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Té, vino, café y mucho más: el arte de maridar el chocolate Gastronomía

Té, vino, café y mucho más: el arte de maridar el chocolate

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El maridaje del chocolate va desde una taza de té hasta una copa de vino, un buen café o un queso intenso. Cada combinación revela un universo de matices, un viaje gastronómico que invita a descubrir el chocolate desde nuevas perspectivas.


El chocolate es uno de los alimentos más universales, capaz de despertar placer y emociones en cualquier rincón del mundo. Más allá de su versatilidad en postres y preparaciones, este clásico del cacao es también un excelente compañero para experimentar maridajes. Desde el té hasta el vino, pasando por licores, café e incluso quesos, el chocolate abre un universo de combinaciones capaces de sorprender al paladar más curioso.

Es muy versátil para maridar, pero todo depende del tipo de chocolate (blanco, con leche, bitter, de alto porcentaje de cacao) y de la intensidad de sabores que quieras potenciar o equilibrar.

Al igual que ocurre con el vino, el café o el té, el chocolate guarda en su esencia la huella de su origen. El terroir —clima, suelo, flora y terreno de una región— influye directamente en los aromas, sabores y texturas del cacao, entregando una identidad única a cada variedad.

Entre las más reconocidas se encuentran:

  • Criollo: delicado y aromático.
  • Trinitario: equilibrado y complejo, fruto del cruce entre Criollo y Forastero.
  • Forastero: intenso y robusto.

Cada tipo de cacao, cultivado en regiones de Centro y Sudamérica, África o Indonesia, invita a emprender un viaje sensorial donde cada bocado refleja la riqueza de su origen.

“El maridaje con chocolate es un ejercicio de equilibrio: se trata de encontrar contrastes o afinidades que realcen lo mejor de cada producto”, explica Cristian Pastene, Tea Trainer y representante de Dilmah en Latam. En el caso del té, Pastene recomienda preparar siempre el paladar para la experiencia: seleccionar productos de calidad, probar primero un sorbo de la infusión y luego dejar que el chocolate se funda en la boca, potenciando así los matices que ambos ofrecen.

Créditos: Cedida

Maridajes con té

Entre las múltiples alternativas, algunas armonías destacadas son:

  • Té verde y chocolate blanco: frescura delicada y un final suave que limpia el paladar.
  • Té negro Earl Grey y chocolate amargo con naranja: intensidad y equilibrio con notas cítricas.
  • Té English Breakfast y chocolate con leche: cuerpo y dulzura en perfecta armonía.
  • Té negro frutal con chocolate blanco: una experiencia aromática innovadora.
  • Infusión de menta y chocolate amargo: frescor revitalizante que resalta la fuerza del cacao.

Vinos y licores

El chocolate también encuentra un aliado en el mundo del vino y los destilados:

  • Chocolate amargo (70% cacao o más): combina con vinos fortificados como Oporto, Madeira o un Jerez Pedro Ximénez. También con tintos de taninos suaves como Malbec o Cabernet Sauvignon.
  • Chocolate con leche: armoniza con vinos dulces como Moscatel, Late Harvest o un Pinot Noir ligero.
  • Chocolate blanco: se potencia con vinos aromáticos como Riesling, Sauvignon Blanc o espumantes brut.
  • En el caso de los destilados, destacan los maridajes con ron añejo, whisky o tequila reposado, que acentúan la complejidad del cacao.

Créditos: Cedida

Café y otras bebidas

El café es un clásico compañero del chocolate:

  • Espresso intenso: resalta las notas tostadas y amargas del cacao.
  • Café moka: armoniza con chocolates con leche o con notas de caramelo.
  • Cold brew o café frío: ofrece un contraste refrescante con chocolates más dulces.

También las infusiones de hierbas, como el rooibos o la manzanilla, pueden suavizar el amargor de un chocolate negro y dar un giro inesperado al maridaje.

Quesos y frutas

La experimentación va aún más allá:

  • Queso azul o gorgonzola: sorprende con chocolate amargo por su contraste entre salado e intenso.
  • Quesos cremosos como brie o camembert: armonizan con chocolate con leche.
  • Queso de cabra fresco: crea un equilibrio vibrante con chocolate blanco y frutas.
  • En el terreno frutal, los frutos rojos (frambuesa, cereza, fresa) y los tropicales (mango, maracuyá, plátano) realzan la experiencia sensorial.

La clave está en equilibrar: a más cacao y amargor, más cuerpo puede tener la bebida o alimento con el que se acompañe; a más dulzura, convienen sabores frescos, ácidos o salados.

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