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Equilibrio familiar y neurodivergencia: cómo evitar el síndrome del cuidador Inclusión Crédito: El Mostrador.

Equilibrio familiar y neurodivergencia: cómo evitar el síndrome del cuidador

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En muchos hogares, las madres cargan con la mayor parte del cuidado, lo que puede derivar en agotamiento físico y emocional.


La llegada de un diagnóstico asociado a una condición del neurodesarrollo —como autismo, déficit atencional o altas capacidades— cambia por completo la dinámica de un hogar. No solo el niño o la niña deben adaptarse: padres, madres, hermanos y abuelos también se ven enfrentados a un proceso de reorganización emocional y práctica.

Según estimaciones recientes, el autismo afecta entre el 1% y el 2% de la población, mientras que el TDAH alcanza al 15,5% de los escolares. Por su parte, la Fundación Altas Capacidades Chile estima que entre un 10% y un 20% de la población podría tener altas capacidades.

La neuróloga Melissa Álvarez, directora del Centro Neuro Estímulo, explica que recibir un diagnóstico puede generar un “quiebre vital” en los cuidadores principales.

 “Las expectativas que tenían deben reacomodarse, y en algunos casos se vive ese proceso como un duelo. Desde mi enfoque no es algo negativo, al contrario, muchas veces llega a dar explicaciones, pero sí es una transformación profunda que requiere tiempo, acompañamiento y mucha contención”, señala la especialista.

El peso del cuidado

En la mayoría de los casos, son las madres quienes asumen el rol de cuidadoras principales. Son ellas quienes interrumpen sus trabajos, ajustan sus rutinas y se involucran de lleno en las terapias. Esta dedicación constante, aunque fundamental, puede tener consecuencias profundas.

“Este nivel de exigencia constante y alta carga mental genera lo que se conoce como síndrome del cuidador: personas que postergan su vida personal y profesional, dedicándose casi exclusivamente al cuidado de un ser querido. Esto conduce a cuadros de ansiedad, trastornos del ánimo, insomnio, además de una sensación de soledad y frustración”, explica Álvarez.

El impacto no se limita a quien cuida. La neuróloga advierte que este desgaste emocional repercute en toda la familia: “Los matrimonios se resienten porque muchas veces la madre se concentra al 100% en el hijo o hija neurodivergente. La vida de pareja “desaparece” en muchos casos y los hermanos, en tanto, muchas veces sienten que no tienen espacio o que no son vistos. Sin apoyo, estas dinámicas pueden fracturar los vínculos”.

Estrategias para construir equilibrio

A pesar de los desafíos, mantener un equilibrio familiar es posible. Desde el enfoque de Neuro Estímulo, se proponen estrategias para fortalecer el bienestar emocional del grupo completo:

  • Terapia y acompañamiento psicológico: los padres también necesitan espacios de contención.

  • Repartir responsabilidades: el cuidado no debe recaer solo en una persona.

  • Validar emociones: reconocer cómo vive cada miembro este proceso es clave para mantener la conexión.

  • Cuidar al cuidador principal: el autocuidado no es un lujo, sino una necesidad.

  • Promover la inclusión cotidiana: la vida familiar no debe girar solo en torno a las terapias, sino también al disfrute y las experiencias compartidas.

Un llamado a mirar más allá del diagnóstico

La doctora Álvarez Majmut llama a ampliar la mirada social hacia las familias neurodivergentes.

Y añade una recomendación más general: “A todas las familias les digo lo mismo: no están solas. Buscar ayuda profesional, apoyarse en la comunidad y darse permiso para cuidarse es tan importante como cualquier terapia. El bienestar de la familia completa es la base para que cada niño o niña pueda desarrollar al máximo su potencial y de una manera respetuosa y cariñosa cuidar su salud mental”.

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