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Escritor colombiano Héctor Abad publica sus diarios íntimos: «arrepentirse no sirve para nada» CULTURA

Escritor colombiano Héctor Abad publica sus diarios íntimos: «arrepentirse no sirve para nada»

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Acaba de aparecer «Lo que fue presente-Diarios 1985-2006» (Editorial Alfaguara), de Héctor Abad Faciolince, que muestra su trayectoria desde que era un estudiante de 27 años, hasta la publicación de su libro más aclamado, «El olvido que seremos», en 2006. «La vida es lo que es, y no es un ensayo. Lo que uno hizo, lo hizo ya para siempre. Por eso no borro los episodios más vergonzosos de mi vida que salen en el diario. ¿Para qué? Nada se puede borrar. Y si los diarios tienen algún interés para otros es precisamente porque todos en nuestra vida -salvo algunos santos- no hemos sido en todo momento personas ejemplares».


Un libro que recopila sus diarios íntimos ha publicado el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince (Medellín, 1958).

Se trata de «Lo que fue presente-Diarios 1985-2006» (Editorial Alfaguara), que muestra su trayectoria desde que era un estudiante de 27 años, hasta la publicación de su libro más aclamado, «El olvido que seremos», en 2006.

En ellos se relatan las angustias de alguien que, aunque quería ser escritor, escribía muy poca ficción y mucho sobre sus obsesiones, sus amores y sus dificultades en la vida cotidiana.

Allí salen a la luz nacimientos, infidelidades y asesinatos, entre viajes y estancias en Colombia y el extranjero, con la sangrienta historia del país cafetero como trasfondo.

«En el diario se habla a veces de los libros que estoy escribiendo. Se pueden rastrear incluso los momentos en que una idea nace, o su semilla. Las dificultades que tengo para seguir, problemas técnicos sencillos, capítulos que se añaden o se suprimen. Incluso la discusión interior, o con amigos, sobre títulos. Hay también episodios de mi vida que luego aparecen -transformados o tal como ocurrieron- en algunos de mis libros», adelanta.

Anticipar la incomodidad

El autor publicó el libro a pesar de que salen a la luz varias intimidades de su vida personal.

«Los diarios suelen ser póstumos. Cuando me decidí a publicarlos yo me estaba sintiendo medio muerto, o a punto de morir. No tenía ningún otro proyecto de escritura. Publicar los diarios era publicar una parte de mi escritura que ya estaba hecha, que había hecho muchos años antes, incluso antes de publicar mi primer libro», explica.

Asimismo, comenta que quiso evitarles a su esposa y a sus hijos la incomodidad de revisar sus cuadernos, de tener que leer demasiadas confidencias de las que seguramente no se querían enterar.

«Los publiqué como quien se compra una tumba en el cementerio para evitarle a la familia la molestia», remata.

Proceso largo y arduo

Abad confiesa que el proceso de recopilación fue largo y arduo.

«Tengo cientos de cuadernos con diarios, a veces con apuntes. Muchos otros se han perdido. Hasta el año en que corto su publicación (2006) pasé en limpio unas 1.200 páginas, el doble del material publicado», afirma.

«Eso era el diario en bruto, lo que pude encontrar y copiar, con largas zonas de silencio por distintos motivos».

Una vez recopilado todo, les preguntó a algunas personas, en especial a algunas con las que había tenido relaciones sentimentales más o menos importantes, si podía publicar esas partes, si lo podía hacer con sus nombres propios o si preferían que hubiera un cambio de nombres y también de circunstancias.

«Me adapté a las respuestas que me dieron. Después, con los editores, resolvimos cortar las partes más neuróticas y repetitivas. Y llegamos a lo que está publicado».

Colombia «de refilón»

Como puede suponerse, Abad se encontró con más de una sorpresa en sus apuntes, entre otros porque tiene «muy mala memoria». Fue tanto que a veces tenía la sensación de estar copiando los diarios de un desconocido.

«Hay personas ahí mencionadas que yo ya no recuerdo, ni remotamente, pero que al estar en los diarios con seguridad formaron parte de mi vida».

En cuanto a la historia de Colombia, en su opinión esta se presenta allí solo de refilón.

«Soy una persona muy poco interesada en la política, en los asuntos menudos de las elecciones o las noticias cotidianas. Siempre he vivido en una especie de mundo interior», asegura.

Cuando aparece la terrible y trágica historia de Colombia «es porque esta se impone en mi vida privada».

«De resto, esos diarios podrían haber sido escritos en cualquier otro país, en Chile o en España. De hecho hay muchas páginas escritas en Italia, en España o en China».

Arrepentimiento inútil

En vista de lo escrito y confesado, cabe preguntarse cómo ven sus hijos este libro.

«Me atreví a publicar los diarios, entre otras cosas, porque mis hijos me animaron a hacerlo y me prometieron que nunca los leerían», responde.

«En realidad yo creo que los hijos no están muy interesados en la vida íntima de sus padres; es algo molesto, incómodo, y a mis hijos les
parece muy fácil no involucrarse en esto. Yo los entiendo: no me interesaría leer el diario íntimo de mi madre».

En cuanto si hay algo de lo que se arrepienta, «habiendo yo sido criado en una cultura católica, el diario tiene mucho de confesión y de penitencia».

«Mi vida está llena de cosas de las que me arrepiento, pero en últimas arrepentirse no sirve para nada. La vida es lo que es, y no es un ensayo. Lo que uno hizo, lo hizo ya para siempre. Por eso no borro los episodios más vergonzosos de mi vida que salen en el diario. ¿Para qué? Nada se puede borrar. Y si los diarios tienen algún interés para otros es precisamente porque todos en nuestra vida -salvo algunos santos- no hemos sido en todo momento personas ejemplares».

«Al mismo tiempo, en los diarios se ve que no he matado a nadie, y que mis pecados en general no son de esos que -eso me decían en la adolescencia- solo los puede perdonar el papa», comenta.

El futuro de Colombia

Finalmente, es ineludible preguntar cómo Abad ve el presente y futuro de Colombia, un país cuya violencia devoró a su propio padre, un médico y defensor de los derechos humanos, asesinado por ultraderechistas en 1987. Hoy la nación sufre el asesinato de numerosos líderes sociales.

«Colombia es un país neurótico y los neuróticos tienden a repetirse siempre. Cometemos siempre los mismos errores, tenemos los mismos vicios. Y nuestro peor vicio es el asesinato como método para resolver los conflictos sociales. Es un asco», analiza Abad.

Para él, sin embargo, hay algo, sin embargo, que ha cambiado desde los 80 a esta parte: no en términos de calidad, pero sí de cantidad.

«Ahora matamos un poco menos que antes; eso es una mejoría. Pasa lo mismo, pero pasa menos. Tal vez dentro de otros cien años de neurosis pase tan poco que ya casi ni nos demos cuenta».

Aún así, confiesa que «mi país, como los amigos neuróticos que caen siempre en los mismos vicios y en los mismos errores, ya me tiene cansado».

«A veces me dan ganas de darle la espalda y ya. ¿Vas a seguir siempre así? Pues bueno, entonces jódete», concluye.

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