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“Los justos”, la clásica obra de Albert Camus vuelve a remover la arena política este 2015 Del 12 al 29 de marzo

“Los justos”, la clásica obra de Albert Camus vuelve a remover la arena política este 2015

Dirigida por Ernesto Orellana, es una de las obras más emblemáticas y polémicas del reconocido autor argelino-francés Albert Camus, y relata la vida de un grupo de terroristas revolucionarios que lucha contra la tiranía zarista. ¿Debe ser permitido y justificado sacrificar vidas humanas al amparo de un ideal? ¿El fin justifica los medios? Esas son las preguntas –sin duda de actualidad- que plantea el montaje.


“Los justos”, la clásica obra del escritor franco-argelino Albert Camus, dirigida por Ernesto Orellana y gran éxito teatral en 2014, volverá a presentarse los jueves, viernes, sábado y domingo entre el 12 y 29 de marzo en el Teatro SIDARTE (Ernesto Pinto Lagarrigue 131, barrio Bellavista), por parte de la compañía Teatro Sur.

Se trata de una de las obras más emblemáticas y polémicas del Premio Nobel de Literatura. Escrita y estrenada por primera vez en Francia de 1949 y basada en un hecho real de la Rusia de 1905, la obra relata la vida de un grupo de terroristas revolucionarios que lucha contra la tiranía zarista.

El grupo planifica un atentado contra el gobernador de Moscú, el gran duque Sergio, con la esperanza de que este acto simbólico contribuya a la liberación del pueblo  y el camino a la revolución. Sin embargo, en el momento del atentado, el joven responsable de lanzar la bomba, Yanek, se arrepiente de hacerlo pues el duque estaba acompañado de varios niños.

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Este acto divide a la organización, develando dudas, contradicciones y levantando preguntas que continúan en el presente. ¿Qué es ser justo? ¿Debe ser permitido y justificado sacrificar vidas humanas al amparo de un ideal? ¿El fin justifica los medios?

Trascendencia

Orellana (1982) está convencido que la obra es más actual que nunca, entre otros porque en su opinión Camus propone un debate que trasciende épocas, y que dice relación con preguntarse de manera profunda por los contenidos y formas de la violencia política.

Pero no sólo por eso. También porque hoy, según cree, otros ocupan el lugar de los zares: “el Estado opresor, la Iglesia conservadora, los bancos, ciertos medios de comunicación y la gran empresa privada capitalista”.

Como admirador de la obra completa de Camus, el director se enamoró de esos personajes jóvenes “que con valor encarnan el terrorismo y el sacrificio por una causa que les parece justa”.

“El sacrifico y altruismo de las acciones, preguntas y contradicciones a los que los protagonistas de esta ficción se enfrentan, nos permiten implicarnos o separarnos de sus deseos, y desde allí, revisar dónde están esas preguntas y contradicciones en nosotros, en un orden social que viste de ‘necesidad’ la legitimidad de las masacres y potencia la precariedad de las vidas que no desea. Es una obra, de filosofía política, que necesita pensarse hoy”, explica.

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Pueblo abusado

La actriz Claudia Cabezas, “Dora” en la obra, resalta del montaje el tema de las luchas sociales, las luchas de clases, la injusticia, el poder en manos de los mismos y las personas tratando de cambiar el injusto orden de las cosas.

“Las discusiones que surgen en la obra, las reflexiones que se desprenden de esas discusiones,  inevitablemente te hacen pensar en nuestro país, en nuestro presente y su contexto político, tan corrupto y tan alejado de las personas”, reflexiona Cabezas. “No es muy complejo hacer la asociación con la actualidad. Un pueblo abusado como la Rusia de la época y éste, Chile, y todas las ideas que se desprenden al cuestionar y pensar ese contexto”, dice la actriz.

Cabezas interpreta a la única mujer del grupo revolucionario. “Es la que fabrica las bombas y junto a Boria, el jefe, organiza los movimientos del grupo”, cuenta. “Dramáticamente es el personaje que cuestiona y se cuestiona, creo, el sentido de lo humano, su trascendencia, espiritualidad, y el amor en todas sus formas”.

Sin discursos cerrados

“No existe un discurso unívoco o cerrado” en el texto, destaca por su lado su colega Nicolás Pavez, quien interpreta al “arrepentido” Yanek. Al contrario, el texto está lleno de preguntas, “las que terminan por movilizarnos hacia un pensamiento que va más allá de lo que a simple vista significan las palabras (como) justicia, revolución, política”.

Para construir su personaje, Pavez leyó los escritos reales que dejó este estudiante, sus poemas y los testimonios que dejan de él quienes fueron sus compañeros de lucha. “Logro hacerme una imagen del comportamiento de este gran individuo, para saber cómo siente, cómo vive la revolución, y el amor por sus compañeros”, relata.

Para Pavez, la obra hace la pregunta sobre el sentido de la lucha con el poder. “Y si uno hace el ejercicio de pensarla dentro del contexto político en el que nos encontramos actualmente, deja muchas dudas inquietantes”, dice. “Camus nos invita a pensar la subjetividad en medio de los dispositivos del poder. Cuando el individuo vuelve a sí, luego de haber resistidos a los embates de la injusticia, de la desigualdad, del abuso, renace con nuevas preguntas y estrategias, y eso me parece completamente actual”.

Tensión ideológica

“Las preguntas por el terrorismo, la revolución, la justicia y sobre todo por la violencia política, no han terminado, y menos en Chile, un país en constante tensión ideológica”, comenta Orellana.

“Ya no se trata de las tiranías zaristas, sino de los sistemas actuales dominantes que, sin pudor, condenan, arrasan, matan y embrutecen. El terrorismo no es sólo poner bombas, es también construir políticas que condenen el presente y futuro de los pueblos”, alerta.

Por eso el director destaca a “quienes siguen resistiendo, insubordinándose y organizándose. Hay quienes sacrifican mucho, con cárceles, con vidas, con perseguimiento político. Para mí, esos son ‘Los Justos’, los que se preguntan por el fin de la opresión, y dejan mucho tras esas preguntas. Son las contradicciones de esa rebeldía y subjetividad lo que me interesa”.

“¿Por qué tenerle miedo a la violencia política?”, se pregunta. “Yo no me olvido que fue la violencia política la que le terminó quitando el poder a un dictador en este país. De eso, también podría desprenderse en esta obra. Mientras el Estado condena al ‘terrorista’, con esta obra nosotros permitimos que el público se conmueva y piense críticamente con ellos”.

La belleza de la revolución

Aún así, el director no cree que la obra tenga un mensaje, sino más bien preguntas. Pero de haberlo sería sobre “la belleza que hay tras el espíritu de la revolución, como acto de amor y sacrificio”.

“Hay ideas y conceptos con los que a mí me gusta quedarme con esta obra: los revolucionarios, ‘los justos’, son personas que aman a su pueblo y quieren hacer cambios en el país, terminar con la injusticia”, coincide Cabezas. “Y eso para mí es tan necesario. Me encantaría que eso pasara. Que se terminara tanta violencia ejercida sobre nosotros los simples mortales, por este sistema capitalista de mierda en que algunos, los dueños de todo, quieren ponernos la pata encima para seguir ganando. Y seguir ganando.  Yo me hago mi mensaje personal, ¿hasta cuándo?”.

Por eso, aunque sea contraria a la violencia, Cabezas cree que “cuando un grupo humano es violentado, abusado, y pasado a llevar en sus derechos sistemáticamente, cuando se pierde el valor de lo humano y prevalece el valor de las cosas, de los bienes, entonces creo que es  necesario realizar actos que provoquen movimientos humanos reivindicativos”.

“Sea una bomba o sea una reunión masiva, es anecdótico”, añade. “Las revoluciones y cambios históricas han surgido a partir de acciones concretas. La otra vez alguien me dijo que un pueblo se alzó a partir de una obra de teatro. Eso sería maravilloso”.

De manera similar reflexiona el director del montaje, en relación a que si el fin justifica los medios.

“Es posible que lo justifique. Y dependerá del contexto. Quizás para Camus, no. De ahí la popular ruptura moral con Sartre. ¿Pero no sería más interesante preguntarse más allá de las imposiciones morales? ¿Qué justifica el fin? ¿Qué hace que decidamos hacer tal cosa? ¿Por qué debiéramos hacerlo?”, cuestiona. “Yo, por mi parte evitaría el asesinato, pero si es necesario tomar las armas para defender la dignidad de los pueblos oprimidos, y de eso dependa la resistencia organizada, sí, lo haría”.

 

Ficha técnica

COMPAÑÍA TEATRO SUR.

Autor: Albert Camus.

Director: Ernesto Orellana

Elenco: Claudia Cabezas, Nicolas Pavez, Tamara Ferreira, Guilherme Sepúlveda, Trinidad González,  Claudio Riveros.

Diseño integral: Jorge Zambrano.

Composición musical: Marcello Martínez.

Realización de Vestuario: Muriel Parra y Felipe Criado.

Producción: Angele Gay.

 

 

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