Mientras algunas voces defienden su reconocimiento como una labor legítima que debe ser regularizada, otras advierten sobre sus posibles riesgos.
El 1 de mayo del presente año diversas personas, organizaciones políticas y movimientos sociales se congregaron en Plaza los Héroes por el Día Internacional de Trabajadoras y Trabajadores. En medio de la multitud, se exhibía un gran lienzo negro con la frase “Trabajo Sexual es Trabajo”.
“Estamos aquí para defender los derechos de las trabajadoras sexuales, reivindicar nuestros derechos laborales como trabajadores y trabajadoras”, expresó la dirigente y vocera de Fundación Margen de Apoyo y Promoción de la Mujer, Herminda González.
En medio de la convocatoria, el periodista y director de Radio Universidad de Chile, Patricio López, sostuvo: “me parece maravilloso que las trabajadoras sexuales se organicen porque existe una serie de temas donde la voz de las trabajadoras es muy importante”.
Manifestaciones que hacen recordar el estudio realizado en 2016 por la RedTraSex en 14 países del continente, el cual arrojó que el 70% de trabajadoras sexuales entrevistadas expuso haber sufrido violencia o abuso de autoridad en el ambiente laboral.
En el caso de Chile, el trabajo sexual sigue siendo tema de debate. Aunque ni la Constitución vigente ni el Código Penal lo prohíben explícitamente, el país carece de regulaciones específicas al respecto
‘’La argumentación a favor del trabajo sexual y sus implicaciones éticas, Opinión Jurídica’’ de Gimeno Presa proporciona una visión amplia del debate, abordando tanto las posturas a favor como en contra de su regulación y reconocimiento.
En este sentido, el artículo plantea que el debate sobre el trabajo sexual involucra dos posturas aparentemente incompatibles: aquellas a favor del reconocimiento como legítimo y aquellas que abogan por su abolición.
A favor, se argumenta que debería ser considerado un trabajo legítimo, siempre y cuando sea realizado de manera voluntaria y por adultos en pleno uso de sus facultades. Se sostiene que negar su reconocimiento implica perpetuar desigualdades y excluir a quienes lo practican, afectando sus derechos sociales y económicos. Además, se señalan beneficios como la mejora de condiciones de vida, seguridad laboral, control fiscal y prevención delictiva.
Por otro lado, las y los opositores argumentan que su normalización perpetúa desigualdades de género y fomenta la trata de personas, convirtiendo al Estado en cómplice. Así, el analisis cuestiona la neutralidad ética de la postura a favor del trabajo sexual, siendo considerado no como una opción laboral legítima, sino una forma de explotación. ‘’Es una forma de explotación humana que socava la igualdad entre los sexos y viola los derechos humanos fundamentales. No es simplemente un trabajo como otro cualquiera, sino que perpetúa la desigualdad de género y contribuye a la mercantilización del cuerpo humano’’, acuña el libro The Industrial Vagina: The Political Economy of the Global Sex Trade de Sheila Jeffreys, académica feminista.
Si bien ‘’la argumentación a favor del trabajo sexual y sus implicaciones éticas’’ destaca la importancia de considerar principios como el deber y la virtud en el debate, se plantea que ambas posturas parten de presuposiciones éticas y políticas.
Así, entre las demandas planteadas por las organizaciones en el marco del Día del Trabajador y Trabajadora, se destacó la regulación legal, el reconocimiento social y político, el fin de la violencia institucional y el rechazo a proyectos e iniciativas efectistas que buscan criminalizar el trabajo sexual.
‘’Nuestra profesión es la más antigua del mundo y nos permite sobrevivir. Que cada quién se haga cargo de su moral’’, señalaron desde el Sindicato Ángela Lina.
En relación con esta perspectiva, la escritora Beatriz Espejo en su obra “La prostitución desde una visión transexual”, plantea una reflexión sobre el carácter laboral del trabajo sexual. Espejo argumenta que no es válido negar su naturaleza laboral aduciendo que es una relación asimétrica, ya que esta también está presente en otros trabajos por cuenta ajena. “La explotación está presente en muchos otros trabajos, el hecho de que estos se regulen jurídicamente es lo que permite evitar los tratos abusivos’’.
Es un hecho que el trabajo sexual en Chile es un debate inacabado. En un contexto donde las posturas a favor y en contra chocan, la necesidad de reconocer la diversidad de perspectivas y los derechos humanos fundamentales, se vuelve imperativo. La pregunta es ¿cómo puede la sociedad abordar de manera efectiva las complejidades éticas y sociales que le rodean?.