¿El Granma llegó a su destino? Las dos caras de la revolución de Fidel Castro

Un 25 de noviembre de 1956, el «Granma» abandonaba las costas de Veracruz, en México, con destino a Cuba. Dentro de los 82 tripulantes se encontraba Fidel Alejandro Castro Ruz, que, posterior a eso, se erigiría como el líder de la revolución cubana.

Desmesurado y carismático, el Comandante cautivó a la izquierda europea. Desde su trinchera, la Cuba de Fidel Castro alimentó guerrillas e hizo tambalear gobiernos. Sus escasas fuerzas fueron suficientes para atravesar muros de regímenes peores que el suyo. Bien organizado, puso al mundo occidental en la palma de su mano.

La imagen que proyectaba Cuba de Castro era la de una maravillosa isla en el Caribe. Sin embargo, como indica el diario El País, sus resultados internos eran tristes. Sin democracia, sometida a un régimen represivo y a veces paranoide, su ultradependiente economía se desmoronó y perdió el tren de la tecnología hasta convertirse en un parque arqueológico del socialismo del siglo XX.

Estoico, Castro aguantó todos los embates. Desde la decena de presidentes que pasaron por Estados Unidos al colapso del imperio que alimentó la pesadilla soviética. Ninguno hizo caer a Castro. La crisis de los misiles, ni lo inmutó. Incluso, cuando Barack Obama puso fin al eterno conflicto entre Cuba y EE.UU, Castro mostró su distancia. Y, cuando se pensó que su enfermedad que lo hizo retirarse el 2006 apagaría su fuego de lucha, el mismo Castro se encargó de aclarar que estaba mas vivo que nunca. Hasta el viernes, a las 22.29 horas.

Castro entró al descanso eterno como un vencedor. Rodeado de lo que había fundado, apoyado en las bases de su histórico régimen. Régimen que era la idea principal del grupo que desembarcó con el Granma, un barco que buscaba un mundo mejor.