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Osteoartritis en mascotas: la enfermedad silenciosa que afecta a perros y gatos y cómo detectarla Mascotas Crédito: El Mostrador.

Osteoartritis en mascotas: la enfermedad silenciosa que afecta a perros y gatos y cómo detectarla

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Aunque suele confundirse con envejecimiento natural, la osteoartritis provoca dolor crónico y limita la movilidad en animales mayores. Expertos advierten sobre sus señales más comunes y destacan nuevas terapias biológicas que están cambiando el manejo del dolor en veterinaria.


Que un perro deje de correr a saludar o que un gato ya no salte a sus lugares favoritos puede parecer un signo más de la edad. Sin embargo, detrás de estos cambios de comportamiento podría esconderse la osteoartritis, una enfermedad articular degenerativa y progresiva que afecta silenciosamente a la mayoría de las mascotas adultas. Con síntomas sutiles y, muchas veces, inadvertidos, esta patología se ha convertido en una de las principales causas de dolor crónico en perros y gatos.

La osteoartritis es una enfermedad que deteriora el cartílago articular, generando inflamación y dolor. En los animales de compañía, su aparición está estrechamente relacionada al envejecimiento, aunque también puede deberse a lesiones previas, sobrepeso o predisposición genética.

Las cifras son contundentes: se estima que el 60% de los gatos mayores de seis años y el 80% de los perros mayores de ocho presentan algún grado de osteoartritis. Aun así, gran parte de los tutores no reconoce los signos, principalmente porque los animales tienden a disimular el dolor o porque sus cambios de conducta se interpretan erróneamente como “baja de energía”, “flojera” o simple vejez.

Los gatos, en particular, suelen ocultar el malestar. Cuando dejan de trepar, evitan subirse a muebles o pasan más horas durmiendo, podrían estar manifestando dolor articular. Los perros, en cambio, suelen mostrar señales más visibles: dificultad para ponerse de pie, rigidez al caminar o menos interés por el juego o los paseos.

Las señales que deben alertar a los tutores

La recomendación de especialistas es sencilla: observar con más atención. Algunos comportamientos que podrían indicar osteoartritis son:

  • Menos disposición para jugar o moverse.

  • Dificultad para saltar, subir escaleras o subirse a la cama.

  • Evitar superficies altas en el caso de los gatos.

  • Cambios en el sueño o mayor aislamiento.

  • Caminatas lentas, rigidez o cojeras leves.

Estos síntomas no siempre aparecen en forma brusca, sino que progresan de manera sutil. Por eso, muchas veces pasan desapercibidos hasta que el dolor es significativo.

Tratamientos tradicionales y las limitaciones del manejo clásico del dolor

Históricamente, el tratamiento de la osteoartritis en veterinaria se ha sostenido en antiinflamatorios y analgésicos. Si bien pueden ser útiles, no están libres de efectos adversos, especialmente en animales mayores o con otras condiciones de salud, que son justamente quienes más requieren tratamiento continuo.

A esto se suma que la osteoartritis no tiene cura: solo es posible manejar el dolor y mejorar la movilidad. Por tanto, la necesidad de terapias más seguras y duraderas siempre ha sido una preocupación en la práctica veterinaria.

En los últimos años, la medicina veterinaria ha incorporado avances que están transformando el abordaje de esta enfermedad. Una de las innovaciones más relevantes es el uso de anticuerpos monoclonales, una terapia biológica diseñada para actuar directamente sobre la molécula responsable de generar dolor: el factor de crecimiento nervioso.

En Chile, destacan dos tratamientos desarrollados específicamente para mascotas: Solensia®, para gatos, y Librela®, para perros. Ambos se administran mensualmente mediante una inyección y ofrecen un alivio sostenido del dolor, con menor probabilidad de efectos secundarios en comparación con terapias convencionales.

Según especialistas del área, estas soluciones están permitiendo que perros y gatos recuperen movilidad, vuelvan a jugar y retomen rutinas que habían abandonado debido al dolor articular. Para los tutores, el cambio también es significativo: mejora la convivencia, el vínculo y la calidad de vida compartida.

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