
Avistamiento de aves: un turismo que cada vez vuela más alto
El avistamiento de aves ha dejado de ser un nicho para convertirse en un motor de desarrollo sostenible que conecta naturaleza, cultura y economía local. Desde los flamencos del altiplano chileno hasta los colibríes colombianos, pasando por las águilas de Monfragüe o las aves marinas del Pacífico.
En silencio, con los prismáticos listos y la mirada entrenada para distinguir un destello de color entre las ramas o un trazo en el cielo, cada vez más personas encuentran en el avistamiento de aves una excusa perfecta para viajar. Lo que antes era un pasatiempo reservado a especialistas hoy es un fenómeno turístico en auge que seduce a nuevos perfiles: mujeres, jóvenes y familias completas que buscan escapadas para disfrutar de este reclamo natural, presente en todos los continentes y con un enorme potencial económico para las comunidades locales.
El turismo ornitológico gana adeptos gracias también, en parte, a su apuesta por un modelo sostenible, respetuoso con la naturaleza y cada vez más desestacionalizado como consecuencia de las amplias temporadas y rutas migratorias de las aves.
Un fenómeno global que gana altura
El despegue del avistamiento de aves no es casualidad: la creciente conciencia ambiental, la búsqueda de experiencias auténticas y la diversidad de ecosistemas han convertido esta actividad en un motor turístico en países tan dispares como Colombia, España, Estados Unidos o Sudáfrica.
La Feria Internacional de Turismo Ornitológico (FIO), celebrada en el Parque Nacional de Monfragüe (Extremadura, España), es un termómetro de este auge. Solo el parque recibió el año pasado cerca de 450.000 visitantes, de los cuales el 15 % eran extranjeros. Este 2025, la FIO celebró su 20 aniversario con 19.000 visitantes y expositores de España, Perú, Bélgica, Francia o Portugal.
“Es una feria sobre turismo pero también muy vinculada a lo ambiental y a la sostenibilidad en la naturaleza”, explican fuentes del gobierno local, que señalan que allí conviven dos públicos: uno especializado —pajareros que viajan para encontrar especies muy concretas— y otro familiar que busca un simple pero intenso contacto con la naturaleza.
Cristina Sánchez, delegada de SEO BirdLife en Barcelona, confirma que el perfil del turista ornitológico está cambiando. “Se trata de un sector en el que convive un turista que es pajarero y hace sus listas anuales en busca de aves concretas, como las esteparias, con el de un turista familiar que busca el contacto con la naturaleza”, comenta.
Otro cambio significativo es la creciente participación femenina. Según datos de SEO BirdLife, el número de mujeres aficionadas a la observación de aves creció un 15 % entre 2008 y 2018. La tendencia sugiere que, a medida que esta actividad se vuelve más accesible y menos técnica para el público general, seguirá sumando perfiles variados: desde fotógrafos de naturaleza hasta viajeros que combinan el aviturismo con gastronomía local y senderismo.
Además del componente de ocio, el turismo de aves tiene un claro impacto en las economías rurales: dinamiza la temporada baja y posiciona zonas menos conocidas como epicentros del ocio y la biodiversidad.

Créditos: EFE
Dónde vuelan los mejores destinos del mundo
El mapa global de hotspots ornitológicos es tan diverso como las especies que lo habitan:
- Colombia – El país con mayor diversidad de aves del planeta, con lugares como la Sierra Nevada de Santa Marta o el Chocó biogeográfico.
- Costa Rica – Paraíso compacto con más de 900 especies, destacando Monteverde y el Parque Nacional Tortuguero.
- Perú – Riqueza amazónica y andina con destinos como Manu y Tambopata.
- España – Doñana, Delta del Ebro y Monfragüe son referentes europeos.
- Estados Unidos – Everglades (Florida) y Bosque Nacional Bosque del Apache (Nuevo México) son paradas clave de migratorias.
- Sudáfrica – Gran variedad de endemismos y parques como Kruger y West Coast National Park.
En todos estos lugares, la clave es la combinación de ecosistemas ricos, especies emblemáticas y una infraestructura turística adaptada: guías expertos, torres de observación, senderos interpretativos y programas de conservación que involucran a las comunidades locales.
Como resume Cristina Sánchez, de SEO BirdLife, el turismo ornitológico “convive con perfiles muy distintos, pero todos tienen en común el deseo de conectar con la naturaleza”. Un deseo que, al parecer, está muy lejos de extinguirse.
Chile: un paraíso aún por descubrir para el avistamiento
Si bien Chile no figura todavía en los rankings internacionales de aviturismo masivo, su geografía privilegiada y su biodiversidad lo convierten en un destino con un potencial enorme. Con más de 500 especies de aves registradas —incluyendo endemismos como el picaflor de Juan Fernández— y rutas migratorias que lo conectan con el Ártico y Oceanía, el país ofrece un mosaico único de hábitats.
Zonas destacadas para el birdwatching en Chile:
- Norte: Humedales de Arica y Parinacota, Salar de Surire y lagunas altoandinas, con flamencos andinos, gaviota andina y suris.
- Zona Central: Reserva Nacional El Yali, humedales del río Maipo y Parque Tricao, hogar de aves acuáticas y migratorias.
- Sur: Chiloé y humedales de Maullín, con cisnes de cuello negro, playeros y aves forestales como el chucao y el carpintero negro.
- Patagonia y Tierra del Fuego: Estrecho de Magallanes, Seno Otway y Torres del Paine, donde se avistan pingüinos, caiquenes y cóndores.
- Islas oceánicas: Archipiélago Juan Fernández (picaflor rojo) e Isla de Pascua, con aves marinas únicas del Pacífico.
El desafío para Chile es desarrollar más infraestructura y promoción específica, siguiendo modelos exitosos de otros países: crear rutas nacionales de avistamiento, capacitar guías especializados y vincular el aviturismo con experiencias culturales y gastronómicas locales.