Publicidad
Quizá sí se utilizan muchos millones de animales para experimentación, pero… Opinión

Quizá sí se utilizan muchos millones de animales para experimentación, pero…

Fernando Delgado-López
Por : Fernando Delgado-López Facultad de Medicina, Presidente del Comité Institucional de Cuidado y Uso de Animales de Laboratorio (CICUAL) de la Universidad Católica del Maule
Ver Más


Probablemente todos los aspectos del quehacer humano, desde la política hasta las costumbres alimenticias, han estado expuestos a las así denominadas “fake news”, las que han encontrado un buen sustrato, han podido permear fácilmente en un colectivo global que aparentemente cada vez tiene menos tiempo, energía o voluntad para analizarlas, cuestionar su fuente, su veracidad, su relevancia.

Ello, porque como sociedad parece que estamos perdiendo capacidad de perspectiva, o adquiriendo una con matices cada vez menos analíticos, y más viscerales. Los medios de comunicación y la infinidad de redes sociales probablemente contribuyen a este consumo de información instantánea, breve, de choque, que además de entretener y/o crispar, también nos idiotiza y nos hace ciudadanos más maleables, más influenciables por los medios y las redes, y especialmente a quienes se están formando, o aquellas personas que por diversas condiciones son más vulnerables.

Esta pequeña introducción podría ser perfectamente un ensayo, que elabore con más profundidad en los distintos aspectos ya mencionados, sus implicancias y significancias, globales e individuales. Pero por las razones recién esbozadas, es muy probable que nadie vaya a leer algo que tome más de 5 minutos de su tiempo, porque sería como dejar de leer 125 tweets; además, estamos ad portas de sumergirnos a interaccionar con la inteligencia artificial, una tecnología que plantea muchas interrogantes; una de ellas es la posibilidad de que nuestras capacidades de pensamiento crítico continúen tomando vacaciones, toda vez que el proceso de búsqueda de información, de análisis durante dicha búsqueda, se automatiza cada vez más, y pareciera que cada vez necesitamos realizar una cantidad menor de ejercicios de razonamiento, y los que hacemos parecieran ser menos complejos.

Esta breve opinión la escribo en respuesta al artículo Más de 200 millones de animales son usados anualmente para experimentos en todo el mundo. Y lo hago en nombre de la seriedad, del equilibrio en el análisis, y de un enfoque informado, porque en dicho artículo se hacen aseveraciones imprecisas y sin contexto.

Es cierto que se ha avanzado en métodos alternativos, y reflejo de ello es que hay variadas instancias en las cuales el uso de animales se ha reemplazado; debido a ello es que por ejemplo, que cada vez son menos los países que imponen el uso de animales para probar productos cosméticos, y también menos, aquellos donde se utilizan animales para fines eminentemente docentes. Y aquí un primer punto que el artículo no lo aclara, y que es fuente de confusión para la ciudadanía ajena al tema.

La forma en que el artículo está construido lleva a confundir los animales de laboratorio o experimentación, con aquellos que utiliza(ba) la industria cosmética para probar sus productos. Los primeros son utilizados en instituciones académicas para validar hipótesis que de otro modo no se pueden probar, y cuyo uso aumenta la significancia de los resultados por su implicancia en medicina traslacional.

De hecho, la Food and Drug Administration (FDA) requiere evidencia de experimentos en animales (etapa pre-clínica) antes de probar un medicamento, vacuna o droga en seres humanos (etapas clínicas), para recién ahí evaluar si a dicho medicamento se le autoriza su comercialización. Los segundos son los que se utilizan con cada vez menos frecuencia para probar productos cosméticos o de belleza, y que se llevan a cabo en instituciones no académicas, con menos regulaciones y transparencia.

También es impreciso decir que Colombia y México han legislado para prohibir la experimentación animal, lo que han prohibido es la prueba (testing) de productos cosméticos en animales.

De igual manera, el artículo es tendencioso cuando implica que la comunidad científica hace experimentación con animales no obstante su ineficacia, y los hace cómplices en un esquema de crueldad animal. Primero decir que en mis más de 30 años en el mundo académico/científico, nunca me he encontrado con un investigador(a) cruel, y si hay casos reportados, puedo asegurar que son insignificantes y/o personas con serios problemas valóricos o sicológicos; de modo que la implicancia de que un investigador es cruel me parece inapropiada.

Lo otro, que son ineficaces, es también una falacia, por cuanto una gran parte del bienestar y el aumento de la expectativa de vida que tenemos, se la debemos al uso de medicinas y tratamientos probados en animales de laboratorio. Ahora bien, es cierto que no somos iguales a los ratones (especie en la cual se llevan a cabo más del 95% de los experimentos) y que hay que interpretar con cuidado los resultados obtenidos en ellos antes de trasladar su aplicación a humanos; y esta traslación de evidencia es la que está al centro de la justificación de su uso, por cuanto no sólo compartimos aspectos anatómicos y fisiológicos similares (sistemas respiratorio, circulatorio, etc.), sino que compartimos más de un 97% de homología de nuestros genes con ellos, incluso más, la organización de varios grupos de genes dentro del genoma son casi idénticos.

Asimismo, y de manera muy breve, quiero mencionar que en las últimas décadas, la experimentación animal en el mundo ha progresado en innumerables aspectos regulatorios, prácticos y valóricos, amparados bajo una constante evolución de criterios bioéticos, donde las hipótesis experimentales no se superponen al bienestar animal sin la aplicación de criterios muy definidos, los cuales deben ser aplicados y adaptados por los Comités Institucionales de Cuidado y Uso de Animales (CICUAs), que por ley deben tener todas las instituciones de educación superior donde se utilicen.

No quiero terminar sin mencionar que, no obstante, justifico la investigación con animales, creo y anhelo, que en las décadas venideras se aglutinarán una serie de tecnologías que eventualmente la harán obsoleta, o mucho menos necesaria, sin embargo, la increíble complejidad de la biología aún no lo hace posible.

Finalmente, para poner el problema en perspectiva y con un ánimo educativo más que beligerante, y sin intención de implicar que el mal de una mayoría justifica su generalización, quiero mencionar que la experimentación con animales aproximadamente representa en términos numéricos, sólo un 0,1% de todas las formas en cómo los usamos.

Un 1,9% en otros usos, entre los cuales están nuestras queridas mascotas, donde, de los 500 millones que aproximadamente hay en el mundo, un porcentaje importante proviene de criaderos donde no siempre se reproducen de manera adecuada.

Dentro del mismo porcentaje se incluyen alrededor de 200millones de animales que son cazados como deporte y aproximadamente 100 millones que principalmente en países nórdicos se crían y matan exclusivamente por su piel. Pero la vasta mayoría aproximadamente el 98%, los usamos como alimento (60 a 80 mil millones de animales anualmente, incluidos vertebrados y peces), una industria con sus propios problemas tanto desde el punto de vista regulatorio, de sus formas de captura, crianza y cuidado, como también de las implicancias para el medio ambiente.

En resumen, todas las opiniones deben ser escuchadas, pero un punto de partida importante en cualquier tema es mantener la ecuanimidad, e intentar ser lo más objetivos y tolerantes posible, aún cuando cada uno de nosotros tiene sus creencias y amores.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias