
Mujeres indígenas que forjan identidad: el arte de las participantes del Programa Originarias de ONU
Nicole Montero es una orfebre nacida en Arauco, avecindada en Iquique. Ella fue una de las 30 expositoras de la feria Originarias. El evento celebró 9 años del programa Originarias de ONU Mujer apoyado por minera Teck, para empoderar a creadoras indígenas.
[ACTUALIZADA]
-Ayer lloré, lloré, lloré. Y también hice llorar al caballero de Teck, que se emocionó con mi historia -cuenta Nicole Montero (40), expresiva artesana de origen mapuche, nacida en Arauco y radicada en Iquique desde hace 19 años. Ahí, en el norte grande, con “mis hermanas aimaras”, se fue especializando en orfebrería y hoy es dueña de Almapa Artesanías, que confecciona a mano joyas de plata, cobre, bronce y “plata alemana” o alpaca. También sabe de cuarzos y de ágatas. Y de los símbolos de las cosmologías de los pueblos originarios. Todo eso lo vuelca en colgantes, aros, anillos.
-Cómo no llorar si ayer en la tarde le vendí 300 mil pesos a un puro cliente. Se notaba que el hombre sabía. Entendía de piedras. Por la noche llamé al Ernesto y lloré de nuevo, contándole lo bien que me había ido.
Nicole Montero es una de las artesanas que participan de Originarias, una iniciativa de ONU Mujeres y la minera Teck Resorces, que promueve el liderazgo y participación económica y social de las mujeres indígenas. Treinta de ellas estuvieron este fin de semana pasado mostrando y comercializando sus creaciones en el mall Casacostanera de Vitacura, en Santiago. Era la primera vez dentro de los 9 años de existencia que estaban en una exhibición tan importante en la capital y fue una notable manera de celebrar su noveno cumpleaños.
“Lloré, lloré, lloré”
Nicole es pareja de Ernesto, un mecánico industrial que trabajaba en la minería, pero que, al ver el talento de su mujer en la orfebrería y lo bien que se complementaban en el taller, le propuso jugársela por sacar adelante juntos Almapa Artesanías. Hoy es el negocio familiar y fuente de sustento de ellos dos y de su hijo adolescente.
-Fue en 2015. No te niego que me dio julepe eso de jugarnos el todo por el todo y que perdiéramos su ingreso estable. Ya son 10 años que estamos juntos en esto y de nuevo lloro cuando lo pienso -dice, mirándonos con sus enormes ojos, tan proclives a
desbordarse de lágrimas.
Nicole considera que las autoridades no saben valorar el trabajo artesanal. “Creen que basta con ayudarte a poner un ´kiosquito´ para vender tus ´cositas´. No tienen idea que uno no puede vender todo el mes, porque hay que producir lo que vendes. Y los productos son de factura lenta, porque se hacen uno a uno, a mano. Es tan indigno el trato que se da al artesano. Por eso, es tan importante el apoyo de Originarias. Yo participo desde hace tres años, por consejo de amigas aimaras. Siempre subo a Huara, Camiña, Mamila, pueblos del altiplano. Ahí veo que los niños sólo conocen el trabajo de las chacras y los tejidos de las abuelas, por eso voy a los colegios y les enseño algo de orfebrería, para que conozcan y valoren los minerales y las piedras, y los símbolos de sus antepasados”.
Hablar de Orginarias, vuelve a Nicole aún más elocuente.
-Ahí he aprendido el valor del envase, del packing, de la presentación de las joyas. Yo soy muy analógica, así es que el apoyo digital que me han dado ha sido otra clave del éxito. Otro impulso importantísimo son instancias como esta feria, donde uno ve otro nivel adquisitivo y de valoración del trabajo por parte de los clientes. Yo, en 2023, me empecé a creer mucho más mi cuento de emprendedora cuando me invitaron a participar de la feria de Navidad que hizo el embajador de Canadá en el patio de su casa en Lo Curro. Fue sólo una tarde y ¡lo vendí todo! Todo el mundo me celebraba. Apreciaban mis joyas. Gané como 600 mil pesos y al día siguiente fui al centro e invertí todo en insumos. ¿Y adivina? Me lo lloré todo -dice, riéndose de sí misma.
A estos estímulos humanos y de reconocimiento del oficio, Originarias le ha aportado con postulaciones a fondos. “Yo tenía las manos hechas bolsa, casi sin huellas digitales, por el duro trabajo manual. Me daba cuenta de que urgía tener una lavadora de metal. Quería trabajar en plata, no en alpaca, pero necesitaba unos dos millones y medio de pesos para dar el salto. Yo ahorro 50 mil pesos todos los meses, pero siempre hay imprevistos y el ahorro es lento. Pero supe del fondo Caminos de Identidad, postulé y expliqué con todo el corazón por qué quería ser orfebre en plata. ¡Y me lo gané!”.
Ahora tiene la necesaria lavadora de metal, reemplazó un “motor arcaico” que tenía y que contaminaba con polvillo sus pulmones, compró un soplete y la necesaria plata en granalla, que es el material puro. “Dije: chao, living, chao sofás y mesa de centro. Tiré el estar para afuera. Y en ese espacio, instalé taller y sala de ventas. La gente, a veces, llega cuando estoy con las manos en la masa y eso es muy atractivo. A todos les encanta presenciar el trabajo artesanal”.
De Camiña al éxito: Laura Contreras
Dejamos a Nicole, vendiendo sus joyas, empoderada, emotiva, intensa. Orgullosa de sí misma y de sus logros. Uno de ellos es contar con el carné de artesana que le entregó el Ministerio de las Culturas y que impide que sea tratada como comerciante ambulante, cuando se instala en una plaza o en un espacio público a vender sus productos. “No sé si funciona en todas las regiones, pero nosotras lo tenemos y es un reconocimiento estatal importante”, dice, y llora de nuevo.
En suma, Nicole, ha logrado todo lo que Gabriela Rosero, Jefa de Oficina de ONU Mujeres, describe como los objetivos de Originarias, cuando le pedimos que profundice en ellos. Dice:
-Tras nueve años de implementación, la evaluación del Programa Originarias es altamente positiva. Ha contribuido a fortalecer las capacidades y liderazgos de mujeres indígenas en distintos territorios, promoviendo su participación en espacios de toma de decisiones y su integración a circuitos económicos sostenibles. Más allá de los números, el programa ha logrado incidir en políticas públicas, visibilizar la diversidad cultural y avanzar hacia un desarrollo con identidad, equidad y sostenibilidad. Hoy, Originarias es reconocido como una experiencia pionera en América Latina por su enfoque intercultural e interseccional.
Herman Urrejola, director de Gestión Social y Medio Ambiente de la minera Teck en Sudamérica, responde respecto de lo mismo: “Originarias, ha sido una alianza pionera entre Teck y ONU Mujeres, y se ha consolidado como un modelo único y transformador en la industria minera y en el ámbito del desarrollo”.
En lo más específico, afirma:
-Desde su creación, ha generado impacto, con especial fuerza en la Región de Tarapacá, que hoy es el núcleo simbólico y operativo de la iniciativa. El Centro Originarias es el primer espacio de empoderamiento indígena en Chile y eso nos da mucho orgullo. El Centro busca fortalecer habilidades, promover redes de apoyo y convertir a las propias mujeres en protagonistas de su desarrollo, visibilizando y valorando su cultura y patrimonio.
Pan con ajo, con orégano, con aceitunas; pulpo ahumado al vacío, sal de mar con los más diversos sabores y aderezos es, entre otras delikatessen, lo que exhibe y vende en su puesto de Originarias en Casacostanera, Laura Contreras (67).
Madre de 7 hijos, con 9 nietos y 4 bisnietos, acaba de superar un cáncer. “Ahora estoy con quimio preventiva; lo malo ya pasó”, afirma. Pero bajo su tradicional sombrero de paja encintado, se adivina cómo y cuánto se le cayó el cabello.
Nacida en Camiña, tiene una historia que daría para escribir una novela de mil páginas y más, que ella cuenta con pelos y señales.
Banquetería, ¿en Camiña?
A modo de resumen, digamos que, buscando mejores horizontes, emigró con su mamá en los años de la dictadura al sur. “A ella la consideraron política y tuvimos que irnos; ya estaba separada de mi papá. Vivimos en Viña del Mar, pero finalmente una tía nos recomendó venir a Santiago. A Lo Hermida”.
Ahí tiene su casa hasta ahora, la que hoy ocupa su hija mayor. Son 4 mujeres de una primera convivencia que surgió en La Vega, donde, “siendo lolita se me ocurrió ir a vender matute de la Zofri, que entonces era novedad. Compraba en Iquique relojes Seiko, joyitas para lolitas, y se las vendía a los comerciantes de La Vega. Ahí conocí al padre de mis hijas, que era veinte años mayor que yo. Nos juntamos”.
Prosperaron. “Yo era su mano derecha, porque soy seca como comerciante. Sé regatear. Conseguir buenos precios”. Pero, cuando ella dejó de trabajar, “el hombre miró para el lado y me dejó por otra de la mitad de mi edad. Estuvimos juntos 18 años. Yo me achaqué mucho cuando me abandonó. Sentí que había fallado como mujer. Fue como si se me hubieran juntado el cielo y la tierra”.
Pero ser madre obliga. Cuenta que sacó a relucir su talento para hacer alfajores y dulces tradicionales, como le había enseñado su abuela en Camiña. Su buena mano agarró fama en Peñalolén. Y sus amigas la impulsaron a tomar cursos de gastronomía.
-Yo entonces era simpatizante decé y el alcalde de la época, , me dijo si era capaz de armar un cóctel para 50 personas. Como yo conocía a todo el mundo en La Vega, sabía dónde conseguir lo mejor y más barato, le dije que sí. Invité a unas amigas, arrendamos vajilla y así partí con servicio de banquetería.
Su pisco sour con limón de Pica, su salsa huancaína, el uso del mango y la guayaba, hacían la diferencia. Entre medio de tantos afanes, conoció a un nuevo amor. Seis años menor que ella, fue el padre de sus dos hijos varones y de Tavita, su hija menor, que, al igual que uno de sus hermanos, estudia medicina en Cochabamba.
-Cuando supe que mi papá, que vivía en Camiña, había enfermado de la próstata y no podía cultivar sus ajos, le dije a mi marido que fuéramos a ayudarlo. Fue el año 2000. Ahí descubrimos que no había pan en Camiña y nos instalamos con una amasandería. Yo llevé mi horno y mis herramientas. Hasta 150 piezas de vajilla llevé pensando que podía seguir con la banquetería.
Nada de eso resultó. Su conciencia social, dice, le jugó en contra.
Al rico pan
La familia emigró a Alto Hospicio, donde se instalaron en una mediagua precaria. Ahí su pareja enfermó. “Era sureño de pulmones débiles; el trabajo en Collahuasi lo dañó y en tres meses estaba muerto”.
Las pellejerías y el nivel de pobreza de la viuda Paulina y sus tres hijos pequeños es digno de un cuento de Dickens. Nuevamente, fue el pan amasado el que le permitió alimentar a la familia. Desde entonces, con creatividad y empeño, ha ido superando su crítica situación económica y mejorando la casa de Alto Hospicio.
-Se me ocurrió ir a la fiesta del Tambo en Cavancha. De nuevo recurrí a viejos conocidos para conseguir suministros. Hice carapulcra y otras especialidades. Me fue bien y logré hacerle el radier a mi casa en Alto Hospicio. Después le construí el baño. Con otro evento, compré camas para mis hijos.
También creó su marca Sumaq “Anta”, que significa delicioso pan, en idioma quechua, según nos explica. Fue una tejedora aymara la que le habló de “Originarias”. Y se integró al proyecto. Cuenta que lo mejor son los cursos. “Nunca hay que dejar de aprender”. Y las oportunidades de vender como esta feria en Casacostanera. “Yo asisto a todo cuanto me invitan. Porque te pagan pasajes, alimentación, como ahora. Es harto trabajo. La joya que no se no se vende, no se echa a perder; la manta que no compró nadie, no se añeja. El pan sí. Por eso, anoche me acosté a las 3:30 de la madrugada para llegar a Casacostanera con el pan fresquito”.
Laura Contreras se ríe porque es considerada de clase media por el Estado. “El IVA me acusa, porque pago IVA. Tengo que usar el ingenio para todo. Que mi hijo estudiara medicina en Talca me costaba unos 2 millones 300 mil pesos al mes, considerando universidad, pensión y alimentación. Para eso no me daba el cuero. En Cochabamba, en cambio, me sale 600 mil en total al mes. Yo averiguo, aprendo y, para eso, me ha servido Originarias”.
Gabriela Rosero quien ha conversado con las elocuentes Nicole Montero y Paulina Contreras, se declara satisfecha porque desde su implementación en 2016, el Programa Originarias ha beneficiado directamente a más de 5 mil mujeres indígenas en distintas regiones del norte y centro sur de Chile. Además, ha alcanzado a más de 20 mil personas a través de sus actividades formativas, redes comunitarias y espacios de incidencia.
Eso, mientras Herman Urrejola, que lo que más lo ha sorprendido de las participantes de Originarias es “su capacidad para generar redes y para conectar entre las participantes. Algunas de las más antiguas, sirven de mentoras para las que se incorporan. Me impresiona su deseo y motivación por seguir aprendiendo. Creo que lo que más me ha sorprendido es que las propias mujeres indígenas se han convertido en el corazón del programa y sus embajadoras”.
A nosotros nos pasó lo mismo al conocer a Nicole y Paulina.