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Dora Barrancos, socióloga argentina: “La universidad debe ayudar a construir ciudadanía” BRAGA

Dora Barrancos, socióloga argentina: “La universidad debe ayudar a construir ciudadanía”

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Sophia Cabrera
Por : Sophia Cabrera Encargada de Comunicaciones Editorial Universitaria.
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Doctora en Historia por la Universidad Estadual de Campinas y profesora en la Universidad de Buenos Aires, Barrancos es una de las intelectuales más influyentes en América Latina en estudios de género, feminismo y ciencias sociales.


Dora Barrancos (85) es una de las referentes más destacadas del feminismo y las ciencias sociales en Argentina y reconocida con el título Doctora Honoris Causa por la Universidad Nacional Autónoma de México. Socióloga y educadora, es doctora en Historia por la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP) y profesora en la Universidad de Buenos Aires. A lo largo de su extensa carrera académica, ha integrado la producción intelectual con una activa militancia social y política, consolidándose como una voz influyente en la defensa de los derechos humanos y la igualdad de género.

Es investigadora principal del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en Argentina), donde entre 2010 y 2019 integró el directorio del organismo, contribuyendo a fortalecer la investigación científica y social en el país. Su compromiso con las causas feministas y los derechos humanos la ha llevado también a desempeñarse como legisladora por la ciudad de Buenos Aires, participando en espacios públicos y académicos donde promueve la reflexión crítica sobre las transformaciones sociales y los desafíos contemporáneos.

En diálogo con la Universidad de Chile, luego de su intervención en el Seminario Internacional “Libertad, ética e integridad en la academia y la investigación”, organizado por la Dirección de Relaciones Internacionales del plantel, Barrancos analizó el preocupante ascenso de las derechas radicalizadas en América Latina y el mundo, los retrocesos en políticas de género, la urgencia de respuestas articuladas desde la academia y la política.

Su visita permitió además reforzar la reflexión colectiva en torno a los desafíos actuales, evidenciando la abundancia y riqueza de un seminario que dejó múltiples insumos para el debate y la acción académica. Sobre esto y más, conversamos con la especialista en políticas públicas, feminismos y educación.

El avance de partidos de ultraderecha ha puesto en cuestión políticas consolidadas en torno a la igualdad de género, ¿qué implicancias ve en este tipo de discursos para los avances en derechos en América Latina?

Es una amenaza más que virtual. Últimamente estamos asistiendo a gobiernos depredadores de los derechos humanos y sobre todo en la lógica de esas extremas derechas que nos están asolando. Argentina está viviendo un dramático ciclo de extrema derecha, entonces sabemos bien de cerca lo que significa la falsa capacidad argumentativa de este sector.

La falsa capacidad argumentativa está basada en nociones completamente erradas, equivocadas y engañosas. Esta situación es más que amenazante en el mundo.

Hay varios países que están bajo la égida de las extremas derechas: el caso de Hungría con Viktor Orbán, el de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y desde luego, la aspiración de Vox para llegar al gobierno.

En los últimos años hemos visto cómo ciertos sectores políticos han articulado programas ultraconservadores o anti-género, ¿qué lectura hace de estas estrategias y cómo responder desde el campo académico y político?

La respuesta del campo político y académico debe ser conjuntiva. Frente a un deterioro tan grave y a la posibilidad de regresión en materia de derechos, creo que tiene que haber univocidad. Estamos frente a categorías políticas antagónicas que se revelan como casi dictatoriales. Me parece que los vertederos diferenciales tienen que reunirse.

La universidad pública forma parte de la estructura del Estado, pero voy a hablar de las universidades en un sentido más amplio. La universidad como plataforma fundamental de conocimiento y de construcción de ciudadanía, porque la universidad debe ser eso: debe ayudar a construir ciudadanía.

Por lo tanto, las reacciones tienen que ser convergentes y estratégicas. Tenemos más obligaciones de creatividad para resistir estos embates. Tenemos que hacer cuestiones mancomunadas, no basta solamente que las diferentes causas feministas tengan una reacción conjunta. No podemos quedarnos inertes, ni bajo el espanto o el razonamiento: tenemos obligaciones redobladas de acciones que contraríen a este tsunami antiderechos.

Usted ha investigado el rol de la educación en la Argentina, ¿qué papel considera que debe tener la educación en los procesos actuales de transformación social, en especial en cuanto a igualdad de género?

Son decisivos. Me parece que tiene que haber una reconexión de toda la estructura de la masa docente para volver a reponer significados profundos de la condición humana.

Para esto, desde luego, hay muchas estrategias docentes. No creo que se pueda dejar de lado la idea de que lo primero es no aburrir al alumnado, y lo segundo es conmover al alumnado.

Si hay circunstancias muy adversas a los principios fundamentales que sostenemos, el asunto no es enfrentarse campalmente, sino estimular estrategias para que todo el conocimiento que tenga validez, no la invalidez que tiene la presunción de conocimiento de las extremas derechas, que son en general muy raquíticas.

Por eso la docencia, la educación, tiene un papel fundamental en esta hora.

Ha participado activamente tanto en el campo académico como en roles de política pública o legislativa, ¿cómo evalúa los desafíos de trasladar el conocimiento académico al diseño e implementación de políticas efectivas?

En primer lugar, no hay ninguna teoría feminista que no tenga resonancia política, cualquiera sea la dimensión. Hay diferentes corrientes feministas, y tiene que haber un empeño de politización en torno a estas demandas de toda la estructura educativa, incluida la universidad.

Cuando decimos que tiene que haber perspectiva de género, no es un agregado: es una cuestión de vertebración, de sustitutividad del nuevo conocimiento.

El sacudón de la epistemología feminista tiene que hacer lo suyo en el conjunto epistémico. No se puede pensar la ciencia de la misma manera que antes; tiene que haber una resonancia compleja.

—¿Cuáles son, en su opinión, los principales debates actuales en materia de género en América Latina, y cómo deberían abordarse?

Uno de los debates que tiene la escena feminista múltiple es la temática y reconocimiento de los cuidados.

El Estado tiene que hacer una serie de empeños más, que son gravitantes. Uno de ellos es lograr la más completa equidad en el sistema científico y académico. En nuestros países se recita la cartilla de la equidad, pero los efectos de las evaluaciones, promociones y propósitos relacionados con vocaciones tempranas aún son muy poco estimulantes para las niñas en áreas no convencionales.

Quiero decir que las mujeres pueden ocuparse de cualquier actividad humana. Cualquier actividad humana puede ser desempeñada por una mujer.

—¿Qué mensaje le daría a las nuevas generaciones?

Una gran apuesta de mi parte, como la vieja apuesta de Goldmann. La idea de Lucian Goldmann era: “apuesto a la clase obrera”.

Yo apuesto a las jóvenes generaciones. Yo tengo una apuesta porque creo que hay ahí una posibilidad enorme de renovación del conocimiento, de renovación del pacto de existencia justa y equitativa. Apuesto a las nuevas generaciones, porque en ellas hay una posibilidad enorme de renovar el conocimiento y el pacto por una existencia más justa.

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