Publicidad
Mauricio Rojas, el Campos Menéndez de Piñera CULTURA

Mauricio Rojas, el Campos Menéndez de Piñera

El ex mirista, ex parlamentario del Partido Popular Liberal de Suecia, responsable de la cátedra Adam Smith de la Universidad del Desarrollo, miembro de la Fundación para el Progreso –que financia Nicolás Ibáñez– y ex director de Contenidos y Estrategias de la Presidencia, no es el primer «escritor fantasma» de La Moneda ni el primero en pasar de escribirle los discursos al Jefe de Estado a ejercer un cargo de Gobierno en el área de cultura. Su natural predecesor podría encontrarse en Enrique Campos Menéndez, el modesto escritor, historiador y, como Rojas, profundamente antimarxista, que durante gran parte de la dictadura fue el asesor cultural de Pinochet, también conocido como el «ventrílocuo de la Junta».


Mauricio Rojas no es el primer «escritor fantasma» de La Moneda, ni el primero en pasar de ese lugar a un cargo de Gobierno para dirigir los destinos burocráticos de la cultura institucional. En términos valóricos y también de oficio, su natural predecesor fue Enrique Campos Menéndez, el asesor cultural de Pinochet.

Al igual que Rojas, Campos Menéndez fue un escritor político e historiador, e inmediatamente después del Golpe se convirtió en el redactor de los discursos del general, en una especie de ventrílocuo de la Junta Militar. Tras pasar unos meses en ese oficio, Pinochet lo nombra «asesor cultural de la honorable Junta de Gobierno». Como se trataba de un escritor de modesto talento pero profundamente antimarxista, nunca pudo despegar en las letras nacionales, pero eso no fue obstáculo para que Pinochet agradeciera su incondicionalidad a la Junta, al otorgarle el Premio Nacional de Literatura. Una concesión que le valió todo tipo de bochornos a nivel internacional.

En el caso del recién nombrado ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Mauricio Rojas, también comparte con Menéndez una especie de devoción por el principal inquilino de Palacio y sus ministros. Con motivo de las redadas masivas de Carabineros, el autor del libro Conversando con Sebastián Piñera (2014, Ediciones La Tercera) sostuvo que «la delincuencia es una lucha durísima y si persistimos, vamos a hacerla retroceder. Ya van 5 redadas masivas y serán 10, 20, el Presidente estará ahí, el ministro Chadwick también, las encuestas muestran cómo la gente está percibiendo un cambio muy importante, está volviendo a creer».

En otra área de su particular biografía y siguiendo la senda del canciller Roberto Ampuero –el ex comunista que fue ministro de Cultura en el primer Gobierno de Piñera– el flamante ministro de Cultura también es un «converso», como le gusta referirse a sí mismo. En su juventud levantó las banderas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y apostó por la revolución. Con Ampuero comparten, junto a Mario Vargas Llosa, un giro desde un izquierdismo juvenil a posiciones de derecha. Y Piñera comparte ahora con la Concertación la apuesta por otro «renovado».

[cita tipo=»destaque»]En el caso del recién nombrado ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Mauricio Rojas, también comparte con Menéndez una especie de devoción por el principal inquilino de Palacio y sus ministros. Con motivo de las redadas masivas de Carabineros, el autor del libro Conversando con Sebastián Piñera (2014, Ediciones La Tercera) sostuvo que «la delincuencia es una lucha durísima y si persistimos, vamos a hacerla retroceder. Ya van 5 redadas masivas y serán 10, 20, el Presidente estará ahí, el ministro Chadwick también, las encuestas muestran cómo la gente está percibiendo un cambio muy importante, está volviendo a creer».[/cita]

Como Ampuero, Rojas también estuvo en el exilio. Si Ampuero fue recibido en Cuba y la ex República Democrática Alemana, Rojas recaló en Suecia, que recibió a miles de chilenos tras el golpe militar. «Almas gemelas», los llamó la revista Caras.

El paralelo no se detiene ahí. De hecho, ambos se conocen y publicaron juntos el año pasado el libro Diálogo de conversos (Sudamericana). Y los dos lograron su «sueño» de llegar a La Moneda, aunque, claro, de manera distinta a lo imaginado.

«Cuando uno evoluciona del marxismo al liberalismo hace un ejercicio de modestia humana. Uno renuncia a creer saberlo todo y de tener la solución de todos los problemas», son algunas de las reflexiones el nuevo ministro.

El peruano Premio Nobel también fue objeto literario de Rojas, con la obra Pasión por la libertad. El liberalismo integral de Mario Vargas Llosa. Ambos además comparten la membresía de la Fundación Internacional por la Libertad, una palabra que obsesiona a la derecha que respaldó a la dictadura a Pinochet. ¿Será ahora parte de la «derecha cavernaria» chilena de la que habló el autor de La ciudad y los perros?

Acercamiento a Piñera

Fue en el país escandinavo donde Rojas comenzó su conversión, que lo llevó hasta ser parlamentario por el Partido Popular Liberal de Suecia, aunque debió pagar un alto precio: hasta hoy una parte de su familia lo rechaza por lo que consideran una traición a sus ideales. Incluso se alejó de su madre, una allendista convencida.

Rojas (1950) llegó a Suecia en 1974 y desarrolló allí su carrera académica. Se doctoró en historia económica en la Universidad de Lund, donde además fue profesor durante casi dos décadas.

Escribió más de una veintena de libros y fue director de Timbro, un think tank liberal sueco. En Chile es responsable de la cátedra Adam Smith de la Universidad del Desarrollo y pertenece a la Fundación para el Progreso, de Nicolás Ibáñez, principal vitrina también de Axel Kaiser, quien no hace mucho tiempo intentó cazar a Vargas Llosa para que afirmara que la dictadura de Pinochet era mejor que la dictadura de Maduro, ante lo cual el autor peruano lo paró en seco: «Todas las dictaduras son terribles».

Acercamiento a Piñera

Esto último es una prueba de que nunca perdió el contacto con Chile. Tampoco su contacto con Piñera es nuevo. El primer Gobierno del empresario lo invitó en 2011 a La Moneda, donde dio una conferencia; también ha dado charlas en el Instituto Libertad y Desarrollo, ligado a la UDI. Se convertiría luego en autor de varios discursos presidenciales, como director de Contenidos y Estrategias de la Presidencia.

También en este caso, el diálogo dio sus frutos literarios:  el mencionado Conversando con Sebastián Piñera.

Desde La Moneda, su pasión por el segundo Gobierno del Mandatario ha sido total.

«Más viejo, más maduro y más sereno, Piñera ha vuelto al Gobierno con un proyecto meditado, que ya no se nutre solo de las encuestas, sino también de las tendencias mundiales, los programas sociales exitosos y una combinación de prudencia y atrevimiento», señaló en su red social Twitter.

Allí, más que la cultura, sus obsesiones son Cuba, Nicaragua y Venezuela. Simpatizante de la cubana Yoani Sánchez, tampoco ha trepidado en calificar a los chavistas de «buitres», «traficantes» y «máquinas hambrientas de dólares».

Su entusiasmo por Piñera II también se puede ver a través de sus apreciaciones en una reciente entrevista.

«Todos sabemos que la seguridad o La Araucanía no se resuelven con varita mágica, pero por primera vez hay un ministro como Alfredo Moreno (de Desarrollo Social) con una dedicación casi exclusiva, que intenta comprender el problema. ¡Me encanta hablar con él, porque parece un antropólogo! El hombre vibra con lo que está haciendo y lo transmite, nunca ha habido un involucramiento de la intensidad del que estamos viendo», señaló al diario El Mercurio.

Ahora habrá que dejar a un lado las palabras e iniciar la gestión, un área donde las capacidades de Rojas son inciertas.

En el mundo del arte, las reacciones fueron diversas. «Lo que es la modernidad, una juguera ideológica surrealista», comentó el publicista Cristian Leporati, no sin ironía, en la red social Twitter.

«Es afán ocioso aventurarse en comentarios reales sobre los recientes enroques ministeriales del señor Presidente», dijo por su arte el escritor Omar Saavedra Santis, que también estuvo en el destierro en la RDA, donde conoció a Ampuero.

«Resulta sin embargo curioso que, como su valido para Cultura, haya escogido otra vez a un converso –como ellos mismos se autodefinen–. Acaso sea su catecúmena visión salvífica del arte y la cultura. Entonces, para cumplirla, qué mejor que borrachos consuetudinarios devenidos en abstemios militantes», remató.

Publicidad

Tendencias