
La ruta del cacao y el turismo del chocolate que seduce paladares y viajeros en todo el mundo
Aunque el chocolate es uno de los productos más consumidos en el mundo, su origen sigue siendo desconocido para gran parte de quienes lo disfrutan. Y es precisamente esa distancia entre el árbol y la tableta lo que ha abierto paso a un creciente interés por viajar para conocer el alma del cacao.
En medio de la selva tropical, un guía local parte una mazorca de cacao y deja al descubierto las semillas frescas, aún envueltas en pulpa blanca. El grupo de turistas, provistos de sombreros y cámaras, observa cómo el chocolate no nace en una barra brillante, sino en un fruto exótico que ha sido cultivado, fermentado, secado, tostado y transformado durante siglos. Así comienza la experiencia del turismo del chocolate, una tendencia global que une historia, sabor y sostenibilidad.
Porque ya sea chocolate con leche, chocolate negro, en tabletas, chocolate caliente o como cobertura de una torta… El chocolate es una pasión global que trasciende generaciones, culturas y fronteras. No es de extrañar que tenga su propio día: el 7 de julio, Día Mundial del Chocolate.
Más que un dulce, una experiencia sensorial y cultural
El turismo del chocolate puede tomar muchas formas: desde visitas a plantaciones en América Latina y África, donde el cacao crece en su entorno natural, hasta talleres de chocolatería artesanal en ciudades europeas y latinoamericanas. A eso se suman museos, rutas temáticas, festivales y spas que celebran este alimento desde perspectivas tan diversas como la gastronomía, la cosmética y la cultura.
En países como Ecuador, Perú, Colombia o México, se ofrecen recorridos que permiten conocer todo el proceso de producción, desde la recolección del grano hasta la elaboración de tabletas o bombones. Estos viajes no solo educan al consumidor, sino que también permiten valorar el trabajo de comunidades locales, muchas veces involucradas en proyectos de comercio justo, conservación ambiental o turismo rural comunitario.

Aunque visitar fincas cacaoteras en zonas rurales puede ser una experiencia transformadora, el turismo del chocolate también tiene su expresión en entornos urbanos, con propuestas accesibles para quienes desean conocer más sobre este producto sin salir de la ciudad.
Un ejemplo destacado es Pacari, la premiada marca ecuatoriana de chocolate orgánico, que ofrece en Quito y otras ciudades catas guiadas y talleres sensoriales donde los participantes pueden:
- Conocer el proceso de producción del chocolate “del grano a la barra”.
- Aprender a distinguir notas aromáticas, texturas y tipos de cacao.
- Degustar variedades premiadas con ingredientes nativos como sal andina, rosa andina, guayusa o mortiño.
- Reflexionar sobre la sostenibilidad, el comercio justo y la biodiversidad del cacao fino de aroma ecuatoriano.

Estas experiencias permiten al visitante educar su paladar, conectar con la cultura del cacao y apoyar directamente a iniciativas comprometidas con prácticas éticas y ecológicas.
Y no es el único caso. En ciudades como Lima, Bogotá, Ciudad de México o Santiago, crecen las chocolaterías y espacios gastronómicos que ofrecen maridajes con vino o café, clases de bombonería, o degustaciones sensoriales comparadas entre orígenes. Una forma de viajar con los sentidos sin necesidad de recorrer kilómetros.
Origen, trazabilidad y sostenibilidad
Más allá del aspecto sensorial, el turismo del chocolate también invita a un viaje histórico y simbólico. El cacao fue considerado sagrado por culturas mesoamericanas como los mayas y los aztecas, quienes lo usaban como moneda y lo consumían en ceremonias rituales. Hoy, museos como el Choco-Story en México o el Museo del Chocolate en Cusco rescatan esa memoria, al tiempo que conectan pasado y presente.
Y en el otro extremo del mapa, ciudades como Gante, Zúrich o Viena atraen a miles de turistas con sus vitrinas repletas de bombones, pralinés y esculturas comestibles, ofreciendo un lado más refinado y artístico del chocolate.
Además, a medida que los consumidores se vuelven más conscientes de lo que comen, la trazabilidad del chocolate se convierte en un atributo de calidad. Saber quién cultiva el cacao, bajo qué condiciones y con qué impacto ambiental, se vuelve tan importante como el porcentaje de cacao o las notas aromáticas de la barra.
Por eso, algunos tours incluyen visitas a cooperativas de pequeños productores o chocolateros que trabajan bajo el modelo “bean to bar” (del grano a la barra), asegurando una cadena de valor corta y transparente. Estos espacios, además de ofrecer degustaciones y clases prácticas, funcionan como ejemplos vivos de cómo el turismo puede ser una herramienta para el desarrollo local.
Destinos y experiencias irresistibles para los amantes del cacao
Para celebrar este símbolo universal del placer gastronómico, la plataforma Civitatis seleccionó cinco destinos imperdibles para los amantes del chocolate . Desde la tradición suiza hasta la creatividad colombiana, pasando por inmersiones culturales en Cuba, museos interactivos en Bélgica e itinerarios temáticos en Brasil, estos destinos ofrecen experiencias tanto para los amantes del chocolate como para los viajeros curiosos.

Gramado, Brasil. Conocida como la “capital brasileña del chocolate artesanal”, Gramado reúne decenas de marcas locales y una sólida cultura en torno al producto, que son impulsadas por el turismo.
Una de las maneras más divertidas y completas de vivir esta experiencia es a través del Chocobus , un autobús temático que lleva a los visitantes a las principales tiendas y fábricas de chocolate artesanal de la ciudad, como Prawer y Gramadense. Durante el recorrido, los viajeros visitan un hotel totalmente inspirados en este dulce e incluso tienen la oportunidad de participar en un taller para elaborar su propia barra de chocolate. Es un itinerario ideal para familias, parejas y cualquiera que desee combinar turismo, diversión y sabor.
Zúrich, Suiza. Suiza, el país con el mayor consumo de chocolate per cápita del mundo, alberga algunas de las marcas más importantes de esta industria. Por ejemplo, en Zúrich se puede visitar el Museo Lindt Hogar del Chocolate, que impresiona a los visitantes desde la entrada con la fuente de chocolate más grande del mundo con 9 metros de altura. El museo narra la historia de la producción de chocolate suizo y ofrece una degustación guiada.

Además, para quienes deseen combinar turismo y chocolate, el tour por Zúrich, con paseo en barco y visita al museo , recorre los lugares históricos de la ciudad y culmina con una experiencia en Lindt.
La Habana, Cuba. Cuba también tiene una fuerte conexión con el cacao y ofrece una inmersión profunda en las raíces culturales y místicas de este ingrediente. El tour de chocolate y miel de Civitatis por La Habana es una opción para quienes desean conocer la profunda relación del país con este manjar. El recorrido comienza con una ceremonia de agradecimiento al dios del cacao, seguida de una degustación de chocolates cubanos y bebidas típicas como la canchánchara, preparada con ron y miel directamente del grano. La experiencia finaliza con la creación y degustación de un licor de chocolate artesanal, maridado con postres y puros. Un viaje sensorial a través de las tradiciones cubanas.
Punta Cana, República Dominicana. República Dominicana, el noveno mayor productor de cacao del mundo según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), se destaca por su cacao caribeño, reconocido por su calidad y sabor intenso. Este producto es fundamental en la gastronomía local y en las experiencias turísticas.
En Punta Cana, se puede participar en un taller de chocolate artesanal, con una clase práctica sobre trufas y barras decoradas. La actividad incluye transporte desde el hotel, degustaciones y una copa de mamajuana, una bebida tradicional del país.
Bruselas, Bélgica. Bélgica es considerada una de las capitales mundiales del chocolate, y Choco Story es su embajador oficial. Ubicado en el corazón de Bruselas, el museo ofrece un recorrido por 5000 años de historia del cacao, desde sus orígenes mayas y aztecas hasta su popularización en las pastelerías europeas.

Además de aprender sobre todo el proceso de producción, los visitantes pueden asistir a una demostración de confitería en vivo con un maestro chocolatero y participar en una irresistible degustación de praliné. Una clase interactiva y deliciosa para todas las edades.