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«Honorables», la novela que desnuda el Parlamento como nido de intrigas y uso poco transparente de recursos CULTURA

«Honorables», la novela que desnuda el Parlamento como nido de intrigas y uso poco transparente de recursos

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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«Honorables», de la periodista Rossana Dresdner, retrata no solo a los diputados, sino también a los poderosos y desconocidos altos funcionarios de la Cámara de Diputados. «En la Cámara, el poder tiene que ver con la legislatura, claro, pero no solo eso. Tiene que ver también con el dinero, con los cargos, con las relaciones», comenta la autora, que trabajó varios años en la sede del Poder Legislativo.


«¡Se necesitan 60 votos más uno para sacarme de aquí y no los tienes! Tú, en cambio, ni siquiera vas a ser reelecto. ¿Crees que no sé que estás mal evaluado? Lo comentan tus propios colegas… Así es que tengo la impresión de que el que va a seguir acá en tres años más soy yo y no tú. Por lo tanto, me parece que seguir hablando contigo es una pérdida de tiempo».

Quien habla es Augusto Catalán, el secretario general de la Cámara de Diputados, y así comienza Honorables (Editorial LOM), la novela de Rossana Dresdner (Boston, 1961), una novela que se desarrolla entre bambalinas de la entidad, donde la protagonista, Javiera Koch, acaba de asumir como directora de Comunicaciones.

A medida que se introduce en el mundo que esconden los gruesos muros del Congreso en Valparaíso, Koch descubre cómo el poder y su enmarañada trama de relaciones son el motor de la mayoría de las personas que allí trabajan.

Y donde también hay una variedad de altos funcionarios que la mayoría de los chilenos desconoce, pero con un inmenso poder, como demostró hace algunos años un artículo publicado en este mismo medio.

«En el tejemaneje cotidiano, los funcionarios son fundamentales. Como ellos mismos dicen, son ellos quienes dan continuidad a la Corporación. Dicen que los diputados van y vienen, pero ellos permanecen. Por supuesto son los funcionarios de más alto rango quienes inciden en los procedimientos, las decisiones, las acciones, grandes y pequeñas. Ellos manejan esa maraña, e influyen muchas veces de manera determinante en decisiones que nos atañen a todos los chilenos. Son personas que nadie ha elegido, que tienen mucho poder y que pocos conocen», comenta la autora.

En ese escenario de ambiciones políticas y personales, la protagonista Javiera Koch aprende que la traición, el cinismo, la ambición y la mentira son formas “legítimas” de operar, sin las cuales no es posible sobrevivir.

De esta forma, Honorables aborda las contradicciones e intrigas cotidianas, las coaliciones y escaramuzas entre aliados y adversarios, en medio de traiciones y aventuras amorosas, en las que participan diputados, funcionarios, asesores y periodistas.

En la novela hay historias –algunas de las cuales son de público conocimiento y otras que son ficción– sobre irregularidades financieras, tanto de los diputados como de la Cámara misma, pero también sobre irregularidades administrativas y sobre un sistema de funcionamiento, formal e informal, que determina de manera importante lo que pasa en una de las instituciones más cruciales para la vida de nuestro país.

Los personajes de la novela son diputados, funcionarios, periodistas, que confluyen en acciones comunes según sus objetivos personales. Hay crítica pero no en bloque.

«Creo que la crítica en bloque es fácil, liviana, se basa en mucho desconocimiento y, lo más importante, no ayuda a solucionar el problema», dice Dresdner. «El problema a mi juicio es un sistema que busca el statu quo y que está hecho para obstaculizar, o casi impedir, cualquier cambio. Muchos diputados lo usan a su favor, otros lo combaten. Hasta ahora diría que les ha ido mejor a los primeros. Pero no se trata necesariamente solo de diputados, ni de posturas de derecha o izquierda».

Rossana Dresdner.

Financiamiento irregular

La trama de «Honorables» se desarrolla en medio de un descrédito profundo de los diputados ante la ciudadanía y denuncias periodísticas de irregularidades financieras y privilegios arbitrarios.

Javiera detecta problemas en las finanzas de su área y debe decidir qué hacer con esa información: si velar por la institución o por su carrera personal.

Así, el libro habla de préstamos internos a los diputados, sin tasas de interés, y gastos por centenares de millones de pesos sin justificar, donde ni siquiera los comunistas, como comprobará amargamente una dirigenta estudiantil convertida en parlamentaria, se animan a denunciar.

Donde, como dirá otro protagonista, hay mucha cosa «irregular», aunque no ilegal, sobre todo cuando los que tienen que velar son los mismos que se benefician.

Por experiencia propia

Dresdner sabe de lo que habla, ya que ella misma trabajó como periodista en el Parlamento.

«Me interesa la experiencia humana de las cosas», responde ante la pregunta sobre el origen del libro.

«Más que los hechos, me interesa cómo las personas viven esos hechos. El área chica, por así decirlo. Por eso, en general las historias que quiero contar se relacionan con temas o experiencias de mi propia vida. Lo que he visto, lo que he sentido, lo que he visto que otras personas sienten. Lo que me consta. Creo que ahí hay una hermandad de la periodista con la escritora».

Para ella, la mayor novedad de esta novela es que no se centra en los escándalos de los diputados que suelen verse en los medios –que la novela también tiene–, sino en lo que subyace, lo que solo ven, conocen y experimentan, en primera persona, quienes pertenecen a la Cámara de Diputados.

«Cuando llegué a trabajar allí, lo que más me sorprendió fue cómo se arma esa vida cotidiana que transcurre tras los muros de la sede de Valparaíso, donde ni los códigos ni las prioridades ni los modos se parecen a lo que uno conoce como lo más o menos normal», dice.

Un problema del sistema

Aunque, como en toda novela, su propósito fue narrar una historia, Dresdner cuenta una que, en sus palabras, muestra algo nuevo, desconocido, que sugiere que el problema con el Congreso o, en este caso, con la Cámara de Diputados, «es más profundo de lo que creemos».

De hecho, Honorables nuestra un sistema de funcionamiento interno que va más allá de los diputados, más allá de la legislatura, más allá de quienes ocupan los escaños parlamentarios.

«Soy una convencida que podríamos cambiar a los 155 diputados actuales, pero eso no cambiaría mayormente el funcionamiento de la institución», dice. «Más que un tema de las personas, es un tema del sistema».

A ella le consta que hubo diputados que intentaron hacer cambios y no pudieron porque se vieron entrampados en un pantano de formalidades y procedimientos, aspectos que algunos manejan al dedillo en el Congreso.

«Baradit dijo en una entrevista que el sistema del Congreso es un laberinto diseñado para que la gente se pierda. Y que a veces el Congreso parece más un muro de contención. A mí me consta que hay un sistema que opera como un muro de contención. Pueden cambiar a los 155 y el muro seguirá ahí», apunta.

Para ella, en ese sentido, esta novela se conecta con lo que está pasando en Chile ahora, «porque una de las razones del estallido es que la gente siente que los parlamentarios son totalmente indolentes frente a sus necesidades».

«Pero han pasado más de cuatro meses y hemos visto que, aunque tengamos una crisis nacional de esa magnitud, esa indolencia sigue operando. Porque hay un sistema que sigue operando. No es solo el problema de 155 personas que trabajan ahí. Es más grave que eso. Es un sistema. Que trasciende. Que es mucho más fuerte. Y más poderoso», recalca.

Un tema de poder

El tema del poder es central en el libro, y Dresdner quiso abordarlo porque cree que es un asunto fundamental para el devenir del país.

«El poder no es algo abstracto, es algo muy concreto, que se usa para fines concretos. La gente habla del poder como si fuera una entelequia. Pero el poder es real, es dominio, fuerza, autoridad, influencia, que se expresa en cómo y cuánto logro llevar adelante mis objetivos. Los que sean», dice.

«En la Cámara, el poder tiene que ver con la legislatura, claro, pero no solo. Tiene que ver también con el dinero, con los cargos, con las relaciones. Y se expresa en la vida cotidiana de las personas que viven en ese medio. Cómo se ejerce el poder, quién lo ejerce, en el día a día, en las situaciones concretas, define cosas tan superficiales como el escritorio sobre el cual trabajas, hasta las votaciones de proyectos de ley que son trascendentales para el país».

Es este enjambre de relaciones, de emociones, de vivencias, lo que Dresdner intenta retratar. Lo que le pasa a una persona que llega recién a ese institución o lo que le sucede a una que lleva mucho tiempo allí. Ya sea un diputado o un funcionario.

«Mucho de lo que narro son cosas que me constan. Cosas que he visto, vivido y sufrido. Las relaciones humanas en la Cámara son duras, crudas, muchas veces despiadadas, y siempre condicionadas por el ejercicio del poder. La Cámara de Diputados es un lugar donde hay mucho maltrato y donde la gente la pasa mal. Pero rige la ley de: es ‘sin llorar’. Eso me consta», concluye.

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