
Escritora Bernardita Hurtado Low: “Veo pobreza y desigualdad terrible, pero también esperanza”
Desde Palena, donde reside hace tres décadas, señala que «deberíamos construir nuestro futuro buscando nuevas y más amables maneras de vivir en armonía con la naturaleza y nuestro entorno social, también ocuparnos en dejar a nuestros hijos un capital cultural, de construir mejores vínculos en comunidad». «Seremos un mejor país cuando la educación en Chile sea de real calidad en todos los niveles, el día que salgamos de este subdesarrollo mental y existan posibilidades para todos en nuestra sociedad, cuando se otorguen recursos suficientes al desarrollo de la ciencia, cuando se respete la cultura de los pueblos originarios, cuando escuchemos las voces de los territorios olvidados».
La escritora Bernardita Hurtado Low otorga esta entrevista desde Palena, donde el día de este diálogo se encontraba físicamente aislada –según señaló, con dos metros de nieve y sin transporte por tierra hacia Chaitén–, pero dispuesta a conversar y dar su visión de la vida que transcurre en la tranquilidad de ese pueblo, donde la población no supera los mil habitantes.
Sin ser una mujer de la primera línea –no participa activamente en agrupaciones ni movimientos políticos nacionales–, se trata de una observadora privilegiada.
Escritora, profesora y documentalista, esta mujer nació en Ancud y cursó sus estudios universitarios en Valdivia, pero optó por una localidad apartada incluso de las grandes ciudades del sur de Chile.
Su rutina naturalmente tiene otro ritmo. La comuna, donde reside hace 30 años, tiene menos de dos mil habitantes (en el pueblo, como se señaló, no más de mil). La distancia no la altera ni tensiona a pesar del aislamiento. La falta de transporte terrestre en estos días de pandemia tampoco le quita el sueño. Cuando viaja por tierra hasta Puerto Montt –donde solía ir cada 15 días–, sabe que necesita todo un día de traslado. Y para venir a Santiago, otras 12 horas de bus. Sin embargo, igual está conectada interiormente con el país y la sociedad que también son parte de su vida.
Hurtado conserva un tono, mantiene una serenidad y habla con convicción.
-¿Qué significa vivir en Palena?
-Vivir en Palena es estar siempre en contacto con la soledad y el paisaje, aislados geográficamente.
-¿Por qué eligió un lugar tan remoto para trabajar y radicarse?
-Por razones familiares, acá estaba mi padre, viví en Palena cuando niña y en 1981 regresé definitivamente. Tal vez mi poema Orillada habla mejor de las razones por las cuales elegí vivir en estas lejanías.
Yo no fui al exilio,
me escondí más lejos
puse flores en la mesa
y perfumé mi casa de manzanas.
Habituada al silencio y la prudencia,
enlacé el pasado a la memoria
y encendí las luces
en la fiesta de otros.
Fueron años, sin sentirme loba ni oveja
orillada, cansada de ser
convertida en la sombra y el eco.
-¿Cómo se ve nuestro país desde ese rincón de Chile?
-Desde este hermoso rincón, se observa, al igual que desde cualquier lugar, la desigualdad inmensa en nuestro subdesarrollado país, regido por un modelo económico que aumenta esas desigualdades, que a pesar de la globalización Chile es un país atrasado en muchos temas fundamentales para nuestras vidas.
-¿Cuál es su opinión de la vida urbana, de la conducción política, de los principales actores?
-Para mí, la vida urbana tiene atractivos en aquellas ciudades amables del sur. En cuanto a la conducción política, favorece a unos cuantos y creo que, pasada la pandemia, el estallido social seguirá su curso necesario.
Chile a la distancia
-¿Y cómo ven los palenenses esto que ocurre a tanta distancia?
-Los palenenses también tienen la invasión de los medios de comunicación, están informados, pero es característico acá no expresarse ante lo que conmueve. Yo veo pobreza y desigualdad terribles, pero también esperanza.
-¿Sienten orgullo por ser chilenos o viven una cierta desafección?
-Veo que la chilenidad de los vecinos se expresa en algunas situaciones formales, lo que está presente es la cultura fronteriza, la cual es una mezcla entre el gaucho de la pampa y el campesino del sur chileno. Hay intercambio permanente con Argentina por la cercanía geográfica. Durante la instalación de los colonos (en 1911 y recién en 1929 se funda el pueblo de Alto Palena), el contacto era solamente con los pueblos del país vecino, eran los obligados referentes. Esta cercana convivencia dejó sus marcas en todas las expresiones que constituyen el patrimonio, se establecieron lazos familiares entre familias de uno y otro lado del río Encuentro. Hoy, aún estamos alejados y muchas veces tan abandonados del resto de Chile.
-¿Cuáles son las principales preocupaciones de los jóvenes de esa localidad?
-Los jóvenes aspiran a egresar de enseñanza media para después acceder a estudios superiores en algún instituto o universidad y luego establecerse en la ciudad. El porcentaje de egresados que retornan a trabajar e integrarse a su comunidad es bajo, excepto en el ámbito educativo.
-¿Qué significó la migración de jóvenes provenientes de Chaitén, poco después de la erupción del volcán?
-Con la erupción del volcán Chaitén, en el 2008, llegaron a Palena muchas familias desplazadas por la catástrofe, y el liceo Italia de Chaitén fue anexado a las dependencias de la escuela básica de Palena. Se integraron aproximadamente 130 estudiantes de básica y media, desde ese ámbito vivimos el impacto que causaba el desarraigo, ya que, a pesar del entorno amable para ellos, esta migración forzada fue difícil y repercutió en su salud, lo que pude observar en mis alumnos de enseñanza básica y en los profesores y todo el equipo que venía desde Chaitén. Fue más de dos años, hasta el retorno a su territorio a fines de 2010. Quedó en evidencia la falta de preparación que existe, en todos los niveles del ámbito educativo, para enfrentar el impacto de una catástrofe y apoyar las necesidades de contención emocional en estos casos. Esta migración tuvo algún impacto positivo en Palena, como la creación de enseñanza media y el que se establecieran acá algunas profesoras y profesores.
Recoger las voces de Palena
-¿Cómo transcurre su día a día?
-Hago lo posible por que mí día a día transcurra de manera amable. No he tenido grandes cambios en mi rutina, leo, cocino, escribo, observo a los pájaros que vienen a mi patio a cada momento en busca de alguna semilla o de las manzanas que siempre dejamos en un árbol, para cuando lleguen los loros. Algunos días voy a mi casa en el campo (en el sector El Malito) y disfruto del silencio interrumpido por las vacas o las ovejas, desde la cocina puedo ver que sobrevuelan bandurrias y a veces algún cóndor. Puede que en el camino me cruce con un zorro y alguna vez con un puma, escucho el rumor del río en las noches y en la mañana.
Otros días tengo reuniones de trabajo por Zoom, en este tiempo de encierro se ha intensificado la demanda de actividades culturales. También ha regresado una práctica maravillosa: algunas personas han llegado a mi casa en busca de libros, ya que la biblioteca pública está cerrada, por lo tanto, la biblioteca de mi casa ha tomado un aire comunitario.
-¿Ha podido seguir escribiendo?
-Sí, es un desafío permanente.
-¿Cómo estimula la creación ser residente de Palena?
-Este territorio de amplia libertad y donde mucho hay por hacer, estimula a crear en diferentes ámbitos. En estos meses de encierro, además de leer y escribir, he estado realizando videos de narración de cuentos y lecturas, también por estos días estoy grabando audiocuentos para colaborar en un programa radial para niños, en el sur.
Palena me ha permitido recoger sus voces, hace muchos años grabando entrevistas para registrar el proceso de instalación de los colonos llegados en 1911, para después difundir a sus descendientes en programas de radio. Luego, por largo tiempo, recuperé fotografías antiguas que recogen la memoria de aquel tiempo y están como una crónica visual en el libro Alto Palena (Ediciones Kultrún, 2010)
«No me gusta la clasificación tercera edad»
-¿Qué planes y proyectos tiene hacia el futuro?
-Siempre el más cercano es realizar el viaje pendiente. Era en mayo, para visitar a mi hijo y familia en Sidney (Australia). Seguir escribiendo, realizando actividades de animación lectora con chicos y grandes, estar con la gente que quiero, leer, viajar, visitar a las personas queridas, disfrutar de la vida en casa, tener más sueños que realizar y que el paso del tiempo sea lo más benigno posible, especialmente el aspecto de salud.
-¿Qué le sugiere la tercera edad? ¿Cómo se debe vivir? ¿Cómo ha sido su experiencia en esta etapa tan importante de la vida?
-Como un paso más en nuestro recorrido. No me gusta la clasificación tercera edad, prefiero hablar de mi tiempo de retiro y ello me sugiere días de observación, aprendizaje, reflexión, de actividad placentera. He vivido otras experiencias, como actuar en un largometraje rodado en Valdivia (Cielo de agua, de las cineastas Margarita y Eugenia Poseck), viajar el 2019 a Valencia al festival «Jaleo» y encontrarme allá con gente maravillosa del mundo de la literatura infantil, como mi maestra, la escritora Mar Venegas, hacer un grupo de amigas con las que estamos en contacto y trabajando en literatura infantil, volver con el premio «Ultramar» por mi compromiso con la mediación lectora desde un lugar remoto como Palena. Eso da esperanzas y energía para seguir y ver otros paisajes, y necesariamente lleva a ampliar la mirada. Sigo en contacto con los niños, desde un taller de animación lectora que realizo en forma voluntaria, semanalmente, en la escuela de Palena.
-Me imagino que con una vida tan sana, la longevidad se prolonga.
-Tal vez, lo importante es que acá la calidad de vida de las personas mayores es buena.
-Y en esta etapa de la vida que ya ha pasado su ciclo laboral más activo, ¿qué recomendaría a los habitantes de una ciudad tan urbana y centralizada como es Santiago?
-Qué difícil. ¡Porque es como mirar de un mundo lejano a otro! ¿Qué puedo decir desde la amplitud a los que tristemente viven casi enjaulados?
-Y en tiempos de pandemia, ¿qué debemos aprender? ¿Hacia dónde orientar nuestro futuro?
-Cada uno ha aprendido de acuerdo a sus circunstancias, pero en general deberíamos construir nuestro futuro buscando nuevas y más amables maneras de vivir en armonía con la naturaleza y nuestro entorno social, también ocuparnos en dejar a nuestros hijos un capital cultural, de construir mejores vínculos en comunidad.
Un mejor país cuando mejore la educación
-¿Confía que seremos un mejor país pasada esta crisis sanitaria?
-Seremos un mejor país cuando la educación en Chile sea de real calidad en todos los niveles, el día que salgamos de este subdesarrollo mental y existan posibilidades para todos en nuestra sociedad, cuando se otorguen recursos suficientes al desarrollo de la ciencia, cuando se respete la cultura de los pueblos originarios, cuando escuchemos las voces de los territorios olvidados.
-Además, ¿qué le provocó el estallido social del mes de octubre? ¿Cómo vio lo que vino a continuación?
-Confirmó la certeza de que vendría un remezón necesario, que dejó colgando al viento, a la vista de todos, las miserias de nuestro país y el eco de las voces silenciadas que aún resuena. Después, la pandemia vendría a descorrer las últimas cortinas que disimulaban nuestra precariedad.
-¿Cómo construimos entre todos el país?
-Con justicia, con una nueva Constitución, sin mezquindad desde la clase política y empresarial, con voluntad desde todos los sectores, con una mirada amplia hacia un futuro que respete a los pueblos originarios, que valore el rol y desempeño de la mujer en la sociedad, a los inmigrantes, que vienen a realizar un aporte, y a las personas que se expresan de diferentes maneras, en fin, tanto más por logar desde nuestra esperanza.
-¿Algo más que agregar?
-Por ahora: gracias, por recordar que “el sur también existe”.