Dos innovadores lograron descubrir un nuevo uso del cobre que logra prolongar la vida de los alimentos perecibles manteniendo la calidad de los productos.
Raúl Molina odia la palabra emprendedor, pero sin duda lo es. Junto a su socio lograron realizar -luego de años de pruebas- uno de los productos que puede cambiar la industria alimentaria para siempre.
Luego de trabajar en el mundo de la minería conoció las capacidades biológicas “del por qué el cobre mata”. “Nos dimos cuenta de cómo realmente el cobre actúa sobre las bacterias y eso lo tratamos de trasladar a ciertas industrias donde creíamos que podría dar un valor”, explica.
Así llegaron a la industria de los alimentos, específicamente al de las cecinas. “En Chile cualquier comida perecible fuera del rubro cecinas tiene que estar entre el máximo de 1000 bacterias en el producto, sin eso no se puede vender. Bajo esa lógica descubrimos que nuestro producto podía mantener a raya las bacterias e incluso disminuir las bacterias considerablemente cuando se daban ciertas condiciones”. Y fundaron Copperprotek.
Prolongar la duración de cierto productos se ha vuelto una necesidad para algunas empresas luego de que la Ley de Etiquetado de Alimentos disminuyera la cantidad de sodio, un conservante natural para ciertos alimentos. “Extender la vida útil es uno de los grandes problemas de la industria y estaban en búsqueda de una solución”.
Al incorporar el cobre en el empaque han logrado duplicar e incluso a veces triplicar el tiempo de duración de los alimentos, lo que tiene una serie de beneficios económicos para la industria, los consumidores y el planeta.
“Prolongar la vida de los alimentos disminuye las reposiciones, disminuye las mermas y le da una holgura operacional a los fabricantes”, sobre todo si se considera que en Chile la norma establece que los supermercados reciben el producto hasta un 20% su vida útil vencida, es decir, si un producto dura 10 días lo tienen que llevar entre los primeros dos días al supermercado para que la venta.
“Esto les da una holgura operacional porque ellos pueden producir con un mayor margen de tiempo. Una empresa de cecinas y alimentos perecibles tiene que producir a medida que le pidan sus clientes, en este caso, un supermercado. Al prolongar la vida útil se puede producir llegando incluso a nuevos mercados más lejanos y con una seguridad de que sus productos se va a conservar en el mejor estado”, asegura. “Nuestras pruebas indican no solamente que mantenemos la bacteria lo más tiempo posible sino que las características organolépticas del producto cumplen todos los estándares necesarios”.
El innovador producto también es una medida preventiva ante el quiebre de temperatura: “Si se rompe la cadena de frío hemos demostrado que nuestro producto es aún más eficiente. Si se cambia la temperatura, es decir, si se pone bajo el sol o si lo dejan el auto no se descompone, porque nuestro aditivo lo convierte en un empaque inteligente”.
“Si se rompe la cadena de frío lo más común es que las bacterias empiecen a proliferar, lo que produce una descomposición de alimento que produce ciertas enfermedades pero con nuestro elemento hace que las bacterias bajen y da una seguridad que el producto siempre va a estar mejor”, afirma.
-¿Y es completamente inocuo?
-Nosotros hemos desarrollado el producto según la norma de alimentación Europea y esto está 100% por debajo de la norma Europea.