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México en el corazón

Fernando Balcells Daniels
Por : Fernando Balcells Daniels Director Ejecutivo Fundación Chile Ciudadano
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Hoy un empresario mexicano se ofreció para construir el muro del nuevo western americano. Lo que está pasando en México con el Narco y con los mercados, en Estados Unidos con Trump, en Chile con la abstención, en Filipinas con Duterte y en todo el mundo con los fundamentalismos, es una carcajada desdentada, exultante y a veces sangrienta, estallada en el rostro uniforme y bien peinado de la política. Son las calaveras del día de los muertos mexicanos sacrificados en el altar de la frontera.

México en el corazón

Que no panda el cúnico, pedía Chespirito. Solo que esta vez su triste figura no podrá salvarnos y, en su lugar, se nos ofrece al bello y patético Presidente Peña Nieto. Los mexicanos harían bien en agregar una cinta rosa a lo que ya es un paquete y enviarlo de regalo a Trump, para ser exhibido junto a otros trofeos en las vitrinas del magnate.

No es necesario asustarse. Trump no va a ser el más dañino de los presidentes de Estados Unidos. Es improbable que se dedique a invadir países latinoamericanos o que promueva nuevas invasiones en Oriente Medio. Las deportaciones no van a ser mucho mayores que las que produce ahora, automáticamente, el sistema; aunque van a ser más publicitadas. El muro que ya existe, se complete o no, será simplemente un acento, un agregado de infamia a la arquitectura fronteriza.

[cita tipo= «destaque»]Los ricos seguirán perseverando en la codicia y la exclusión. Los pobres seguirán como destinatarios de la caridad, la asistencia que los mantenga a flote y que, de paso, permita la redención de los ricos. Para que este esquema pueda repetirse en sus variaciones, es necesario que ni los impuestos ni la política alteren la estructura social que rescata a unos y otros manteniendo a ambos en su misma condición.[/cita]

Todos los muros son el muro de Berlín

Salvo por ese detalle simbólico, nada va a cambiar demasiado, además de la retórica y la autorización al espectáculo de una mayor brutalidad policial.

En política social, el desmantelamiento del Obamacare y su reemplazo por un sistema de mercado, nos devuelve a los vaivenes normales entre políticas liberales y socialdemócratas.

El proteccionismo y la revisión de los pactos de libre comercio va a ser un proceso discontinuo de anuncios veloces y de lenta negociación que no va a afectar a países como Chile (afortunadamente tan cerca de Dios y tan lejos de Estados Unidos).

Las Naciones Unidas y el sistema internacional completo van a sufrir los chantajes del modo ‘gran patrón’ para negociar. Pero el aliento que Trump va a necesitar para realizar sus planes, va a depender de la difícil capacidad de recuperar una industria y una minería estadounidenses que parecen condenadas a continuar su reducción y su transformación.

La sociedad dividida por pisos

En la elección estadounidense, el electorado no se dividió por segmentos horizontales sino por pisos. Los de abajo derrotaron a los de arriba. Los trabajadores poco calificados, las clases medias empobrecidas y las familias rurales derrotaron a los ilustrados, a los modernos, a los técnicos y a los políticos de todos los colores.

Mientras que en un piso reinaba la corrección, las medias tintas y la resignación, en el otro había una apuesta entusiasta por la autenticidad, el derecho al error, la recuperación de derechos atávicos y aun la extravagancia.

Trump es un golpe no solo a la política sino a la cultura. Las buenas maneras, la equidad, la igualdad de la humanidad, el respeto a la mujer y la manera de resolver los conflictos han sido amenazados por su campaña. Pero no hay que temer por la elite. Ella se reacomodará fácilmente. En cambio, podemos estar seguros de que los verdaderos perdedores van a ser los ganadores que hoy celebran.

La salvación no viene de la política

Los ricos seguirán perseverando en la codicia y la exclusión. Los pobres seguirán como destinatarios de la caridad, la asistencia que los mantenga a flote y que, de paso, permita la redención de los ricos. Para que este esquema pueda repetirse en sus variaciones, es necesario que ni los impuestos ni la política alteren la estructura social que rescata a unos y otros manteniendo a ambos en su misma condición.

No es horrorizándonos ni ocultando el racismo o la xenofobia que vamos a superarlos. No es adjudicándole el fascismo a los otros y sobreprotegiendo a los políticos que vamos a avanzar en democracia.

Hemos dejado un vacío colmado de materia oscura, un descampado al que son derivados los anhelos y las demandas sociales como desechos. La modernidad siempre ha estado habitada por estos fantasmas que, a falta de una mayor consideración, permanecen latentes en sus apariciones cinematográficas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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