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Medio siglo del Festival Rotterdam: de Raúl Ruiz a Alicia Scherson CULTURA|OPINIÓN Crédito: Antonio Reynaldos

Medio siglo del Festival Rotterdam: de Raúl Ruiz a Alicia Scherson

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Si bien el IFFR no tiene la fama y glamour de los grandes festivales de Cannes, Venecia o Berlín, sí es uno de los más importantes en el cine independiente y experimental, al que acuden directores, productores, actores, periodistas y amantes del cine en un ambiente coloquial. Este año, ninguna cinta chilena está incluida, no se si debido a la escasa producción el año pasado o que productores decidieron mandarla a otras competencias.


Este miércoles se inauguró en Holanda la 50a edición del Festival Internacional de Cine de Rotterdam (International Film Festival Rotterdam: IFFR). El festival tuvo este año una primera parte online en la última semana de enero, pero debido a las restricciones de público se decidió postergar el evento para junio, en la esperanza que podría haber participación de público. El año pasado hubo también una edición online, dirigida por primera vez por Vanja Kaludjercic, su actual directora y la primera mujer en ocupar este cargo.

Si bien el IFFR no tiene la fama y glamour de los grandes festivales de Cannes, Venecia o Berlín, sí es uno de los más importantes en el cine independiente y experimental, al que acuden directores, productores, actores, periodistas y amantes del cine en un ambiente coloquial.

El festival comenzó en 1971 como iniciativa personal de Huub Bals, un cinéfilo empedernido, que ya había hecho una carrera en distribución de cine y organizado un par de festivales en Utrecht, su ciudad natal. Pero esta ciudad no tiene el prestigio y peso en el mundo cultural holandés, así que buscó seguir su festival Film International en Rotterdam, que estaba buscando disputar el puesto de centro intelectual a Amsterdam y la Haya.

La idea principal del festival era dar oportunidad a desconocidos jóvenes realizadores de cine independiente especialmente de regiones alejadas de los centros habituales de producción cinematográfica. La segunda idea era que fuera un festival por y para cineastas: realizadores, guionistas, productores y críticos, un punto de encuentro de profesionales del cine, lejos de la frivolidad de estrellas de cine y por lo mismo no debía tener carácter competitivo ni otorgar premios.

Los más importantes cineastas de vanguardia de los 70 y 80 tuvieron aquí en lugar destacado y por supuesto entre ellos el maestro Raúl Ruiz, que fue tres veces «director invitado». Ruiz ya fue invitado al segundo festival en 1973, en donde conoció a Bals y con él formaron una dupla que compartía pasión por el cine, además de la buena vida. Muchas veces discutieron qué películas traer: si no eran suficientemente buenas Ruiz decía “esta, mandémosla a Cannes”.

Para mí, el IFFR tiene un significado especial: a un par de meses de llegado a Holanda fui a la edición de 1987 y puede conversar con Ruiz, con el que puede encontrarme en las ocasiones en que vino a Rotterdam, a veces con Valeria Sarmiento.

Desde entonces he asistido a casi todas las ediciones, pudiendo así conocer, creo la casi totalidad de directores chilenos que en algún momento de su carrera pasaron por Rotterdam.

Muchos directores, especialmente de Asia, África y Latinoamérica tuvieron en Rotterdam su primera ocasión de llegar a un público mundial. Porque junto con los realizadores, muy pronto distribuidores y productores descubrieron que el festival era una mina en la que podían encontrar una veta valiosa.

Por Rotterdam han llegado, ya sea incluidos en la competencia o en alguna selección: Pablo Larraín, Alicia Scherson, Jose Luis Torres, Dominga Sotomayor, Alejandro Fernández Almendras, Niles Atallah, Theo Court, obteniendo premios que los ayudaron a entrar al circuito internacional.

A la muerte de Bals en 1988, fue creado el Fondo Hubert Bals para cumplir el propósito él tenía de descubrir y apoyar a nuevos cineastas de África, Asia, América latina, medio Oriente y algunos países de Europa del Este.

El fondo cuenta con distintos programas, para apoyar proyectos en diversas etapas de la producción de una cinta: desarrollo de script, producción y distribución.

Otro evento ligado al festival es Cinemart, que nació de formalizar los encuentros que se daban entre realizadores, productores y distribuidores durante el festival, donde a menudo cintas en progreso o proyectos de cine encontraban un productor o financista, o cintas terminadas conseguían distribución, especialmente cuando compradores de cadenas de televisión y distribuidores de cine independiente llegaron a buscar nuevos autores.

Pero IFFR decidió crear un premio, como manera de atraer a directores que buscaban distinciones en otros festivales; en 1995 se crearon las Tiger Awards: el Tigre de Rotterdam, para la primera o segunda cinta de un realizador cuya cinta se estrena en Rotterdam.

Aparte del Tigre existen diversos premios incluyendo del público, de la crítica holandesa e internacional, Big Screen: para distribución en Holanda, premios de de cortometraje y coproducción.

Este año, ninguna cinta chilena está incluida, no se si debido a la escasa producción el año pasado o que productores decidieron mandarla a otras competencias.

Alicia Scherson, que estuvo por primera vez en 2002 con un corto y luego el 2006 con Play, el 2009 con Turistas y luego Il Futuro el 2013, basado en la Novelita Lumpen de Roberto Bolaño y en la que tuvo su último rol el legendario Rutger Hauer junto a Manuela Martelli y por la que recibió el premio de crítica holandesa, finalmente en 2017 con Vida de Familia recibió para sus cintas alguna forma de apoyo del IFFR.

Alicia me comenta: «IFFR fue el festival que primero mostró un corto mío que nadie programaba, Crying Underwater y de ahí en adelante siguió apoyando cada una de mis películas. El festival toma riesgos y programan de forma entretenida, siempre están buscando la vuelta al cine y eso se agradece».

Esperemos que cintas rodadas este año podamos verla en enero del próximo año en Rotterdam.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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