BRAGA
La asimetría de género está arraigada en lo más profundo de la convivencia nacional. Tal es su impronta, que ni siquiera las mujeres hemos podido dimensionar del todo los costos que ello significa, debido a un aprendizaje sistemático que subordina al sector femenino a un orden social inequitativo.
Sin embargo, a propósito del movimiento feminista, el estallido social, y las demandas de las mujeres, la paridad se ha levantado como un objetivo para participar en igualdad de condiciones frente al proceso constituyente, lo que es, sin duda, un avance.
[cita tipo=»destaque»] Una nueva conmemoración del 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, es una oportunidad para interpelar a los hombres, para que se miren y observen la obsolescencia en sus estrategias de transformación social. [/cita]
Por lo tanto, lograr que la diversidad del universo de mujeres en Chile, tengan las mismas oportunidades que los hombres, implica modificar las concepciones educativas en la familia, en el sistema educacional en todos sus niveles, en los medios de comunicación, en el mercado laboral, sistema político, en la cultura, en la ciencia, en las concepciones religiosas, en el medio ambiente; es decir, un cambio integral de un ecosistema social evidentemente desgastado.
En los últimos meses la violencia, la rabia, el delito y la fuerza policial muestran la vigencia de los modos masculinos de enfrentar los conflictos y las formas extremas de contrarrestar el malestar de la ciudadanía movilizada.
Una nueva conmemoración del 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, es una oportunidad para interpelar a los hombres, para que se miren y observen la obsolescencia en sus estrategias de transformación social. Para ello, la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres como objetivo transversal en la sociedad chilena es un inicio para negociar, dialogar, acordar y transformar el paradigma. Por eso, la paridad sí importa.
