
Cómo crear espacios seguros en colegios ante la violencia escolar
¿Cómo deben actuar los colegios ante hechos de violencia grave? Desde la activación de protocolos hasta la contención emocional, experta entrega claves para enfrentar esta realidad con responsabilidad.
Agresiones físicas, amenazas, hostigamientos reiterados o incluso violencia sexual. Estos hechos de violencia grave que ocurren en colegios no solo afectan a los estudiantes involucrados, sino que alteran todo el ecosistema educativo; generan miedo, impactan la salud mental de alumnos, docentes y apoderados y desestabilizan la convivencia escolar. Los hechos de violencia en establecimientos educacionales son una realidad cada vez más visible en Chile.
“No basta con reaccionar, hay que prevenir”
Así lo plantea Camila Ovalle, psicóloga clínica-educacional y cofundadora de bow.care, una plataforma digital especializada en la detección temprana de riesgos psicosociales en contextos escolares. Según Ovalle, es fundamental que los establecimientos cuenten con protocolos claros y conocidos por toda la comunidad, que les permitan actuar con rapidez, responsabilidad y coherencia frente a estos episodios. “No basta con reaccionar: es necesario prevenir, contener, intervenir y reparar”, explica la experta.
Según las orientaciones del Ministerio de Educación de Chile, la Superintendencia de Educación y organismos internacionales como UNESCO, los colegios tienen la responsabilidad de garantizar espacios seguros, inclusivos y protectores. Pero eso no se limita a actuar una vez que ocurre la violencia. También se trata de construir una cultura escolar basada en el buen trato, la empatía y la resolución pacífica de conflictos.
¿Qué hacer ante un hecho grave de violencia escolar?
Desde bow.care, se propone una hoja de ruta clara para los equipos de gestión y convivencia escolar. Estas son las cinco claves para abordar de forma adecuada un incidente grave:
1. Activación inmediata del protocolo escolar
Ante cualquier hecho que comprometa la seguridad física o emocional de estudiantes, se debe activar el protocolo institucional establecido. Esto incluye notificar a los encargados designados (como convivencia escolar, dirección o conserjería) y comunicar lo ocurrido a las familias involucradas, siempre usando canales oficiales y con la debida prudencia.
2. Asegurar el resguardo de los involucrados
Separar a las personas implicadas en el conflicto, proteger la confidencialidad del caso y evitar juicios anticipados son pasos fundamentales para garantizar un entorno seguro y una investigación justa.
3. Apoyo psicoemocional y educativo
Más allá de contener a los afectados, es importante ofrecer un acompañamiento que promueva la reflexión, el aprendizaje de alternativas pacíficas y el desarrollo de habilidades socioemocionales. El rol del equipo psicoeducativo es clave en esta etapa.
4. Derivaciones y medidas de protección
Si la situación lo requiere, el colegio debe derivar a los estudiantes a especialistas externos o instituciones de salud mental. Además, debe dejar registro formal de las acciones realizadas y hacer seguimiento para evitar nuevas situaciones de riesgo.
5. Formación y prevención permanente
Capacitar a docentes, asistentes y estudiantes en resolución pacífica de conflictos, así como realizar campañas de sensibilización, son medidas que fortalecen la cultura del buen trato. La prevención debe ser constante y parte del ADN del establecimiento.
Espacios seguros para aprender
La psicóloga Camila Ovalle insiste en que los colegios deben ser lugares de aprendizaje no solo académico, sino también social y emocional. Y eso solo es posible si existen ambientes seguros, donde prevalezca el respeto, la empatía y la contención.
En un contexto en que las cifras de violencia escolar aumentan y las comunidades educativas se sienten muchas veces desbordadas, contar con herramientas claras, protocolos bien establecidos y una mirada preventiva puede marcar la diferencia entre la reacción tardía y una respuesta transformadora.