad de encuentro

Camilo Herrera
Por : Camilo Herrera Director Ejecutivo 3xi
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Creemos firmemente que, por encima y por debajo de toda organización e institución, y por todos los ángulos de las ideologías y creencias, están las personas. Y en ellas viven sus historias, y la capacidad de escuchar y comprender al otro. Nada hay superior a la vida, la libertad y el bienestar de cada uno. En nuestra filosofía, los seres humanos tenemos el derecho y el deber de convivir. Quizás las bases del entendimiento, el acuerdo y el fin de la violencia, no estén solo en las instituciones, sino en cada uno de nosotros.


¿Es posible imaginar otra Araucanía o nos resignamos y la asumimos como un dolor crónico que deberá sufrir nuestra sociedad indefinidamente? ¿Somos conscientes de lo cómodo que puede ser desentenderse, dejando que la violencia (también la económica y la derivada de la exclusión social) habiten indefinidamente este territorio?

A algunos de los lectores de esta columna, cuando piensan en La Araucanía, se le aparecen atentados, incendios, víctimas, grupos armados, así como un constante llamado al diálogo entre las partes. Otros, lo pueden ver como un lugar de gran belleza natural que permite descansar durante las vacaciones. Así como también habrá quienes posiblemente no lean esta columna y sientan este territorio como su único hogar.

Más allá de las responsabilidades políticas y sociales, infantes, personas mayores, ciudadanos y comunidades que no aparecen en las noticias, residen en La Araucanía haciendo florecer sus vidas, en medio de violencias, víctimas y exclusión social; con vínculos tensionados y enfrentados entre quienes dicen, creen o se arrogan la razón”.

Un antiguo proverbio maorí dice que “para generar confianza y relaciones duraderas, es necesario beber 1000 tazas de té juntos». Lo cito, pues muchos miramos con atención la experiencia de Nueva Zelanda como una alternativa para recoger aprendizajes y explorar caminos posibles para abordar el conflicto en La Araucanía. Sin entrar en el detalle del proceso neozelandés que ha llegado a acuerdos que mantienen la paz (representación del pueblo maorí en la Cámara de Representantes, restitución de tierras, revisión del currículum de la escuela, etc.), lo que sabemos es que ha sido un proceso largo y que nunca se considera cerrado del todo, como casi nada en la vida.

Creemos firmemente que, por encima y por debajo de toda organización e institución, y por todos los ángulos de las ideologías y creencias, están las personas. Y en ellas viven sus historias, y la capacidad de escuchar y comprender al otro. Nada hay superior a la vida, la libertad y el bienestar de cada uno. En nuestra filosofía, los seres humanos tenemos el derecho y el deber de convivir. Quizás las bases del entendimiento, el acuerdo y el fin de la violencia, no estén solo en las instituciones, sino en cada uno de nosotros.

La voluntad de encuentro, entendido como el anhelo y ejercicio de acercamiento y conocimiento entre las personas, ha ocurrido de manera natural en toda la historia. También las guerras, no lo desconocemos. Pero mil tazas de té o de muday pueden ser el inicio de unas bases para la convivencia. Abrir espacios en los que podamos reconocernos como personas diversas, pero iguales en dignidad, es fundamental para avanzar poco a poco. A esto aspiramos con el próximo Encuentro de Vinculación Social, ENVIS 2023, que precisamente ha escogido La Araucanía como el lugar para reunir a representantes de todos los ámbitos sociales, de distintas edades y trayectorias, convocados por la voluntad de darnos la oportunidad de construir, desde el reconocimiento mutuo, la posibilidad de otra Araucanía.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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