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Nosotras las locas Yo opino Crédito: Agencia Uno

Nosotras las locas

Javiera Arrate
Por : Javiera Arrate Periodista. Interesada en temas de género, relaciones y posmodernidad. Instagram @javiarrate
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Estoy en el departamento de una amiga. Voy a la cocina y cuando vuelvo, su pololo, un amigo y ella hablan de una mujer, pareja de un amigo de ellos que “está loca”, tomo atención a lo que estoy escuchando, son varios minutos donde es ella la que merece el adjetivo de loca en la relación que llevan. Interrumpo “Oigan y por qué ella es la loca, cómo es él?”, todos me hacen un gesto del tipo ufff, mi amiga dice que totalmente trastornado, loco. Los amigos, amigos de él también aseveran.

Hace cinco años, tuve una cita con un hombre de Tinder, de inmediato empezó a hablar de que su ex estaba loca, la loca esa. Desde mi desconocimiento pensé “pobrecito, debe tener pena”, lo seguí conociendo, sus problemas depresivos lo sobrepasaban. Me bastó una salida a bailar, para darme cuenta que era imposible para mí estar con alguien como él, me encontré con un amigo y bailamos mientras él fue a comprar, un celoso que me podría haber hecho enloquecer fácilmente. ¿Era su ex una loca realmente?

La locura siempre se ha ligado a lo femenino. Pero, no nacimos locas, son los discursos masculinos los que nos han hecho “enloquecer”. Esa masculinidad que cree que puede mentir, engañar, porque es superior. Un legado del patriarcado que ha sido motor de lo masculino. Qué hay de esas historias de “voy a comprar cigarros y vuelvo”, padres que salieron para nunca más volver. Escuché la historia de una señora “voy a cortarme el pelo”, le dijo el marido dejándola con dos hijos, nunca más supo de él.

[cita tipo=»destaque»] Aunque estamos en camino a la igualdad, sabemos que ser hombre o mujer sigue significando una experiencia distinta y que lo femenino carga con la locura y la irracionalidad. Que hay de ese otro mito: “las mujeres son complicadas”.  [/cita]

La verdad es que les debe haber dado miedo, una suerte de pudor que no fue capaces de afrontar. ¿Qué pensó esa mujer abandonada? Posiblemente llenó su cabeza de historias, la angustia creció y se culpó, la culpa es de lo femenino. Está presente desde que Eva tiene la culpa de que Adán pierda el paraíso. La desobediencia, el desacato, es un crimen que pertenece a lo femenino. “Debe haber sido porque hice esto, no fui lo suficientemente buena…”. Este es el que denomino discurso enloquecedor de la masculinidad, a veces un discurso explicito, otras la omisión, como en estos casos. La mentira, si es que puede estar y tengo ese poder, el de engañarte.

En la consulta de un psicólogo, una mujer se está divorciando. Le decía a su marido que sentía que coqueteaban y se gustaban con una amiga. Le decía “estás loca, estás imaginando cosas”. A ella le están negando una experiencia que sabe, es real. Él le pide el divorcio a ella y le dice que efectivamente, está con la amiga. Ella le reclama, le dice qué cómo es posible, si le dijo que no, que incluso estaba loca. Le contesta que ya se están divorciando que por qué repara en esos detalles. Un discurso de lo más enloquecedor que hay, acaso ese tipo de respuestas le caen bien a alguien que está desarmando un matrimonio, con una situación que le aseguraron era falsa y que no estaba en sus capacidades mentales frente a lo que estaba asegurando, que resultó ser cierto. El patriarcado ha ideado una división de género en la que ha situado la razón en los hombres y la irracionalidad en las mujeres. Piensan ellos, que al estar ellas tan conectadas con sus emociones, exageran o pierden la noción de la realidad y eso inmediatamente las pone en el lado de las locas.

Una mujer le pide a un hombre, con el que sale hace dos años que quiere pololear con él, formalizar. Él le contesta que no puede que no es capaz. Ella ya está algo agotada de la situación, quiere cortar. ¿Cuál es el problema masculino del reconocimiento de pareja? Es acaso la opción de poder eventualmente encontrar algo que les parezca mejor. Ella decide decirle que corten. Él la llama dos días después contándole que compró pasajes para que vayan a México de vacaciones en tres meses más. ¿Cómo no va a enloquecer ese tipo de conductas? O sea, no es capaz de tener una relación con ella, pero si de proyectarse en tres meses más en un viaje. Pienso que es para quedar bastante desconcertada. Por otra lado, si una chica sale con alguien durante meses, encuentros que no son solo sexuales sino que afectivos. Él le dice a ella que no se confunda, que “no son nada”, no es una forma de decirle que está loca también? Por más deconstruido que pueda creerse, hay que cuidar la línea de lo que es un hombre tratando de deconstruir el amor romántico y un machista.

El año pasado me fui de vacaciones, el hombre con el que mantenía un vínculo amoroso me dijo una profunda frase que develaba lo que los tiempos podían otorgar. Aunque sabía yo, que se trataba de una frase completamente adornada, me pareció bien articulada y la recibí bien. Cuando más adelante lo vi, le comenté lo que él dijo. Además, de sus conductas evitativas me respondió “yo dije eso? Qué horror”. Dudó de algo que efectivamente me dijo, puso en duda lo que yo viví con esa frase. Podría haber ido a su lupa de Whatsapp y escribirla, ahí estaría, 1 de agosto de 2019. No es acaso un poco enloquecedor que te nieguen o rehúsen de sus textos?

Aunque estamos en camino a la igualdad, sabemos que ser hombre o mujer sigue significando una experiencia distinta y que lo femenino carga con la locura y la irracionalidad. Que hay de ese otro mito: “las mujeres son complicadas”. Los textos masculinos están llenos de señales ambiguas, frases poco claras. La posición masculina sigue siendo la de lo racional, después de que nosotras regañemos el que no fueron claros o algún tipo de asunto que nos esté enloqueciendo recae en los: “no te acuerdas bien, por todo armas un problema” o “eres tan dramática”, una de mis frases favoritas. Pienso que en algún minuto creí completamente que mi percepción de la realidad se podía deber a un exceso de dramatismo, otras creen que es su culpa. Y que efectivamente ellos son los dueños de la razón y ellas percibieron todo mal.

Creo que llegó la hora de terminar de escuchar de las locas, de esa ex loca que te cuentan, que en cualquier minuto vas a ser tú. De las dramáticas, de todas ellas que “enloquecieron” con sus embauques, omisiones y desconocimientos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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