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“Guasón” (II): ¿un anuncio de la explosión  social que vivimos? CULTURA|OPINIÓN

“Guasón” (II): ¿un anuncio de la explosión  social que vivimos?

Francisco Ramírez
Por : Francisco Ramírez Periodista y escritor
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Si bien el fenómeno comenzó en Santiago, a estas alturas Chile vive un rebelión  como no se había visto en democracia. Siguiendo un comentario anterior sobre esta película, no hay que desdeñar un aspecto central de la obra: cómo la rabia se inyecta en las masas sin explicación y con la potencia de una bomba nuclear. ¿Se infiltró el “síndrome Joker” en este estallido de furia a nivel nacional?


La vida imita el arte

mucho más que lo que 

el arte imita la vida. 

(Oscar Wilde)

Todo comenzó en el Metro

En una columna anterior nos referimos a la película “Joker” abordando al personaje interpretado por Joaquín Phoenix, tal como podría hacerlo cualquier espectador, pero intentando poner en juego diversos argumentos. La hipótesis central apuntaba a que se aleja del prototipo de archienemigo de Batman y que se trata de “otra” propuesta. 

Sin embargo, lo que está sucediendo en Santiago y otras regiones del país motiva una nueva lectura. Eso es lo que trataremos de expresar en las siguientes líneas. 

La expresión de malestar ciudadano que estalló el viernes pasado en la Región Metropolitana y  ya se está extendiendo a todo el país, exige considerar un aspecto central de esta película, el que ha pasado un poco a segundo plano tras los elogios, más o menos universales, a la actuación de Phoenix. Se trata de cómo presenta el alzamiento masivo de anónimos “seguidores” de este “Guasón”, fracasado y triste, que alcanza sus minutos de fama y pronuncia un breve discurso en TV. Sus palabras encienden los ánimos al punto de movilizar a miles de émulos a las calles, no precisamente con una actitud pasiva o dialogante. Todos, por cierto, enmascarados como payasos. Su denuncia de la inequidad social y el desprecio a los postergados por parte de los “poderosos” (de ayer y hoy) es la gota que rebalsa el vaso. O la llama que enciende la pólvora. 

¿No está pasando exactamente eso hoy en Santiago?

Además, (alerta de spoiler) el debut criminal del “Guasón” tiene lugar… en un vagón del  Metro, donde se enfrenta a tres individuos de “clase privilegiada” que le humillan sin compasión. ¿El “Metro”…? ¿No fue, precisamente, el tren capitalino el primer “destinatario” de la furia masiva que comenzó este viernes, al punto de motivar el cierre de todas sus estaciones  durante el fin de semana para evitar la ocurrencia de nuevos incendios y evasión reiterada? ¿Se había visto antes, en alguna época, una medida de este calibre? La coincidencia entre el arte y la realidad no deja de resultar sintomática.    

Actualmente, se vive en Chile un alzamiento del descontento social como no se había visto nunca en democracia. Es más: como indican diversas fuentes que vivieron  esos años, ni siquiera en Dictadura se había registrado algo de tal magnitud. Las Redes Sociales y su capacidad de conexión instantánea han potenciado el alcance y velocidad de los sucesos. “El sonido y la furia” shakespereanos en su máximo nivel, aunque es muy probable que el célebre dramaturgo nunca haya podido siquiera imaginar un fenómeno de tal magnitud como el que está teniendo lugar en nuestro país. 

(Alerta spoiler: detalles de la trama de «Joker» son revelados en los siguientes párrafos)

SanGotham

Los manifestantes se unen en esta Gotham que parece haberse convertido Santiago -tal como, acertadamente propuso este diario el viernes pasado– para rebelarse en medio de una ciudad plena de incertidumbre ante el futuro inmediato. 

Tal como en Gotham, la noche en Santiago da pie para acciones que se alejan de toda racionalidad, sumiendo a la ciudad en un estado de locura nunca antes visto:  destrucción y saqueos a supermercados y centros comerciales, incendios reiterados y atentados contra el inmobiliario público, desconfianza radical contra autoridades que se juzgan casi inexistentes y un intento por instaurar el nihilismo casi como derecho propio de una ciudadanía vulnerada por años, décadas incluso.    

La molestia generalizada seguirá, con el pronóstico de una ciudad en la que si bien se anunció la vuelta parcial del Metro tendrá lugar un Via Crucis que se traducirá en horas y horas de espera y lucha por algo tan sencillo como poder movilizarse en transporte público. La gente común y corriente está viendo su día a día medio carcomido en una urbe que la fagocita. 

“Guasón” nos presenta una “Gotham” de fines de los años `70 en la que se están produciendo fenómenos muy similares a los del Chile de hoy. Es muy singular este extraño giro al pasado para mostrarnos lo que estamos viviendo: como el grueso de la población advierte que sus posibilidades de crecimiento se van restringiendo, mientras un  segmento minoritario se enriquece más y más. 

En tanto, haciendo un mea culpa a todas luces tardío, ciertos representantes de la clase política (la que en su mayor parte, de manera casi “misteriosa”, como si este tema no le interesara, ha brillado por su ausencia) han sostenido que empatizan con los reclamos de la población respecto a la “desigualdad social” y la “brecha socioeconómica”. Un honorable parlamentario incluso habló este domingo en un programa de TV de que se podían “revisar sus (propios) sueldos, porque eran muy altos”. Hasta como chiste, no causa gracia. 

La indignación de la gente

Volvemos a “Joker”. Más de 1 millón de personas la han visto en país. A nivel mundial, ya se habla de “Jockermania”. Es la película más comentada del año, sin duda. Hay de todo: quienes la ensalzan y los que acusan demasiada autocomplacencia. Léase: un “Guasón” incapaz de afrontar la vida y, a la vez, de dirigir una rebelión masiva.

Quizás sea el momento de replantearse este punto: ¿necesitan, hoy, las revoluciones de “líderes”? Al parecer, no. La gente  se está reuniendo y actuando más allá de cualquier caudillo. La clase política, basada históricamente en este factor, debe tener poderosos problemas de insomnio. 

La última obra de Todd Phillips es más que la biografía de un payaso deprimido que busca hacerse paso como comediante. Casi “sin querer queriendo”, el “Guasón” desata un movimiento de rebeldía indetenible. El filme nos lo muestra (Spoiler II) ante un conductor muy famoso de TV (Robert de Niro), recrimiminándole ante todo Estados Unidos que los dementes -un concepto muy “variable” a través de las décadas, como se sabe- son del todo desconsiderados por la Sociedad; es decir, dejados a un lado, como desperdicios. 

Un poco antes de su aparición en este programa de altísimo rating, su vida ha tenido ciertos cambios: unos adolescentes le golpean en plena calle por “patético”, le despiden en su calidad de payaso (nótese la metáfora) quedando en una cesantía que más que amargura le da una sensación de triunfo y le quitan su derecho a Seguridad Social por “recortes” estatales, dejándolo sin los medicamentos que mantienen a raya su desgracia, ansiedad e incapacidad de actuar en el mundo. ¿Les suena familiar?  

A medida que avanza la transmisión, basta cierto imprevisto acto en cámara contra el personaje de De Niro (cada vez más furioso y desconcertado ante lo irracional de su invitado) para que miles de “guasones” salgan a las calles llenos de furia, a destruir todo. No están preocupados por la reacción de las autoridades o la Policía. Simplemente, se vuelcan a inundar la ciudad. 

Les da lo mismo cualquier tipo de represión o eventual consecuencia de sus actos. 

En el filme, la “gente descontenta” se deja liderar por un payaso infeliz y fracasado, tremendamente sensible, pero incapaz de lidiar con los sufrimientos de vincularse con el próximo. En la práctica, eso significa no tener a nadie como jefe de las hordas. Eso está  pasando a nivel mundial y también en Santiago: ya no hay líderes que puedan guiar a las “masas”. Y viceversa: nadie es capaz de tranquilizarlas y volverlas a la calma. 

De que la rebelión está teniendo lugar en Chile, no hay duda. Y de que no hay una cabeza visible, también. En tal sentido, “Joker” cobra nueva vigencia: la de ser un emblema de la rebelión imprevista, desestructurada y masiva de nuestos días. Es, además, una gran película, tal como indicamos en nuestra columna anterior. Y lo reiteramos, por si quedan dudas. 

A poco de llegar el “The end” de “Guasón”, el payaso desgraciado que es “Arthur Fleck” sonríe a más no poder, sabiendo que logró su propósito: el mismo acto de la rebelión masiva termina por “hacer feliz” a miles de agotados y desesperados ciudadanos anónimos de Gotham. 

Ahora -de vuelta a la realidad- hay que ver que pasa en Chile esta semana. De que hay coincidencias entre “Guasón” y los sucesos que agitan nuestras calles, los hay. La principal diferencia… es que una película dura sólo un par de horas; la vida, en cambio, sigue día a día. 

Y en nuestro caso presente, con una inédita singularidad: la declaración de una “Guerra” en la que sólo participa un bando…

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Francisco Ramírez es periodista y escritor. Se ha desempeñado en diversos medios nacionales y en la cadena de TV “RT en español”. Premio “Fondo del Libro” en el área Creación/Cuento. Colaborador frecuente en sitios literarios de Internet.  @Framirez1976  Facebook: “Una odisea en Rusia”

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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