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A paso lento, pero seguro Yo opino

A paso lento, pero seguro

Anna Hanke
Por : Anna Hanke Directora de Formación
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Desde el año pasado, la presencia femenina logró tomarse la agenda pública gracias a las manifestaciones feministas que esta semana vuelven a tener protagonismo en el marco de la conmemoración del 8 de marzo, “Día Internacional de la Mujer”. Las marchas feministas pusieron sobre la mesa la realidad en la que viven las mujeres en Chile, e independiente de si se está de acuerdo o no con las exigencias del movimiento, se logró generar la reflexión de cuál es el rol que tiene la mujer en los distintos espacios de nuestra sociedad actual.

Uno de los ámbitos importantes es el político y, junto con un nuevo aniversario del día de la mujer, se cumple también, la próxima semana, un año más desde la conformación del Congreso bajo el sistema electoral proporcional inclusivo, que incluyó dentro de sus reformas más importantes, la incorporación de una ley de cuotas. Esta prohibió a los partidos postular con más del 60% de los candidatos del mismo sexo, lo cual se tradujo en que un 40% de los candidatos a la carrera parlamentaria debían ser mujeres. Esto trajo como consecuencia que la composición femenina de la Cámara de Diputados aumentara de un 15,8% a un 22,6%, y en el Senado de un 18,4% a un 23,3%

Si bien estos números son buenas señales, aún queda un largo camino por recorrer. El Congreso como órgano representativo de los ciudadanos también de cierta forma representa la diversidad dentro del país, y en ese sentido las mujeres siguen siendo minoritariamente representadas. Sobre todo, si consideramos que ellas conforman más de la mitad de la población del país según las estadísticas del Censo 2017.

La importancia de la presencia de mujeres en política se puede ver desde distintas aristas. En primer lugar, incorporar el punto de vista de la mujer al momento de legislar tiene consecuencias reales en la vida de las mujeres chilenas y en la dirección en que crecerá nuestro país. Muchas de las críticas que hacen los movimientos feministas a las políticas públicas que han existido – y siguen existiendo – en nuestro país, se entienden si pensamos en la poca influencia femenina que históricamente ha existido en el proceso legislativo. Y aunque exista un genuino propósito de mejorar la calidad de vida de las personas en las leyes promulgadas, hay medidas que no se incluyen porque no han sido debidamente representadas.

Por otra parte, la responsabilidad que le cabe al liderazgo político de las mujeres es aún mayor al tener el desafío de representar a la mitad del país en un espacio que históricamente ha sido predominantemente masculino. Esto significa que deberán llevar adelante un proceso de cambios en la toma de decisiones y ser capaces de introducir nuevas ideas que de otra forma no habrían sido tomadas en cuenta. Así como de demostrar que este liderazgo político tiene distintas maneras de manifestarse y no solamente como tradicionalmente se ha visto, es decir como un liderazgo más bien masculinizado.

Finalmente, el lugar que ocupan las 45 parlamentarias (35 diputadas y 10 senadoras), y que también se puede extender a otros cargos políticos, como las ministras y subsecretarias, tiene un rol cultural importante en el ejemplo que dan a otras mujeres. Que una adolescente vea a una mujer presidenta, senadora o diputada, o en cualquier cargo público de relevancia, le permite sentirse identificada, ver un espacio dónde desarrollar su vocación y entender que, en política, hombres y mujeres son iguales en capacidades y oportunidades.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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