Eltit propone a modo de resistencia una nueva forma de producir pensamiento como respuesta, por ejemplo, a la utilización de los discursos oficiales para construir una representación anacrónica de Gabriela Mistral y su obra, poniendo un velo sobre su faceta más rebelde y reduciéndola a la imagen inofensiva de la poeta de la “naturaleza y religiosidad”, a manera de pegatinas en los vagones del Metro de Santiago.
Réplicas: Escritos sobre literatura, arte y política (2016) es un conjunto de ensayos, columnas de opinión y papers académicos escritos por Diamela Eltit (1947). La autora de “Lumpérica” (1983), que destaca por una narrativa compleja pero de alta calidad, se sitúa a una orilla del circuito literario nacional con el propósito de intervenir en la vorágine del sistema, abordando temas contingentes que ponen en el centro un país estructurado a partir del control cultural de los poderes fácticos. Como era de esperar, este último libro sigue esa misma línea.
El volumen está organizado a partir de símbolos del mundo indígena, tales como “el murciélago”, “el huemul”, “el canelo”, “la nutria”, “el erizo marino”, “el ciruelillo” y “el Martín pescador”, es decir, los relatos kawéskar que representan la flora y fauna como signo de la producción desde el margen, lo negado y lo mutilado. Estos textos han sido recopilados por el lingüista Óscar Aguilera e interpretados por la autora en un texto publicado en el Chile de 1986.
Al respecto, Nelly Richard afirma que “el relato kawéskar proyecta a lo largo de sus páginas una obstinada genealogía de lo extraviado que acosa como fantasma al presente y su actualidad liviana, removiendo capas de lejanía y asombro, de culpas y remordimientos”.En sus siete secciones, se despliega un análisis contundente sobre literatura, arte y política, en el que transitan una gran variedad de artistas, teóricos y personajes como Mistral, Lispector, Droguett, Rojas, Parra, Fuentes, Joyce, Beckett, Perlongher, “Las Yeguas del Apocalipsis”, Nelly Richard, Julio Ortega, etc., en un afán dialógico y, al mismo tiempo, de disponer una lectura ajena a la tradición literaria.
Uno de los capítulos más llamativos es “el erizo marino”, compuesto por una serie de artículos cuyo objetivo es comprender sucesos nacionales como la figura de Camila Vallejos y su liderazgo en el movimiento estudiantil; Roxana Miranda y su pertenencia a la marginalidad de base, discriminada por las élites.
Estas vindicaciones por parte de la autora traen a la memoria las demostraciones de fuerza en 1983, las que tenían como propósito desestabilizar el régimen cívico-militar hasta que en los noventas la Concertación las anula. En la misma sección aparecen Karadima, los hackers y sus esfuerzos por liberar el espacio cibernético, la crónica del mapuche y su espacio sistemáticamente violentado por el neoliberalismo, la manipulación del imaginario infantil en el “Cisarro”, etc.
En ese sentido, cabe destacar que Eltit propone a modo de resistencia una nueva forma de producir pensamiento como respuesta, por ejemplo, a la utilización de los discursos oficiales para construir una representación anacrónica de Gabriela Mistral y su obra, poniendo un velo sobre su faceta más rebelde y reduciéndola a la imagen inofensiva de la poeta de la “naturaleza y religiosidad”, a manera de pegatinas en los vagones del Metro de Santiago.
Con un sostenido espesor teórico, esta pensadora pública se instala en el medio para repensar los acontecimientos políticos y literarios, no mediante la imposición del género y la tradición –los que debiesen integrar nuevas categorías de falacias–, sino con una perspectiva lúcida, fresca y brillante, frente a la batería de frivolidades mediáticas que destacan en los diarios por sus análisis predecibles, básicos, y reiterativos hasta en su retórica.
Un libro que coloca en juego una serie de problemáticas dando densidad a su argumento, ampliando el acotado espectro cultural nacional, aquél que se caracteriza por el cóctel y la ausencia de disenso para generar la propia réplica a la Réplica. Precisamente, valiéndose de tácticas de visibilización que ofrece el duopolio editorial, la autora subvierte discursos estáticos mediante planteamientos que integran tanto al lector común como al especializado, y a su propia situación de género.