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Viajar solo: la tendencia que crece y transforma a los viajeros Viajes

Viajar solo: la tendencia que crece y transforma a los viajeros

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En un mundo cada vez más conectado, los viajes en solitario se están consolidando como una experiencia enriquecedora y transformadora para todas las edades. Más que una moda, se trata de una forma de viajar que promueve la libertad, el autoconocimiento y la conexión con el entorno.


Cada vez más personas eligen armar la maleta y partir sin compañía. Lo que antes se veía como un acto de valentía o incluso de rareza, hoy se ha convertido en una tendencia que crece en todo el mundo: viajar solo. Más que una aventura turística, es un viaje hacia el interior, una oportunidad para reencontrarse, desconectarse y descubrir quién se es cuando nadie más está mirando.

Viajar en solitario no significa estar solo, sino disfrutar de la libertad de decidir cada paso del camino. Desde elegir el destino hasta cambiar de rumbo a último minuto, todo depende de uno mismo. Esa autonomía se traduce en independencia y confianza: no hay mejor sensación que resolver un imprevisto lejos de casa y darse cuenta de que se puede.

Según datos de SKY Airline del primer semestre de 2024, el 29% de las reservas registradas por la aerolínea fueron realizadas por hombres, mientras que el 20% de las reservas correspondieron a mujeres.

“Más allá de las vacaciones tradicionales con amigos o en familia, viajar solo ofrece una oportunidad única para el autodescubrimiento, la independencia y la conexión personal con el mundo que nos rodea”, comentaba en ese entonces Franco Chaparro, gerente de ventas de de la aerolínea.

Un fenómeno que cruza generaciones

Aunque muchos asocian este tipo de viajes con jóvenes aventureros, lo cierto es que cada vez más adultos mayores también se animan a vivir esta experiencia. Felipe Rodríguez, académico de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), explicó que viajar en solitario puede reforzar la confianza personal y el autoconocimiento, ya que “estar solo también permite reconocer y reflexionar sobre los aspectos más individuales”.

“Puede ser una oportunidad transformadora, en la medida en que esté alineada con las necesidades y el momento vital de la persona. En muchos casos, es una manera de cuidarse y reconectarse consigo mismo”, afirmó Rodríguez.

El académico agregó que hay personas recientemente jubiladas que encuentran en los viajes una forma de retomar proyectos personales postergados. “Cuando los hijos se independizan o se atraviesan cambios vitales importantes, puede surgir la necesidad de cumplir metas propias o simplemente salir de la rutina”.

Mujeres viajeras: independencia y libertad

En Chile, la tendencia del “Solo Traveler” —como se conoce a quienes viajan sin compañía— también ha crecido entre las mujeres. Según datos de Cocha, desde 2019 se ha registrado un aumento del 13% en este tipo de viajes, siendo las viajeras de entre 25 y 30 años las que más optan por esta modalidad.

Ellas suelen viajar entre abril y junio, o entre agosto y octubre, aprovechando las estaciones más cálidas en el hemisferio norte y la temporada baja en América del Sur. Entre los destinos preferidos destacan Buenos Aires, Río de Janeiro, Punta Cana, Isla Mujeres, San Andrés, Miami, Nueva York, Barcelona, París y Estambul.

“Los viajes en solitario son más flexibles, ya que no hay que ponerse de acuerdo con nadie para tomar decisiones. Hay más libertad de movimiento y muchas más posibilidades de conocer gente nueva”, explicaron desde la agencia.

Además, la soledad se transforma pronto en compañía. Los viajeros solitarios suelen estar más abiertos a conectar con personas locales y otros trotamundos, lo que da lugar a conversaciones espontáneas, amistades inesperadas y encuentros que muchas veces dejan huellas más profundas que el propio destino.

Otro beneficio es la posibilidad de viajar a tu propio ritmo. Si un atardecer te cautiva, puedes quedarte a contemplarlo sin mirar el reloj. Si un café te resulta inspirador, puedes pasar horas ahí, escribiendo o simplemente observando. Nadie apura ni condiciona. En ese espacio sin presiones, el viajero se reencuentra con el placer de estar presente y disfrutar del momento.

Pero el mayor regalo de viajar solo es el autoconocimiento. Lejos de la rutina, de las expectativas y de las voces ajenas, uno se escucha de verdad. Surgen nuevas preguntas, se clarifican pensamientos y aparecen respuestas que quizá nunca habrían surgido en la comodidad del hogar.

Por eso, muchos definen esta experiencia como un acto de sanación. Viajar solo puede ayudar a cerrar ciclos, sanar heridas o simplemente reconectar con uno mismo, en entornos que inspiran, desafían y transforman.

Consejos para principiantes

Ante el creciente interés por esta forma de viajar, es necesario tener en cuenta algunas recomendaciones para quienes estén pensando en vivir su primera experiencia en solitario:

  1. Elegir un destino cercano. Para un primer viaje solo, se recomienda optar por ciudades próximas o países vecinos. Desde Santiago, por ejemplo, se puede llegar rápidamente a La Serena, Concepción o Temuco; y en el extranjero, a Lima, Buenos Aires o Montevideo.

  2. Planificar con anticipación. Comprar los pasajes con al menos dos o tres meses de antelación permite aprovechar ofertas y evitar los altos costos de temporada alta.

  3. Viajar liviano. Llevar solo lo necesario facilita los desplazamientos y reduce preocupaciones. Si se requiere más espacio al regreso, siempre se puede sumar equipaje adicional.

  4. Hospedarse en hostales. Son espacios ideales para socializar con otros viajeros. Muchos ofrecen dormitorios femeninos y actividades grupales.

  5. Sumarse a tours locales. Los recorridos guiados son una excelente oportunidad para conocer personas y descubrir rincones poco turísticos.

  6. Llevar un libro. Puede ser un buen compañero para los momentos en cafés o aeropuertos, ayudando a desconectarse del celular.

  7. Viajar informada. Investigar sobre el clima, la cultura local, la seguridad y los requisitos de ingreso al país es clave para disfrutar sin contratiempos.

Una experiencia con matices

Aunque los beneficios son múltiples, Rodríguez advierte que viajar solo también implica desafíos emocionales. “La ausencia de compañía puede aumentar el estrés o la sensación de vulnerabilidad. En algunas personas podría exacerbar sentimientos de soledad, sobre todo si no se gestiona bien”, señala.

En ese sentido, señala que un exceso de autonomía podría derivar en cierta desconexión emocional: “Esta búsqueda de individualidad podría llevarnos a valorar menos el estar con otros o las relaciones de confianza y apoyo. En el fondo, un equilibrio entre el tiempo con uno mismo y con los demás es fundamental”.

En definitiva, viajar solo no es sinónimo de estar en soledad, sino de estar contigo mismo en libertad. Es la oportunidad de moverse al propio ritmo, abrirse al mundo y descubrir que, a veces, el destino más importante no está en el mapa, sino dentro de uno mismo.

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