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El grito desesperanzado de las niñas y mujeres de Afganistán Yo opino

El grito desesperanzado de las niñas y mujeres de Afganistán

Paulina Ibarra
Por : Paulina Ibarra Directora Ejecutiva Fundación Multitudes Integrante Comisión Asesora Contra la Desinformación
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Después de la ratificación de retirada de las Fuerzas Armadas estadounidenses de suelo afgano este año y a medida que Estados Unidos ha dejado espacio, los Talibanes recuperaron territorio y este domingo 16 de agosto ingresaron a Kabul, capital de esa nación. Con la caída del Presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, quien renunció, los Talibanes tomaron el control del país y declararon el fin de la guerra.

Afganistán ahora está en manos de los Talibanes, iniciando un momento crítico en la historia del país y del mundo, especialmente para las mujeres y niñas afganas, cuyas vidas están amenazadas.

Cuando los Talibanes mantenían el poder entre 1996 y 2001, las mujeres podían salir en público sólo con la compañía de un hombre de su familia y con el cuerpo totalmente cubierto, no tenían acceso a educación, no podían trabajar, su participación en la vida política era casi nula y eran brutalmente castigadas por desobedecer las leyes islámicas, siendo algunas de ellas ejecutadas. Incluso, una vez fuera del poder, los talibanes aún asfixiaban las voces de libertad de las niñas y mujeres. Recordemos  que en el año 2012,  Malala Yousafzai fue tiroteada en Pakistán por los talibanes por defender el derecho a la educación de las niñas.

[cita tipo=»destaque»] Mientras el Consejo de Seguridad se reúne de emergencia para abordar la crisis de Afganistán, miles de personas llenan las pistas del aeropuerto de Kabul literalmente aferrándose a la libertad. [/cita]

Este recuerdo sigue presente y muchas mujeres y niñas ven rotos sus sueños  y esperanzas de libertad. Aunque los principales líderes de los talibanes han afirmado en medios de comunicación y ante la comunidad internacional que respetarán sus derechos, en solo horas nos han demostrado lo contrario.

A inicios de julio en la ciudad de Kandahar los talibanes obligaron a las mujeres que trabajaban en el Banco Azizi  a abandonar sus puestos, señalando que estos serían ocupados por sus parientes hombres. Ese mismo mes, en las provincias de Badakhshan y Takhar, los talibanes ordenaron que se les entreguen listas con los nombres de adolescentes y jóvenes mujeres mayores de 15 años para que se casen con sus guerreros. En Kabul, tras la captura de la capital por parte de los talibanes, estudiantes universitarias mujeres fueron evacuadas de sus dormitorios ante la amenaza de ser golpeadas por no usar burka. En tanto, a un día de la caída de Kabul, los talibanes le dijeron a una periodista extranjera que podía trabajar en público sólo si usaba la correcta vestimenta, es decir todo el cuerpo cubierto, incluida la cara y las manos.

Estos hechos, despertaron terror en las niñas y mujeres en Afganistán, y en la comunidad internacional, porque ahora están solas, porque los propios hombres afganos les han  negado ayuda, ya que apoyan abiertamente a los talibanes o temen ser castigados.

En este marco, hoy muchas mujeres buscan huir del país, destruyendo sus documentos personales, títulos universitarios, premios académicos, todo lo que las identifica y es contrario a las leyes impuestas por los talibanes en un intento por salvar sus vidas.

Lo que debemos entender es que no estamos hablando de lo que podría pasar con los talibanes en el poder, mientras estas líneas son escritas, porque lo realmente grave, es que millones de  niñas y mujeres hoy están ocultas, lejos de sus hogares o en manos de los talibanes viendo aterrorizadas como sus logros,  sueños y libertad son destruidas.

A fines de julio pasado un reporte de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán reveló que más mujeres y niños murieron y resultaron heridos en ese país en la primera mitad de 2021 que en los primeros seis meses de cualquier año desde 2009, con un incremento crítico desde mayo, y hace una semana la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, ya alertaba de crímenes de lesa humanidad con restricciones a los derechos humanos en áreas controladas por los talibanes, especialmente en contra de las mujeres.

Esta declaración deja en evidencia que el catastrófico escenario que actualmente presenciamos era previsible. Naciones Unidas y los Estados interesados tenían datos de inteligencia que mostraban que ante la retirada de fuerzas extranjeras de Afganistán los talibanes capturarían rápidamente el poder, imponiendo su forma de gobernar contra las libertades conquistadas por las y los afganos desde 2001, especialmente quebrantando los derechos de niñas y mujeres, y a pesar de ello no se tomaron las medidas necesarias para proteger a esta población vulnerable.

Mientras el Consejo de Seguridad se reúne de emergencia para abordar la crisis de Afganistán, miles de personas llenan las pistas del aeropuerto de Kabul literalmente aferrándose a la libertad, ante lo cual el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, hizo un llamado a la comunidad internacional, evocando los grandes fracasos pasados en la garantía de la paz y la seguridad internacional: “No podemos ni debemos abandonar al pueblo de Afganistán”.

Muchos especialistas comparan las fotografías que llegan desde Kabul a la caída de Saigón en 1975, pero pocos hablan de las desgarradores similitudes con las imágenes de los inicios del genocidio de Ruanda en 1994, cuando la comunidad internacional abandonó a los ruandeses a su suerte resultando ello en la pérdida de entre medio millón y un millón de vidas en menos de 3 meses. Estamos a tiempo de evitar que esta tragedia siga escalando. No volvamos a cometer los mismos errores.

Las grandes potencias representadas en el Consejo de Seguridad deben tomar las medidas necesarias para proteger los derechos de las niñas y mujeres de Afganistán, prioritariamente brindando asistencia humanitaria y evacuación de emergencia fuera de su país, mientras la amenaza en su contra continúa, lo que se debe complementar con acciones para una transición pacífica en Afganistán.

Mientras ello ocurre, en todo el mundo, a kilómetros de distancia, todos podemos hacer algo al respecto. Primero, denunciar lo que está ocurriendo en Afganistán, de las privaciones y violaciones que están sufriendo las niñas y mujeres afganas. Segundo, alzar nuestras voces, compartiendo la información verificada de fuentes confiables en nuestras plataformas para que más personas conozcan de la crisis y se ejerza presión para que la ONU adopte medidas urgentes. Por último, invito a todas las personas que puedan a donar en los fondos de emergencia creados por organizaciones internacionales, sin fines de lucro y activistas afganas  para  brindar asistencia humanitaria y evacuar de emergencia a las niñas y mujeres, tales como Women for Women.

No dejemos solas a las niñas y mujeres de Afganistán. Por ellas, nosotras y todas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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