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Crítica de cine: «Heli» de Amat Escalante.

Crítica de cine: «Heli» de Amat Escalante.

La mexicana Heli de Amat Escalante ganó la competencia latinoamericana y además obtuvo galardón a mejor dirección en Ficviña este año


Heli (2013) comienza con un primer plano de un joven tembloroso y amordazado, evidentemente golpeado, con una cuerda al cuello y el bototo de un hombre pisándole la cara, a su lado, alcanzamos a ver los pies de otro cuerpo. Después de unos segundos la cámara avanza, recorre la parte de atrás de una camioneta y sonido de fondo adquiere forma. El primer plano del joven amordazado da paso al cuerpo inerte acostado a su lado, atado de manos y vestido únicamente con su ropa interior. La cámara sigue recorriendo la parte de atrás de la camioneta hasta encuadrar el asiento delantero con tres hombres en su interior, vemos como la camioneta avanza por una carretera hasta llegar a un paso sobrenivel. Se estaciona. Los hombres en su interior sacan ambos cuerpos, dejan colgado al muerto con sus calzoncillos manchados de sangre y al otro tirado en la pasarela. La tercera película del director mexicano Amat Escalante -por la cual recibió el premio a Mejor Director en la última edición del Festival de Cine de Cannes y ahora el primer premio en la competencia de FICVIÑA-  nos contará quién es este joven, cómo ha llegado allí  y qué será de él.

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La película narra la vida de Heli Alberto Silva es el jefe de hogar de una pequeña casa donde vive junto a su mujer, su hijo recién nacido, su padre y su hermana pequeña. Esta última, Estela, quien aún va en la preparatoria, se enamora de Beto, un chico más grande que realiza el servicio militar. Ambos enamorados deciden escapar a otro pueblo para casarse,  para lo cual Beto roba dos paquetes de un decomiso de drogas para venderlos y conseguir el dinero que necesitan. Pero los militares descubren el robo y fuerzas armadas de dudoso origen se llevan a  Heli, Beto y Estela.  A través de esta historia Escalante logra con una sutileza estética y narrativa, relatarnos desde una mirada íntima los alcances la violencia, pobreza e inseguridad que existe en México, logrando retratar los modos por las cuales las redes de narcotráfico y corrupción hacen y deshacen con las vidas de las personas que habitan en ese país.

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“La tradición de los oprimidos nos enseña que el ‘estado de excepción’ en que vivimos es la regla” escribió Walter Benjamín y Escalante nos muestra como esta regla se impone en el México actual. Narcotráfico, corrupción, inseguridad,  juventud, virilidad, amor. Estas son las aristas  a través de las cuales la película logra elevar la representación y la discusión cinematográfica de la violencia, poniendo el acento en la intimidad, la familia, los afectos y lo que queda para las nuevas generaciones. Personas que, en contextos de inseguridad civil,  viven una ciudadanía media, rebajada, que se encuentran a la mano del ejercicio de soberanía de distintos, o indistintos, medios de poder, no representados por el Estado, las leyes, los derechos, si no, por una red difusa e inclasificable, armada y prepotente, que marca su territorio y soberanía por medio sus cuerpos, torturándolos, violándolos, mutilándonos.

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Para esto Escalante utiliza planos largos y cerrados, los que intercala con tomas abiertas del paisaje desolado, logrando resaltar la pregunta por estas vidas a la deriva. Además los usos que hace de la elipsis y la alteración del tiempo, acompañan la sensación de marginalidad e inseguridad por el que pasan los protagonistas de modo que el film posee una estética y narrativa que acompañan  a la mirada desde la cual se representa la cuestión sobre los alcances y consecuencias para los jóvenes de la violencia.

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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