
Niños y pantallas: el vínculo entre el mal dormir y problemas de salud mental
El uso excesivo de celulares, tablets y computadores está generando problemas en el descanso, aumenta el riesgo de depresión y afecta el aprendizaje en niños y adolescentes, según especialistas.
El avance de la tecnología ha convertido a las pantallas en parte inseparable de la vida diaria. Para estudiar, trabajar o entretenerse, los niños y adolescentes pasan gran parte del día frente a celulares, computadores y tablets. Sin embargo, esta hiperconectividad trae consecuencias que van más allá del ocio: impacta directamente en el sueño, la salud mental y el bienestar general.
De acuerdo con el psicólogo Sebastián Corral, académico de la Universidad de La Serena, las investigaciones recientes muestran una relación clara entre el uso excesivo de pantallas, la falta de descanso y el aumento del riesgo de depresión en la infancia y adolescencia temprana.
¿Qué dice la ciencia?
Un estudio publicado en la revista médica JAMA Pediatrics demostró que la exposición prolongada a pantallas afecta la cantidad y calidad del sueño en adolescentes, incidiendo en el desarrollo de sus redes neuronales.
“En la adolescencia, las redes neuronales se forman durante el sueño y si no se desarrollan óptimamente se afecta la salud mental. De hecho, este artículo muestra que por cada hora adicional de uso de pantallas, aumenta en un punto la probabilidad de tener depresión en adolescentes”, explicó Corral.
El especialista advirtió que una mala calidad de sueño en la adolescencia no solo afecta el presente, sino que puede aumentar las probabilidades de desarrollar demencia en la adultez, debido a que el descanso profundo es clave para eliminar toxinas cerebrales relacionadas con enfermedades neurodegenerativas.
El impacto en la vida escolar y familiar
De acuerdo al académico, la problemática tiene directa relación con el horario en que las personas se exponen al estímulo visual de las pantallas, argumentando que “los niños de 8 a 10 años están todo el día en el colegio y llegan a sus casas alrededor de las 19:00 horas, momento en que pueden usar estas pantallas para hacer tareas o a modo de recreación, pero al ser niños necesitan al menos 10 horas de sueño y considerando que entran a clases a las 8 de la mañana, deberían dormirse entre las 20:30 y las 21:00 horas, por lo que deberían dejar de exponerse a las pantallas una hora y media antes de dormir”.
Y agrega que “con los adolescentes no es muy distinto, ya que necesitan de 8 a 9 horas de sueño. El problema es que la mayoría utilizan pantallas antes de dormir o incluso tienen sus teléfonos en el velador o debajo de la almohada”.
Este mal hábito repercute también en el rendimiento académico, ya que la consolidación del aprendizaje ocurre durante el sueño reparador. En países desarrollados, recordó el académico, los colegios comienzan más tarde para favorecer este proceso fisiológico.
Dependencia digital
Más allá del efecto en el sueño, el uso de pantallas puede generar conductas compulsivas. Aplicaciones como TikTok o Instagram ofrecen contenidos cortos y altamente adictivos que activan los circuitos de recompensa del cerebro, dificultando que los niños y adolescentes puedan detenerse.
Además, existe el riesgo de exposición a contenidos inapropiados, ciberacoso o grooming, lo que refuerza la necesidad de que padres y cuidadores regulen el acceso y acompañen el uso responsable de las pantallas.
El especialista en neurociencias entregó algunas recomendaciones para mitigar los efectos negativos del uso excesivo de pantallas:
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Establecer horarios definidos.
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Usar apps de control parental.
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Fomentar actividades de ocio sin pantallas.
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Dar el ejemplo como adultos, regulando también el propio uso de celulares y computadores.
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Supervisar no solo el tiempo de conexión, sino también el tipo de contenido al que acceden los menores.
De esta manera, promover un uso responsable de la tecnología y priorizar el sueño reparador puede marcar la diferencia para proteger la salud mental, el bienestar emocional y el desarrollo cognitivo de niños y adolescentes.