Publicidad
Académico expone la pobreza de la TV abierta «Está en crisis, en parte, porque todos hacen lo mismo y a la misma hora” Convenio con revista de divulgación científica Heureka

Académico expone la pobreza de la TV abierta «Está en crisis, en parte, porque todos hacen lo mismo y a la misma hora”

Para Bernardo Amigo, docente de la U. de Chile, «esto evidencia una tremenda pobreza, en el contexto actual de diversidad de la televisión pagada y de internet. Si bien los canales ‘compiten’, esa competencia no necesariamente adhiere calidad. La tendencia que ha tenido la TV chilena de pelearse franjas horarias con los mismos géneros sin hacer innovaciones, ha comenzado a tener un impacto negativo en la calidad de los contenidos», según advierte en esta entrevista.


Durante las últimas semanas las señales abiertas de la televisión chilena han sido enormemente cuestionadas. La situación ocurrida en el matinal “Bienvenidos”, de Canal 13, donde apareció un integrante del programa indicando que el consumo de MMS (dióxido de cloro) podría ayudar a prevenir y erradicar algunos tipos de enfermedades, logró transformarse en un gran escándalo mediático por la falta de rigurosidad de la información entregada.

La crítica se ha instalado por la banalidad de estos espacios matutinos. El astrofísico Néstor Espinoza manifestó su malestar en redes sociales por su no aparición en “Mucho Gusto”, al cual estaba invitado para hablar sobre la hipótesis de la explosión de un asteroide en La Araucanía. El espacio franjeado dio prioridad a un baile realizado por el animador del programa.

Estos acontecimientos ponen en cuestión a una alicaída televisión chilena, que ha visto en los últimos años bajas sostenidas en el rating, producto principalmente a la introducción de las nuevas tecnologías y que han puesto constantemente en jaque a este medio de comunicación. Twitter, Facebook y el propio Whatsapp, se han convertido en los canales favoritos de las audiencias para criticar el modelo televisivo nacional, donde sus géneros más bombardeados han sido matinales y noticieros. Éstos últimos, acusados muchas veces, de ser segmentarios y forjadores de estereotipos.

De esta forma, uno como televidente, puede ver a un “Polo” Ramírez, fiscalizando en los buses del Transantiago en La Pintana, increpando a quienes no pagaron su pasaje, o también ser testigos de los detalles del examen ginecológico de Nabila Rifo, ad portas de conocerse el veredicto sobre su brutal agresión. Cabe mencionar que muchas veces son los mismos “rostros” de la TV abierta que justifican la parrilla programática con opiniones como “es lo que le gente quiere ver”.

¿Son estos programas lo que realmente queremos ver? ¿Cuál es la radiografía que se podría hacer de cara a la actual parrilla programática de la televisión abierta?

Bernardo Amigo es docente de la Universidad de Chile y ha investigado los cambios de la televisión durante los últimos 15 años. Para él, «la estandarización, característica de la TV chilena, ha comenzado a manifestar su agotamiento. Todos los noticiarios son estructuralmente idénticos, los matinales son en el mismo horario y hacen cosas muy parecidas, la parrilla programática es muy similar en términos de géneros… lo mismo todos los días y a la misma hora».

«Esto evidencia una tremenda pobreza, en el contexto actual de diversidad de la televisión pagada y de internet. Si bien, los canales ‘compiten’, esa competencia no necesariamente adhiere calidad. La tendencia que ha tenido la TV chilena de pelearse franjas horarias con los mismos géneros sin hacer innovaciones, ha comenzado a tener un impacto negativo en la calidad de los contenidos», advierte en esta entrevista.

La influencia de las nuevas tecnologías

– ¿Cuál es el mensaje que entrega la TV chilena a través de sus señales abiertas?

– Primero, creo prudente contextualizar la situación de la televisión chilena en el escenario actual, ya que los programas de hoy no tienen nada que ver con los de años atrás. En ese sentido, la televisión de hoy se ha ido insertando, progresivamente, en la nueva ecología de medios de comunicación, la cual tiene por protagonistas a las redes sociales virtuales e internet. Nosotros como grupo de investigación hemos desarrollado estudios sobre televisión hace más de 15 años y, de cierta forma, nos vimos forzados a salirnos de esa línea e investigar de lleno las transformaciones sociales a partir de los procesos de convergencia mediáticos que afectan y transforman a la TV y a las prácticas de los sujetos respecto de ella.

– ¿Cómo han sido esos cambios?

– Los mensajes emanados por la televisión siguen siendo relevantes, debido a que ésta continúa siendo parte importante de la dieta cultural de los chilenos. Las encuestas del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) indican que la TV chilena aún está lejos de ser desplazada por las redes sociales o internet. Lo que se está produciendo, es un acoplamiento entre los nuevos medios y la TV, ya que los sujetos han sumado a su consumo televisivo otras prácticas, que incluso desarrollan de manera paralela a su consumo televisivo, interactuando con los programas de TV a través de Twitter, Facebook o Whatsapp.

El acoplamiento entre TV y nuevas tecnologías

– ¿Por qué hablan de acoplamiento?

– Se estima que en Chile hay 2,4 televisores en promedio por hogar, por lo que gran parte de nuestra población son telespectadores, pero también hay 14 millones de teléfonos móviles inteligentes, y bajo esas realidades, más que una competencia entre ambos, se genera un acoplamiento. Ya no es posible pensar en el fenómeno de “Sábado Gigante” en los años ´80, donde estábamos ocho horas frente a la TV. Eso se acabó, también el tipo de persona que hacían eso.

– Llegaron las redes sociales.

– Las redes sociales han ampliado las posibilidades de las personas para tener respuestas críticas a los contenidos de la televisión y, también, de una propia producción de contenidos, frente a los mensajes entregados por la televisión. Este fenómeno ha comenzado a afectar el sistema mediático en general, ya que los contenidos y discursos de los medios, y principalmente los de la TV, se ponen constantemente en duda.

– ¿Cómo la TV ha enfrentado este fenómeno?

– Los rostros de TV están en permanente cuestionamiento y se ven enfrentados al escrutinio, que ya no es anónimo ni silente, sino que se expresa abiertamente en las redes sociales. Incluso, en algunas situaciones, los trending topics “contestatarios” o críticos, se imponen frente a actitudes, opiniones e imágenes que son difundidas por dichos rostros en los programas de TV. En ese sentido, y gracias a las posibilidades que brindan las redes sociales, el actual malestar de la ciudadanía frente a la política y otras dimensiones del quehacer social, se extrapola también hacia la televisión.

– Como lo que pasó con el doctor Soto en el matinal de Canal 13.

– Es ejemplificador, porque que alguien diga que tomar MMS es beneficiosos para la salud de las personas, pone aún más en juego la credibilidad de la TV, fundamentalmente porque hoy existen muchos más canales para poder rebatir esas ideas que hace décadas atrás eran tomadas como verdades absolutas. La TV chilena, hoy en día, no es un referente de asertividad.

La TV de la gente

– ¿Los canales de TV abierta muestran lo que los chilenos quieren ver?
– Sí y no. ¿La gente quiere ver reality shows o farándula? A lo mejor sí, pero no hay como constatarlo realmente, dado que por la historia, el tipo de propiedad y por las características del mercado televisivo en nuestro país, no suele existir diversidad ni mucha innovación en la programación. El problema está en sacar la conclusión unívoca de que las personas quieren ver farándula y por eso los canales dan farándula. Perfectamente, uno podría aplicar la logica inversa: como lo que predomina en las pantallas de TV es farándula, lo que ven los telespectadores es ese tipo de programa. A las personas les puede entretener la farándula, pero también les puede entretener distintas otras cosas, en mi entender, hay muchos ejemplos al respecto en la historia de la televisión.

– Pero la farándula tiene rating.

– No se puede negar que estos géneros tuvieron y han tenido tremendos índices de audiencia, pero también hay que acotar que los programas culturales han aumentado sus audiencias. En otros países la evidencia es aún mayor, los programas culturales hechos en formatos más dinámicos y actuales tienen mucho éxito. Establecer que la oferta de contenidos es responsabilidad de los consumidores es una enorme falacia.

– ¿Qué quiere ver la gente, entonces?

– La TV no responde estrictamente a lo que la gente quiere ver, pero tampoco genera un gusto particular en las personas ya que, tal como hemos podido ver en nuestra investigación sobre este medio, siempre hay lugar para un espacio crítico. Si bien, las audiencias se reparten de manera proporcional según los distintos tipos de programa, ontológicamente, ellas no tienen un gusto predeterminado. Lo que existe es una oferta que no está meramente definida por el rating, sino que, también, por las condiciones de producción. Muchas veces, es más barato importar una teleserie que realizarla en Chile, donde los costos son muy elevados.

Lapidario diagnóstico de la TV actual

– ¿Cómo evaluaría a los canales de TV abierta en Chile?

– Los canales abiertos están en crisis. La TV abierta está en crisis. Solo podría evaluarla a partir de esa constatación. Desde hace mucho tiempo que observamos uno de los momentos más complejos para la TV chilena. En el aspecto económico, por ejemplo, el mercado publicitario se ha diversificado muchísimo por lo que, en términos relativos, han disminuido las tasas de anunciantes. Por otro lado, la estandarización, característica de la TV chilena, ha comenzado a manifestar su agotamiento. Todos los noticiarios son estructuralmente idénticos, los matinales son en el mismo horario y hacen cosas muy parecidas, la parrilla programática es muy similar en términos de géneros… lo mismo todos los días y a la misma hora. Esto evidencia una tremenda pobreza, en el contexto actual de diversidad de la televisión pagada y de internet. Si bien, los canales “compiten”, esa competencia no necesariamente adhiere calidad. La tendencia que ha tenido la TV chilena de pelearse franjas horarias con los mismos géneros sin hacer innovaciones, ha comenzado a tener un impacto negativo en la calidad de los contenidos.

– ¿Cuál ha sido la consecuencia?

– No obstante lo señalado y pese a la evidencia de la crisis, de variadas formas la televisión abierta chilena ha comenzado a adaptarse y transformarse frente al nuevo escenario mediático y tecnológico. La presencia dominante de las redes sociales virtuales en la vida cotidiana de los sujetos, ha obligado a los canales y programas a comenzar a pensar de otras formas los contenidos y la relación con su público.

Influencia de la TV en la gente

– ¿Existe segmentación, estigmatización y estereotipificación en la TV abierta?

– El rol que han asumido, sobre todo los matinales que, habitualmente transgreden los derechos simbólicos de las personas, y los noticieros que, usando un discurso directivo que le dice a la gente lo que deben hacer y cómo lo deben hacer, se termina estableciendo una versión muy limitada de la realidad. Este tipo de prácticas son, sin duda, herramientas privilegiadas para generar estereotipos y discriminación.

– ¿En esto se han centrado vuestras investigaciones?

– Muchas de estas reflexiones surgen no solo del análisis de los contenidos de los programas televisivos, sino que también, de lo que los propios telespectadores y telespectadoras opinan y piensan. Nuestra investigación se ha interesado en conocer cómo las y los telespectadores incorporan los mensajes televisivos en su vida cotidiana. En ese sentido, hemos podido constatar que la mayor parte de la gente, no solo entiende a la televisión como un interlocutor más en la realidad social, sino que también, es muy crítica frente a las operaciones simbólicas de los noticieros y matinales.

¿Cómo influye, en definitiva, la TV?

– Tendemos a pensar que la TV no nos influye a nosotros, pero que sí lo hace con los demás, que los demás son los manipulables y nosotros somos los críticos iluminados. Sin embargo, este discurso que podría asignarse a una cierta élite intelectual, está ciertamente cada día más generalizado. La gente ve mucha televisión abierta, pero eso no quiere decir que crea ciegamente en sus contenidos. Las situaciones de consumo televisivo son muchas y muy variadas. Por ejemplo, muchas personas llegan del trabajo cansadas y necesitan un momento de relajo, por ello ven programas para distenderse, pero no necesariamente hacen de los mensajes entregados por los programas de la televisión chilena verdades relevantes en sus vidas como, tal vez, ocurría años atrás. La TV chilena es, cada vez, menos un referente indiscutido para la sociedad.

Para leer el artículo original de Revista Heureka pinche aquí.

Publicidad

Tendencias