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Robo y receptación de manuscritos de Parra llevan a la antipoesía a la justicia

Tramitada por el abogado y ex diputado (RN) Luis Valentín Ferrada, está dirigida contra el coleccionista César Soto y otros presuntos responsables, por el delito de receptación, que se castiga con multas y penas de prisión de hasta cinco años y un día. Soto es defendido por el poeta Miguel Lahsen, que este jueves leerá un poema en su defensa en un encuentro de escritores en «La Piedra Feliz» de Valparaíso.


Una querella por el delito de receptación de varios cuadernos originales del poeta Nicanor Parra, sustraídos de las viviendas del poeta en Santiago y la localidad costera de Las Cruces, fue presentada esta semana ante el Octavo Juzgado de Garantía de Santiago por la familia del vate, poniendo en el tapete el delicado tema de la documentación que acredita la propiedad de las obras de arte en el mercado. La acción judicial, interpuesta por el abogado y ex diputado (RN) Luis Valentín Ferrada, está dirigida contra el coleccionista César Soto.

A mediados de diciembre, Cristóbal Ugarte, nieto de Parra, denunció la comercialización sin consentimiento del poeta de varios originales suyos. Desde entonces la familia ha recibido de vuelta una veintena de cuadernos originales y obras como los «artefactos», las famosas bandejas escritas por ambos lados, incluso hasta el día de la presentación del recurso.

En Chile, al igual que el resto del mundo, existe un mercado objetos artísticos, joyas literarias, documentos, manuscritos, que se transan, venden, compran y permutan comercialmente, con especialistas en comprar y otros en vender.

Estos objetos artísticos usualmente se encuentran en manos de galerías de arte, casas de remates especializadas, anticuarios, y coleccionistas.

Una de las obras devueltas en medio de la polémica.

Triste por la querella

La querella fue presentada el lunes a nombre de Colombina Parra, hija del afectado, y Ugarte, por obras sustraidas de las viviendas del poeta en Santiago y la localidad costera de Las Cruces, en especial «Cuadernos Personales». Una vez aceptado el recurso, la Fiscalía podría disponer que la policía civil incaute el material.

«No estoy contento de que esto haya llegado a una querella, sólo queríamos la devolución anónima», señaló Ugarte, quien dijo que entre el material recuperado figura el borrador y discurso original de recepción del Premio Juan Rulfo, así como otros discursos de agradecimiento.

Previamente, la familia pidió públicamente la devolución del material en manos privadas, con el compromiso de no divulgar los nombres de los poseedores.

El pedido surtió efecto y 26 cuadernos -con data de entre los años 1986 y 2008- fueron devueltos, según Ugarte. En algunas ocasiones, varios compradores entregaron a un mismo vendedor, quien fue el encargado de devolver el material.

«Me cortaron las manos»

«Mucha gente honorable reaccionó muy bien y procedió a la devolución», señaló Ferrada, quien dijo que unas 10 personas hicieron entrega de los objetos desde el inicio de la polémica, «gente muy conocida en el mundo del arte, residente en Santiago», incluso de gente que la familia no imaginaba.

La querella señala que «el único y superior propósito de recuperación de todo este conjunto de documentos manuscritos de Nicanor Parra, que consideramos parte importante del Patrimonio Cultural Chileno, adquiere su sentido al considerar que es la única voluntad de nuestro padre el que quede bajo la protección de entidades superiores de nuestra Educación y Cultura y, como tales, haciendo parte efectiva del Patrimonio de todos los Chilenos, y a su disposición abierta y sin exclusiones. Y que, en todo caso, nada de aquello pueda ser objeto de transacciones comerciales, mercantiles o de otra clase de igual naturaleza».

Según Ugarte, es la primera vez que la obra de Parra se ve envuelta en una polémica legal. En palabras del propio Nicanor Parra, el robo de objetos ha sido “como cortarle las manos”.

Cuando supo hace algunos días que un número significativo de sus “cuadernos” había sido recuperado, expresó textualmente: “esto me significa volver a tener confianza en mí mismo; podré seguir trabajando en la producción de mi obra”.

Cristóbal Ugarte. Foto: Camilo Bustos.

Crítica por «pozo petrolero»

Ugarte aprovechó la ocasión para criticar duramente las declaraciones de la decana de Comunicación y Letras de la UDP, Cecilia García-Huidobro, quien declaró a un medio local que «algunas familias creen que todo es un tesoro equivalente a un pozo petrolero».

La académica además afirmó que aparentemente en el pasado los materiales fueron vendidos «con la venia del propio Parra, así como cerrando los ojos, como quien no se da cuenta».

«Siempre hay tensión entre el valor que les atribuye el dueño a sus papeles y el que le da su familia», afirmó García Huidobro. «Entonces se dan paradojas donde algunas familias creen que todo es un tesoro equivalente a un pozo petrolero en Texas y otras que botan todo, porque necesitan el clóset o ropero donde tenía ese material, sin preguntarse si tenía valor patrimonial».

«Decir que él aprobó la venta del material es una falta de respeto», respondió Ugarte. «Esperamos sus disculpas públicas, porque lo que está haciendo es desmentir a Parra, que es ícono de la entidad que ella representa, y llena de honra no sólo a su institución, sino a todo el mundo», en referencia a la Biblioteca Nicanor Parra de la UDP.

Además, mezclar la obra y el concepto de «pozo petrolero», a Ugarte le parece «totalmente fuera de lugar y falto de respeto. Declaraciones como las de ella solo entorpecen el camino que hemos logrado para la recuperación de la obra de Parra».

Biblioteca Nicanor Parra de la UDP.

Un coleccionista famoso

El coleccionista Soto es el único individualizado por la querella, tras haber señalado a un medio local que era dueño de «la mayor colección de originales de Parra del mundo», entre ellos un cuaderno de los años 40.

Según la querella, «el señor Soto claramente conocía o no podía menos que conocer el origen de las especies sustraídas a nuestro padre».

Soto fue contactado por este medio, pero dijo que la única persona autorizada a hablar en su nombre era su abogado, Hugo Rivera. Este no devolvió llamados hechos a su oficina por este medio.

El coleccionista es muy conocido en el mundo de la literatura. En 2016 vendió a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) una colección de originales de Pablo Neruda y documentos históricos por US$1,5 millones de dólares.

Soto aseguró previamente que compró algunos originales al músico Juan de Dios Parra, hijo del poeta, quien actualmente vive en México.

Parra «siempre supo que César Soto estaba involucrado. Por eso le cerró las puertas de su casa», complementa Ugarte, quien recuerda que el coleccionista intentó en vano que el vate le autentificara un material.

Ferrada cree que -aparte del coleccionista- otras personas tienen algunos documentos «que no tienen la importancia de los cuadernos», pero cuya devolución también se espera.

Soto es defendido por poetas como Miguel Lahsen, que este jueves leerá junto a Juan Cameron un poema titulado «¡No acusen a Soto, hijos de Parra!» en su defensa en un encuentro de poetas en «La Piedra Feliz» de Valparaíso.

El poema reza, en su comienzo, así: «No acusen a don César Soto./No acusen al bibliófilo que, en su intrepidez,/rescata los libros que a los siglos se les pierden/e, invirtiendo la entropía del universo, los condensa en bibliotecas».

«No acusen a don César Soto, falsos vanidosos herederos:/no le carguen a un apólogo de la escultural sinceridad/los saqueos regularizados con que ustedes, descendientes de Nicanor Parra,/han burlado al monarca», escribe Lahsen en otro parte del poema de tres páginas.

«No acusen a don César Soto, nómada de latitudes librescas que/cuando los hijos de Nicanor Parra hacían dinero con las letras de su padre/se hallaba en Italia en diálogo con Umberto Eco».

Algunos de estos versos fueron publicados este miércoles por un medio local, y fueron calificados de «repugnantes» por Ugarte.

El coleccionista César Soto (der.) junto a Umberto Eco.

Certificados de autenticidad

El tema de las obras de Parra toca un tema delicado en el mundo del arte, que son los certificados de autenticidad y propiedad. Este medio intentó conocer la opinión al respecto de la DIBAM, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), pero no quisieron opinar al respecto.

Patricia Ready, directora de la galería homónima, sí se animó a responder. Ante la consulta de si alguien compra una obra de arte -un manuscrito o una pintura- necesariamente debe consultar al artista, señaló que por su experiencia cada galería tiene su manera de funcionar y en temas específicos también.

«Se debe considerar que no todos los artistas chilenos son representados por una galería», explicó.  «En nuestro caso, trabajamos sólo con artistas representados y todas las obras que tenemos en venta pasan por un proceso metodológico de ingreso, es decir, en el momento en que llega la obra a la galería se hace un documento de ingreso que incluye la ficha técnica de la obra y la imagen».

Ese documento incluye el precio de venta, la comisión y el IVA. Es firmado por el artista y queda una copia en la galería y otra para el artista. «Con este procedimiento nunca vendemos obra sin el consentimiento del artista», explica.

Por eso, en el caso de venta de obra en galería, cada pieza debe ser entregada con un certificado de autenticidad. Éste certificado es firmado por el artista y la galería que lo representa, y valida la autenticidad de la obra.

Por eso, no existe un certificado de propiedad, según Ready.

«Lo que se usa es el el certificado de autenticidad que como te mencioné valida la autenticidad de la obra a través de la firma del artista y el galerísta, además de la ficha técnica que agrupa, en el mismo documento, el nombre del artista, título de la obra, técnica, medidas y año, todo esto acompañado de una fotografía».

¿Pero qué sucede con aquellos que compraron obras de Parra de buena fe, y que hoy resultan ser robados?

«Es responsabilidad del comprador saber donde y como está adquiriendo la obra, y exigir que en esta transacción existan todos los protocolos que validan la compra y que están estandarizados en el mercado del arte», responde Ready.

«El certificado de autenticidad es primordial. En nuestro caso, como galería si el artista está con vida, antes de comprar la obra se pide el certificado de autenticidad, si no hay un certificado, de inmediato hay que ponerse en contacto con el artista y solicitarle el documento. En el caso de que el artista esté muerto, sus trabajos suelen quedar en manos de una fundación o de familiares a los cuales se debe recurrir para asegurar que todo esté en regla, ellos son los responsables de entregar el certificado», señala.

«Cuando compramos una obra de arte es importante preguntar cómo, cuándo y dónde fue adquirida. Mientras más información mejor».

Ready advierte que las polémicas de autenticidad son usuales en el mundo del arte.

«Yo empecé en el mundo del arte como restauradora y muchas veces vi llegar a nuestro taller obras que según los dueños eran originales y de grandes artistas como Lira o Somerscales. Gracias a nuestros conocimientos y herramientas podíamos darnos cuenta que eran falsas. Muchas veces, conversando con los propietarios nos confesaban que las obras habían llegado a ellos a un precio menor del que se encontraba en el mercado -eso ya es mal antecedente-, o se las habían ofrecido sin el certificado, otro mal antecedente».

«Llevo más de treinta años trabajando en el mundo del arte, estos años me han dado un conocimiento que claramente me permite discriminar. A mi galería han llegado personas que han querido vender obras de Roberto Matta con certificados de autenticidad falsos, yo los identifico porque ya conozco como funciona el mercado y todos sus protocolos. Recomiendo siempre preguntar y asesorarse», concluye.

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