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Crítica de música: Billy Cobham, un músico que se recuperó del estancamiento con show maestro Realizó un set resumido de Spectrum con la inclusión de Quadrant 4

Crítica de música: Billy Cobham, un músico que se recuperó del estancamiento con show maestro

El espectáculo del jueves 4 en el Teatro Nescafé, nos recuperó a un músico sintonizado en total maestría con sus acompañantes y ofreciendo un jazz fusión renovado y lleno de matices. Con un guitarrista algo aparatoso y vehemente en su actitud escénica pero dotado de un carisma y un talento desbordantes- cuya técnica ejecutante por momentos los emparentaba al maestro Bill Frisell- y un joven pianista hispano que se lució en sus solos de sintetizador lo mismo que en el piano con sonido Fender Rodees y un bajista eficientísimo, Cobham pudo desplegar todo su enorme talento y poderío tras el enorme kit de batería Tama que lo esponsorea desde hace décadas.


Con un cuarteto que incluía guitarra eléctrica, bajo y sintetizadores, el baterista Billy Cobham se presentó ante un teatro lleno sólo a medias. Sin embargo el público se mostró ansioso y respondió de buena manera a la propuesta jazzística del panameño, quien sin duda alguna supo reinventarse oportuna y categóricamente después de atravesar un largo período de sequía musical.

En efecto, a fines de los años setenta, la carrera de Cobham parecía estancarse en un callejón sin salida produciendo álbumes donde la música era el pretexto para el lucimiento, cada vez más gimnástico, de sus cualidades en la batería y que a la vez insistían tanto en el exhibicionismo que terminaban por cansar, como lo demostraba el fallido álbum Inner Conflicts de 1979 o el álbum en vivo que registraba la gira europea de ese mismo año.

Tal procedismo (repetir hasta la saciedad la misma fórmula creativa o como dicen los músicos “poner el piloto automático”) hizo que la figura del baterista perdiera interés y convocatoria.

No obstante lo presenciado la noche del jueves 4 en el Teatro Nescafé, nos recuperó a un músico sintonizado en total maestría con sus acompañantes y ofreciendo un jazz fusión renovado y lleno de matices. Con un guitarrista algo aparatoso y vehemente en su actitud escénica pero dotado de un carisma y un talento desbordantes- cuya técnica ejecutante por momentos los emparentaba al maestro Bill Frisell- y un joven pianista hispano que se lució en sus solos de sintetizador lo mismo que en el piano con sonido Fender Rodees y un bajista eficientísimo, Cobham pudo desplegar todo su enorme talento y poderío tras el enorme kit de batería Tama que lo esponsorea desde hace décadas.

Una obertura breve como para anunciar el contenido del concierto y una tema impregnado de una rítmica afrobrasileña que derivó casi en un son salsero pero donde el cuarteto hizo gala de mucho swing y calentura, dio paso al primer festín de la noche: Stratus, ese inolvidable track de Spectrum, cuyos cuarenta años eran el pretexto para la actual gira. Ahí sí que el grupo exhibió la contundencia que uno siempre espera de los grupos de jazz fusión y lo más importante: que la técnica esté al servicio de la música y no al revés.

El resto del concierto fue un desglose de placer e intensidad donde la banda alternó algunos clásicos con nuevas baladas entre medio de las cuales Cobham ofreció un larguísimo solo de crescendo percutivo que no llegó a desbordarse pero que hizo gala de una musicalidad extraordinaria.

Al final, un set resumido de Spectrum con la inclusión de Quadrant 4, un rock and roll particularmente difícil de tocar por el ataque veloz de su ejecución y que la banda reprodujo con perfección y entusiasmo.

El concierto de Billy Cobham y su grupo arroja una conclusión veraz: al menos en lo que a jazz fusión y rock respecta es lo producido en aquellos creativos años 60 y 70 lo verdadero y auténtico siendo todo lo demás relecturas y reinvenciones de ese material básico. ¿Hay algún álbum de jazz producido en esta década que alcance los contornos populares y la aprobación masiva de un disco como Spectrum? ¿hay algún nuevo clásico en el jazz fusión de hoy en día? Probablemente sí, pero si es cierto esto último, ese referente no se ha dejado ver por estas latitudes.

Por lo mismo estas visitas- tal como sucedió hace poco con los conciertos de Dweezil Zappa- no hacen sino tonificar y revitalizar un género que afortunadamente tuvo una resurrección de su período de esclerosis y redundancia sonora.

Y además sirven como encuentro con amigos y amigas de ayer y de hoy…

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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