
Infidelidad consentida o cuckolding: qué es, cómo se practica y por qué algunas parejas lo eligen
Para animar la pasión y renovar emociones, algunas parejas exploran la “infidelidad consentida” o cuckolding. Esta práctica erótica consensuada puede fortalecer la relación si se realiza con comunicación, límites claros y confianza mutua, advierten expertos.
En la vida a dos, muchas relaciones se enfrentan al desafío de la rutina y la pérdida de emoción. Es por esto que algunas parejas exploran prácticas alternativas para reactivar la pasión y conservar la intimidad emocional. Entre estas, la infidelidad consentida, también conocida como cuckolding, ha ganado visibilidad como una vía erótica que, cuando se pacta de manera respetuosa y consensuada, puede aportar renovación al vínculo afectivo.
¿Qué es la infidelidad consentida?
Se trata de una fantasía sexual en la que uno de los miembros de la pareja tiene relaciones sexuales con otra persona, con permiso explícito de su pareja. La intimidad no se traduce en infidelidad emocional, sino en un acto erótico pactado que suele incluir normas de transparencia y consenso. Según GQ México, esta práctica se basa en acuerdos claros y participación mutua, evitando amenazas al vínculo central y diseñando la experiencia como un juego sexual compartido
¿Y qué significa “cuckolding”?
El término “cuckolding” proviene del inglés y se refiere específicamente a la dinámica en la que uno observa (o es informado detalladamente) la relación sexual de su pareja con otra persona. No es voyeurismo, ya que implica una relación emocional y erótica pactada entre los miembros de la pareja. Un informe de Rísbel Magazine destaca que no es una práctica común, y se desaconseja cuando existen inseguridades o celos no resueltos.
Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo, señala al medio argentino Infobae, “en las parejas abiertas, es la fantasía la que completa la historia, prescindiendo del relato real. En el cuckolding el discurso está centrado en cómo fue la experiencia sexual con el tercero y el relato en sí mismo y la fantasía son fuentes de excitación”, profundizó el sexólogo. Según su visión, “el relato entonces se convierte en fetiche. Por supuesto que toda experiencia de este calibre subvierte y cuestiona la monogamia, pero además desafía al vínculo estable a ser respetuosos del acuerdo para no caer en la transgresión de un acto infiel”.
Para el doctor Ghedin, “es necesario entonces poner en claro que ser protagonistas del cuckolding tiene como objetivo conseguir niveles altos de excitación con otras personas, pero para nada deben aparecer celos, reproches ni ningún otro reclamo, en todo caso, si la práctica trae más problemas que beneficios la pareja tendrá que decidir cómo avanzar o terminar con el cuckolding”.
¿Quiénes lo practican?
Esta práctica suele aparecer en parejas largas, con alta confianza y estabilidad emocional. Según el periódico español La Vanguardia, el perfil del cuckold es de un hombre de aproximadamente 46 años y que posee pareja estable desde hace quince años.
Este fenómeno también ha sido identificado en otras fuentes como una fantasía común entre hombres (58%) y en menor medida entre mujeres (30%).
La base del cuckolding es la comunicación sin tabúes. antes de practicarlo, es imprescindible conversar claramente sobre deseos, límites, roles y expectativas. Establecer el marco seguro evita confusiones y protege la relación.
¿Es recomendable?
La respuesta es: depende de la pareja. Rísbel Magazine señala que, cuando hay confianza y objetivos compartidos, esta práctica puede aportar novedad y excitación. Pero la misma fuente alerta que no está recomendada para parejas con problemas de celos o inseguridad, pues el experimento podría generar más conflicto que pasión.
La infidelidad consentida o cuckolding es una práctica erótica que, sin ser para todos, ofrece a algunas parejas una vía para reactivar la pasión, explorar fantasías y fortalecer el vínculo. La clave está en la comunicación abierta, el respeto mutuo y la transparencia emocional. Aunque pueda parecer poco convencional, cuando se lleva a cabo con cuidado y aunque no es una fórmula mágica, puede ser una forma consciente de reavivar el deseo compartido.