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La apasionante biografía de Themo Lobos, el dibujante del universo de Mampato y Ogú Contiene material inédito

La apasionante biografía de Themo Lobos, el dibujante del universo de Mampato y Ogú

Fue escrito a partir de largas conversaciones con el creador y su círculo más cercano. «Fue un artista muy completo. Por un lado, muy prolífico, con una enorme producción por las décadas que estuvo en su área, y también porque incursionó en todo tipo de géneros y formatos», comenta el autor, el periodista Rafael Valle.


Un libro sobre Themo Lobos, el creador de figuras icónicas para generaciones como el universo de Ogú y Mampato, acaba de publicar el periodista Rafael Valle (Valparaíso, 1970).

Esta biografía -lanzada el martes pasado en la librería del centro cultural GAM- reúne horas de conversación con el autor, y también decenas de testimonios de familiares, colegas y fuentes bibliográficas.

Apoyado también por diversos archivos visuales (viñetas, ilustraciones, bocetos y fotografías personales), esta obra retrata las siete décadas de carrera de un Themo meticuloso, prolífico y enamorado de su oficio.

Homenaje a artista multifacético

Sin duda Themo Lobos (1928-2012) es una de las figuras más influyentes de la historieta chilena. Sus personajes se han grabado en el imaginario nacional y, solo considerando a Mampato y Ogú, creados por el arquitecto y dibujante Eduardo Armstrong y el ilustrador Óscar Vega, «Oskar», no es difícil reconocer su vigencia en las nuevas generaciones de narradores gráficos.

«La gran aventura de Themo Lobos» (Editorial Sudamericana) es un homenaje a un artista multifacético e inolvidable y, a la vez, un logrado retrato del panorama del cómic chileno durante el siglo XX.

Themo Lobos en los años 70

«Si Themo Lobos tuvo un comodín entre sus colegas, ese fue el don de la lucidez. Sus historias son ingeniosas, muchas de ellas geniales. Pero principalmente lúcidas. Ningún autoengaño, jamás. Ninguna condescendencia. Ningún malo por ser malo, ningún bueno absurdamente bueno (…). Themo Lobos es un autor de cómics como ningún otro en nuestro país, porque supo por qué lloraba, por qué reía, por qué se emocionaba. Y pudo crear su propio mundo al que aplicarlo», ha señalado Pedro Peirano, el creador de «31 minutos» junto a Álvaro Díaz.

Largas conversaciones

Valle es periodista de la Universidad de Chile y ha trabajado como reportero, crítico de cine y guionista. Una de sus últimas creaciones fue la serie de humor gráfico «Historias de Animales». Para la presente obra contó con el apoyo del Fondo del Libro.

Para él fue clave la posibilidad de conocer directamente a Lobos antes de su muerte, en 2012.

«Ahí surgió la idea de una biografía. Fueron muchas horas de conversación porque me interesaba tenerlo como fuente directa. Él era una persona que le gustaba mucho conversar», recuerda. «Yo quería un relato que tuviera emoción, que fuera entretenido, y que él contara su propia historia, según su propia visión».

De esta manera, Valle recogió anécdotas, recuerdos y reflexiones de todo tipo: el arte de hacer historieta, sobre la cultura chilena.

«Era una conversación que se movía en varios niveles. A veces costaba seguirle el hilo, porque le gustaba hablar de todo. Podía estar haciendo un dibujo y se acordaba de algo, hacía un comentario de contingencia. Creo que lo más sabroso eran las anécdotas, desde sus procesos de creación hasta vivencias con gente importante del mundo de la cultura y el comic», como la novelista Isabel Allende, editora en la revista «Mampato», o con el actual presidente Sebastián Piñera, dueño de la revista Master Club.

Este contacto además le permitió tener acceso a material original, incluso inédito o poco visto -como dibujos y páginas de historietas de diversas épocas-, y que se encuentra en este libro.

Esto lo complementó con entrevistas a miembros de su círculo familiar, colegas e incluso especialistas que estudian su obra en el ámbito del cómic y la ilustración chilena.

«Todas estas fuentes tienen importancia, porque todas aportaron algo desde su primera dimensión», comenta, aunque entre las principales se cuentan al dibujante Luis Goyenechea Zegarra, «Lugoze» (Antofagasta, 1922), creador del personaje Perejil de la revista Topaze, y Percy Eaglehurst Ramos, «Percy» (1922-2013), el «padre» de Pepe Antártico.

También fue fundamental el propio Peirano, con el cual el autor compartió innumerables jornadas para debatir sobre la obra de Themo Lobos, su arte y su personalidad.

El impasse de la película

Valle cuenta que para Lobos sus personajes eran «como sus nietos, los quería a todos».

«Indudablemente Ogú y Mampato ocupaban un lugar especial, porque hicieron al Themo Lobos que conocemos, sin restarle mérito a toda su carrera, que parte en los años 40 y dura hasta poco antes de su muerte. Esos personajes lo instalaron en el chip del inconsciente colectivo chileno, en la cultura popular chilena, y por eso su nombre genera tanta convocatoria y tanto interés. Además es su obra cumbre artística como creador».

Por eso a Lobos le afectó mucho la película «Ogú y Mampato en Rapa Nui» (2002), de Alejandro Rojas, que tuvo un éxito de público en Chile y fue distribuida por Disney a nivel internacional.

«Fue una experiencia agridulce, porque obviamente le gustó la idea de hacer una película con uno de los capítulos de la saga. Lo llamaron obviamente para que asesorara la película. Él ayudó a redactar los diálogos de Ogú, porque habla un idioma de cavernícola, y también asesoró para que lo relacionado con la historia y cultura de Rapa Nui estuviera bien retratado».

Sin embargo, «en algún momento tuvo algún impasse con gente de la producción porque era bien quisquilloso en los temas de su creación. Y aunque cuando vio la película terminada se emociona, no tuvo ninguna retribución económica para él».

Lobos era muy riguroso a la hora de trabajar.

«Si iba a dibujar a los vikingos, se encerraba varias semanas a leer sobre ellos, su historia, su cultura, su religión, la geografía, sus naves. Él sabía que lo que estaba enseñando, entonces quería el dato lo más correcto posible. No era un chiste para él poner información histórica, geográfica o cultural. Eso también hace relevante a Mampato como una historieta entretenida, pero también muy didáctica, con la que uno aprendía mucho».

Su obra hoy

Hoy Valle considera su obra «absolutamente relevante». «Llama la atención, sobre todo con la promoción del libro y las impresiones de la gente, que Themo Lobos sea una figura que convoque mucho y genere tanto interés. Eso no lo había visto en otro dibujante chileno, por lo menos de los clásicos», dice.

«Creo que tiene que ver con que él está instalado como parte importante de la historieta chilena y conocidos por varias generaciones: primero los que leían el ‘Peneca’, luego ‘El pingüino’ y ‘Barrabases’, y finalmente ‘Mampato’, que lo hizo conocido transversalmente».

«Fue un artista muy completo. Por un lado, muy prolífico, con una enorme producción por las décadas que estuvo en su área, y también porque incursionó en todo tipo de géneros y formatos. Hizo historieta, ilustración, tapas de libros y cuadernos…».

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