
Burbuja digital urgente
Durante más de 50 años, los colegios Waldorf han pedido a padres y madres que hagan el esfuerzo de criar a sus hijos sin pantallas. Por supuesto, tampoco se admiten en el colegio, en ningún espacio u horario.
Antes la misión imposible era evitar la tele en casa. Y era más difícil sostener este estilo de crianza cuando arreciaba la crítica de los demás, parientes y amistades, ajenos a este tipo de educación. “Estás encerrando a tu hijo en una burbuja”.
Desde que aparecieron los smartphones y las redes sociales, hace 15 años, la exposición se ha extendido masivamente y a tempranas edades. Estamos hablando de internet, especialmente en teléfonos móviles con juegos y redes sociales.
Evitarlos es tarea difícil pues la crianza puede ser agobiante, especialmente cuando no hay redes de apoyo, el hogar es monoparental y con pocos recursos. También estamos frente al fenómeno creciente del hijo único. Muchos padres/madres entregan el teléfono a sus hijos, incluso guaguas, para poder descansar uno momento, mientras los pequeños ven “monitos” aparentemente inocuos. Pero no lo son.
Educar a los niños sin pantalla es un esfuerzo enorme, pero pronto da frutos. Los pre-escolares crecen más tranquilos y regulados con rutinas que con pantallas. Por el contrario, entregarles el teléfono implica entrar en un círculo vicioso, pues cada vez serán más intranquilos y dependientes, dormirán peor y no serán capaces de entretenerse con estímulos “lentos”, como los de la realidad analógica. Por eso los propios magnates tecnológicos en Silicon Valley (que conocen el impacto negativo de sus productos en la crianza) eligen colegios sin pantallas para proteger a sus hijos.
En estas últimas semanas, la evidencia ha sido contundente y está cambiando la percepción. El reciente estudio de Spiens Lab (Thiagarajan, Newson y Swaminathan) realizado entre 130 mil jóvenes de 59 países, demuestra claramente lo que se temía: estas tecnologías son adictivas, afectan el desarrollo cerebral, impactan negativamente las capacidades socioemocionales e intelectuales y aumentan el riesgo de sufrir patologías psicológicas y tener conductas autodestructivas.
Afortunadamente muchos países están ya prohibiendo el uso de teléfonos móviles en los colegios. En Chile, la Comisión de Educación del Senado acaba de aprobar esta misma restricción, que ojalá pronto sea ley. Sólo falta que los padres y madres también entendamos que esta protección es urgente. Que darle un celular a un pre-escolar es tan grave como ponerle alcohol a la mamadera. Que las redes sociales tienen tantos peligros para un joven menor de 14-16, como la calle por la noche.
Mientras más años de infancia le ganemos a esta exposición, más posibilidades estaremos dando a nuestros hijos de crecer sanos, tal como nosotros, que tuvimos la bendita oportunidad de aburrirnos hasta sentir la necesidad de inventar un juego, pintar, chutear, salir a jugar, hacer amigos o, simplemente, pensar en la inmortalidad del cangrejo.
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