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¿Qué priorizar (y qué evitar) en la formación de un niño en sus primeros años? Opinión

¿Qué priorizar (y qué evitar) en la formación de un niño en sus primeros años?

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Geraldine Jara
Por : Geraldine Jara Directora de la carrera de Educación Parvularia UNAB.
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Un niño inquieto no tiene un problema, tiene energía vital, tiene 5 años, por ejemplo. Una niña que está distraída a los ojos del adulto no es un diagnóstico, es alguien que necesita juego, conectar con su cuerpo y vínculo para aprender. Sin embargo, hoy pareciera que olvidamos esa verdad esencial.

Desde los tres años, y a veces antes, muchos niños y niñas son sentados más horas de lo que resiste naturalmente su interés, siguiendo métodos para aprender a leer y escribir antes de tiempo, aunque años después las mediciones estandarizadas digan una y otra vez que esas prácticas han fallado.

¿De qué sirve adelantar procesos y frustrar a las familias tan tempranamente si no estamos logrando aprendizajes profundos ni duraderos?, ¿Por qué existen guardianes de hacer una y otra vez, fielmente, cosas que nos llevan siempre al mismo lugar? ¿Por qué insistir en sentar a los niños cuando su cuerpo para madurar necesita explorar, moverse, imaginar y crear?

Forzando las cosas generamos “problemas de atención”, “dificultades de aprendizaje”, “ella no se concentra” o “él se mueve mucho”, cuando en realidad, exigimos lo que no corresponde aún.

Incluso nosotros, los adultos, vivimos rodeados de estímulos, intentando concentrarnos entre múltiples pantallas y mensajes que hay que contestar ya.

Si queremos formar lectores y pensadores, cultivemos experiencias significativas, conversaciones reales, momentos compartidos, leamos con ellos, no para que lean corriendo, sino para que amen las historias que leen juntos y la conexión que descubren.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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