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Sebastián Moreno, director del documental sobre Sergio Larraín»: «él es nuestro Premio Nobel de fotografía»: CULTURA

Sebastián Moreno, director del documental sobre Sergio Larraín»: «él es nuestro Premio Nobel de fotografía»:

Habló este viernes en una nueva edición de El Mostrador en La Clave, con Macarena Fernández y Federico Joannon. Además vinculó la película sobre el artista, que abandonó una carrera de éxito para dedicarse a una vida espiritual, con la situación actual provocada por el confinamiento, donde «estamos obligados a estar con nosotros mismos, a hacer una introspección de nuestras vidas, a asumir quiénes somos con lo que tenemos», en una cinta donde el espectador aprenderá «cómo construir una imagen, como poder darse la posibilidad de mirar de otra manera el mundo».


Sebastián Moreno habló este viernes en una nueva edición de El Mostrador en La Clave, con Macarena Fernández y Federico Joannon, sobre su última película, el documental «Sergio Larraín, el instante eterno».

La cinta está centrada en la figura del fotógrafo homónimo, el único fotógrafo chileno y primer latinoamericano en formar parte de la Agencia Magnum. Nacido en 1931 en el seno de una familia acomodada, alcanzó la cima de su carrera en los años 60 y luego salió de escena en un retiro espiritual a la Región de Coquimbo, donde falleció en 2012.

El documentalista habló sobre las dificultades que debió enfrentar para realizar el film, que se puede ver online hasta el domingo.

«Hay una pasión que mueve y lo lleva a uno a buscar proyectos como este, que nadie me lo pidió. Nadie te encarga una película como esta. Para mí la pregunta sobre el retiro de Larraín de la fotografía fue un detonante que me hizo iniciar la búsqueda de esta historia. Hay que decir que al principio me dijeron que estaba loco, que no iba a encontrar nada, que con Magnum era imposible, que la familia no hablaba. En fin, puros ‘no’. Entonces la actitud inicial fue ‘bueno, lo que encontremos va a ser bueno, y va a ser un regalo’, con mucho desprendimiento. Y es así como empezamos a entrar de a poquito, primero con la hija, y de ahí se fueron abriendo otras puertas que nos permitieron ir llegando a la intimidad, a los secretos familiares», relató.


Connotación mundial

Moreno destacó el interés que ha generado la película. Incluso una promoción que hubo al inicio, que incluía una serie de negativos de Larraín, se agotó rápidamente, relató.

«Larraín fue un hombre que alcanzó la fama y llegó a la cumbre de la fotografía documental a finales de los años 50 y su trabajo posteriormente comenzó a ser muy valorado, por especialistas del mundo fotográfico. Hay que pensar que Larraín hizo un reportaje sobre la mafia siciliana en un momento en que era muy peligroso acercarse a esa gente, y eso le da una connotación mundial. Luego sus imágenes, por el tipo de encuadre que hacía, eran muy vanguardistas para la época y eso era muy valorado».

A pesar de eso, dijo, en Sergio Larraín siempre habitó «una pulsión espiritual que tiene que ver con la búsqueda del sentido de la vida, de que para encontrarse hay que perderse, que hay que salir del lugar confortable, del lugar conocido».

«Hay que pensar también  que Larraín venía de una de las familias más importantes de este país, la familia Larraín Echenique, y digo importante por su influencia en la cultura, el arte y la arquitectura de este país, y la beneficencia social. El papá de Sergio Larraín es el creador del Museo Precolombino y la mamá de Sergio Larraín es, junto al parte Hurtado, la creadora de muchos hogares para niños y niñas que vivían en las calles abandonados. Es una familia que permeó la sociedad chilena, que tuvo mucha influencia».

El escape

Larraín hijo, como fotógrafo, lo que hizo fue escapar de eso.

«Escapa de la fama, del éxito y termina viviendo como un campesino en un pueblito que se llama Tulahuén, al interior de Ovalle, en la Cuarta Región, y es ahí donde él desaparece y ya no quiere dar más entrevistas, y de alguna manera se retira del mundo como lo conocemos, de la vorágine, del éxito, del desarrollo, y decide enclaustrarse y vivir como un monje», contó Moreno.

Agregó que Larraín regresó a Chile entre 1961 y 1962, se casó y nació su primera hija, Gregoria.

«Ahí ya comienza a distanciarse del matrimonio, se separa de su mujer, y empieza la búsqueda espiritual con Claudio Naranjo. Con Claudio Naranjo empieza a experimentar con LSD, con drogas alucinógenas, y en un momento Sergio Larraín le escribe una carta a Claudio Naranjo, que en ese momento vivía en Berkley, en California, y le dice, ‘no busques más, deja todo y vente, encontré al maestro’. Y ese maestro era Óscar Ichazo, un gurú boliviano que venía llegando de Afganistán con técnica sufi, y él junto a Naranjo y Sergio Larraín, y otra gente, crean el Grupo Arica, que fue un grupo fundacional para el New Age en Chile. Mientras estaban ocurriendo las revoluciones políticas de la Unidad Popular, ellos estaban en la revolución espiritual, experimentando todos los límites para poder llegar a otros niveles de conciencia. Entonces ya en los 70 Larraín estaba en un retiro, en una búsqueda espiritual. Después se va a Viña del Mar, vive ahí un tiempo, y hasta que encuentra este lugar en Ovalle, en Tulahuén. Tenía dos casas. Podríamos decir que a principios de los años 80 se instala en Tualahuén. Pasó prácticamente 34, 40 años en la Cuarta Región».

Descubrimiento

Un descubrimiento de la investigación para la cinta fue que Larraín nunca abandonó la fotografía.

«Encontré unas cartas donde él contaba a amigos y familiares que a los sesenta y tantos años había decidido volver a Valparaíso a tomar fotos en el lugar que creo que fue el que más disfrutó. Ahí me doy cuenta de este gran mito de que Larraín había sido un tipo muy drástico, que todo esto había ocurrido de un día para otro, y nunca fue así. Siempre hubo matices, y me quedo con este fotógrafo que también disfrutaba mucho  ir a perderse en la ciudad para encontrar imágenes que las dejó también plasmadas que podemos encontrar en los libros que se han publicado, y en la película, que muestra gran cantidad de material inédito».

«De alguna manera el descubrimiento, y eso es lo bueno de la película, es que uno vuelve a ver las fotografías de Larraín y descubre que ahí hay un código. Él está diciendo algo en cada foto. Tiene que ver con la idea que los puntos más fuertes del encuadre son los bordes, son los límites de la realidad, y él también terminó habitando esos límites, también terminó saliendo de cuadro. Es muy bonito cómo la película descifra a Sergio Larraín, su lenguaje estético, que tiene que ver con cómo él veía la vida o lo que había que hacer», señaló.

«Larraín nunca se traicionó a sí mismo, siempre hizo lo que quiso. Fue a fondo. Era muy comprometido con las decisiones que tomaba. Por lo menos eso me cuenta la gente que vivía con él, tenía un carácter más intransigente. Era muy determinado y eso también le trajo costos personales, sobre todo en sus vínculos más íntimos, familiares», admitió.

Moreno además vinculó la película con la situación actual provocada por el confinamiento, donde «estamos obligados a estar con nosotros mismos, a hacer una introspección de nuestras vidas, a asumir quiénes somos con lo que tenemos», en una cinta donde el espectador aprenderá «cómo construir una imagen, como poder darse la posibilidad de mirar de otra manera el mundo. Sergio Larraín es como nuestro Premio Nobel de Fotografía y no lo conocemos».

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