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En España: el PP gana y el PSOE decide

Pablo Portales
Por : Pablo Portales Desde Barcelona
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El Partido Popular (PP) ganó las elecciones generales al quedar en mejor posición para formar un nuevo gobierno que tras las elecciones del 20 de diciembre pasado (20D). Aumentó en 14 el número de diputados, de 123 a 137, faltándole el apoyo de 39 para conseguirlo.

Unidos Podemos (UP) –alianza de Podemos; Izquierda Unida (IU); Equo, ecologista; confluencias territoriales catalanas, valencianas, gallegas y mallorquinas– perdió las elecciones al quedar en tercera posición, sin posibilidades de influir en la formación de gobierno tras perder poco más de un millón de votos, aunque mantiene los 71 diputados que obtuvo Podemos más IU el 20D.

Un resultado sorprendente que refutó todas las encuestas que daban a UP como segunda fuerza, superando a los socialistas (PSOE) por primera vez en 40 años e, incluso, algunos de los sondeos situaron a la coalición de Pablo Iglesias a tres puntos del PP. Al final, los pronósticos no alcanzaron a registrar el envión final que experimentó la candidatura del PP de Mariano Rajoy, un aumento de votos en 4,72 puntos respecto a las elecciones del 20D, del 28,72 al 33,03%.

La campaña se polarizó entre el PP y UP, mientras el PSOE, desorientado, parecía quedar fuera de competencia ante la nueva alianza de izquierdas. Mantuvo la segunda mayoría, quedando en posición de definir si hay o no nuevo gobierno. No obstante, el PSOE volvió a obtener los peores resultados de su historia: 106 mil votos y cinco diputados menos, de 90 a 85 respecto al 20D. Ciudadanos, relegado a una cuarta posición, debilitado, perdió su capacidad negociadora al recibir 314 mil votos menos y disminuir en ocho su representación, de 40 a 32 diputados.

El Brexit trajo miedo

En la última semana de campaña, los pronósticos decían que UP estaba a tres o cuatro puntos del PP y cinco sobre el PSOE. En sus mítines comenzó a corearse “a ganar al Partido Popular”, aunque el PSOE, en un último esfuerzo, parecía acortar distancias. A tres días de las elecciones sobrevino algo inesperado, contra todas las predicciones: la mayoría de británicos votaron la separación del Reino Unido de la Unión Europea.

Una bomba fabricada por británicos estallaba en su propio territorio. El efecto inmediato fue la súbita perplejidad que se apoderó de los ciudadanos, incluidos a muchos de los que optaron por la separación. Desconcertados, un vacío vital se expandió por todos los rincones del Reino. Ahora qué pasará, se preguntaban. Los triunfadores, incrédulos, eran incapaces de responder a las preguntas que corrían a toda velocidad.

Una paisaje humano desolador, como si se fueran víctimas de un ataque desconocido, a gran escala, que impactaba a todos, dejándolos aturdidos, sumidos en el reino de la incertidumbre. Había la sensación de que la vida quedaba suspendida, en el aire, en una nube que se desplazaba fuera de control. Esas percepciones se trasladaron rápidamente sobre el continente.

Rajoy acierta

En España, a tres días de las elecciones, la nube contaminada ocupó las primeras planas de los medios, la bolsa española en un día se vino abajo como nunca, la reacción oficial por boca del presidente-candidato Mariano Rajoy, que había llamado a concentrar el voto en el PP, porque “si se divide se acaban aprovechando los malos”, como identificó a UP en la recta final, dejó caer su último mensaje: “No es momento para añadir incertidumbres”. Lo hacía a menos de 48 horas de que se abrieran las urnas,

Esas palabras, dichas en medio de una inquietante desorientación en Europa, dieron vueltas por las cabezas de millares de electores durante el “día de reflexión”(sin campaña). Resultado: la estabilidad se sobrepuso ampliamente a “los malos” de Pablo Iglesias, que perdieron 1.062.704 votos, quedando terceros, a 375 mil votos del segundo, el PSOE.

El PSOE: to be or not to be

Mariano Rajoy ha quedado en una posición favorable para formar gobierno, pero tendrá que vencer las grandes resistencias incoadas en cuatro años de excesos autoritarios, de desprecio por el debate parlamentario; de corrupción extendida en el PP y de mano tendida a banqueros y grandes inversores y recogida para los sectores medios y bajos de la sociedad.

Cuenta a su favor con una mayoría de diputados a nivel estatal: el bloque de derecha (PP más Ciudadanos) tiene 169, mientras el de izquierda (PSOE más UP) tiene 156. Le faltarían 7 votos en caso de que Ciudadanos renuncie al veto a Rajoy (no así al PP). Si no arriban, como probablemente sucederá, le quedaría una única alternativa: que el PSOE le facilite la investidura absteniéndose en segunda votación (los votos favorables a Rajoy sumarían más que los que votan en contra).

Paradójicamente, el PSOE ha quedado atrapado entre ayudar a formar un gobierno del PP en minoría o terceras elecciones. La derrota de Sánchez –“ni apoyo ni abstención”– ha incentivado a sus críticos internos que prefieren una negociación que evite a toda costa nuevas elecciones. Mientras tanto, Rajoy, fortalecido en sus filas, aspira a encabezar un gobierno mínimo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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