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Un Ministerio Invisible Yo opino Créditos: Agencia Uno

Un Ministerio Invisible

Camila Avilés
Por : Camila Avilés Vicepresidenta Nacional de la Mujer DC
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Asesinaron a una mujer. Nuevamente. Y parece que no importara. Más allá de los lamentos de muchas personas cuando ven esta triste, pero habitual historia en los noticiarios, uno esperaría que el Estado respondiera. Pero no. Y es lamentable, porque así ha sido cada reacción de nuestras autoridades. Ausente, negativa, invisible. Nadie puede decir que esto no lo han visto venir porque la violencia contra la mujer está plasmada de forma negligente en nuestra sociedad. Y lo está con respuestas inaceptables, tardías y hasta denigrantes.

Es impactante lo desaparecido, entre tanta necesidad, que está el Ministerio de la Mujer. Es evidente que para el presidente Piñera la línea programática en relación a la mujer y la equidad de género no es prioridad. ¿Tampoco lo es para la Ministra Mónica Zalaquett? ¿No lo fue también para las tres ministras anteriores? Así parece.

[cita tipo=»destaque»] Tuvieron la oportunidad para demostrar, con acciones, que sus promesas de gobierno existían por “algo” y ya es tarde. Espero que no sea lo suficientemente tarde para las mujeres de Chile que claman con urgencia la presencia de un ministerio que, de verdad, las proteja. [/cita]

Es así, como en momentos tan críticos, hasta el ministerio de ciencia y tecnología ha aparecido más, que aquel que se debería encargar de enfrentar de manera efectiva las alarmantes cifras de VIF y violencia de género durante este periodo, así como del ascenso del sostenido de víctimas de femicidio, en medio de tanto dolor por casos como el de Antonia y el de Ámbar, donde, más allá de empatizar de manera circunstancial, no se aprecian acciones concretas para evitar que esto vuelva a suceder.

Que decepcionante es observar que, pese a que nunca se esperó mucho de un gobierno que no ha querido reconocer los plenos derechos mujer, aún avance a paso firme en esa línea. Y no es exageración, ya que existe una batería de ejemplos.

La dilatación de la puesta en marcha del protocolo de interrupción voluntaria del embarazo, llegando incluso al Tribunal Constitucional -siendo ley- para que inconsecuentes instituciones, se pudieran objetar de conciencia, pese a cumplir con todo lo procedimental establecido para su ejecución. Ellos estaban al margen de la ley. Así mismo, y con vergüenza, la ex ministra Isabel Plá, en plena acusación constitucional, celebraba que Chile tenía “el mejor ranking de femicidios de la OCDE”, como si dar una declaración a los medios hablando de números fuese algo digno de destacar. Lo mismo cuando esa misma ministra y el propio gobierno, decidieron guardar silencio ante comprobados casos de violaciones a los derechos humanos cometidos a mujeres durante el estallido social, incluso con informes cruentos que relataban los hechos de abuso a las que fueron sometidas.

No existen mayores políticas de prevención, ni tampoco una real coordinación entre el poder judicial y el Estado, y la ministra que encabeza ese ministerio fantasma, observamos como calla, avalada por un gobierno indolente que no tiene a las mujeres en la fila. Esto, demostrado hace muy poco, con el permanente rechazo a patrocinar el post natal de emergencia, e incluso, retractándose de solicitar que a los deudores de pensiones alimenticias se les retuviera el 10% de las pensiones.

Tuvieron la oportunidad para demostrar, con acciones, que sus promesas de gobierno existían por “algo” y ya es tarde. Espero que no sea lo suficientemente tarde para las mujeres de Chile que claman con urgencia la presencia de un ministerio que, de verdad, las proteja.  Todo esto mientras el femicidio está a la orden del día.

Esperamos no volver a escuchar que esto no lo vieron venir, porque las mujeres se cansaron. La justicia llega tarde, si es que llega, y nuestras autoridades no han estado a la altura de este escenario que afecta a hijas, hermanas, madres y abuelas. Algunas ya partieron, este año van 22. A no olvidar esas historias.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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