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Director de cinta sobre fotógrafo Sergio Larraín: «No ha sido suficientemente reconocido en Chile» CULTURA

Director de cinta sobre fotógrafo Sergio Larraín: «No ha sido suficientemente reconocido en Chile»

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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«Creo que Chile necesita conocer a este maestro de la imagen, su forma de mirar el mundo, porque nos da nuevas luces de qué es lo que puede pasar también a la hora de volver a hacer una imagen. Además, es muy entretenido volver a mirar ese Chile de los años 50, 60, es un viaje en el tiempo, es conocer a nuestro Premio Nobel de la Fotografía y darle el lugar que se merece», afirma Sebastián Moreno sobre el único fotógrafo chileno y primer latinoamericano en formar parte de la prestigiosa Agencia Magnum. “Sergio Larraín: El instante eterno” se estrena este viernes.


Una cinta que intenta responder la cuestión de por qué uno de los mejores fotógrafos de Chile se retiró en la cima de su éxito es Sergio Larraín: El instante eterno, el documental de Sebastián Moreno que se estrena este viernes.

¿Por qué se retiró del mundo? ¿Por qué se autoexilió? ¿Qué pasó en la vida, qué se quebró en la vida de Larraín que tuvo que apartarse a un lugar alejado de la civilización? Esas cuestiones aborda esta cinta.

Larraín (1931-2012), hijo de un renombrado arquitecto homónimo que fundó el Museo Precolombino, fue el único fotógrafo chileno y primer latinoamericano en formar parte de la prestigiosa Agencia Magnum. Realizó su carrera en la década de los 50 y 60, hasta su retiro en 1970, hacia una pequeña localidad en la Región de Coquimbo.

«Creo que Larraín no ha sido suficientemente reconocido en Chile, porque seguimos siendo muy pocos los que sabemos de su existencia, de su trabajo», afirma Moreno.

«Lo que pretende esta película es abrir al mundo en general a todas las familias chilenas, a los jóvenes que están buscando también conocer más sobre la fotografía análoga en este minuto, otros fotógrafos que están retomando sus antiguas cámaras. Pero creo que Chile necesita conocer a este maestro de la imagen, su forma de mirar el mundo, porque nos da nuevas luces de qué es lo que puede pasar también a la hora de volver a hacer una imagen. Además, es muy entretenido volver a mirar ese Chile de los años 50, 60, es un viaje en el tiempo, es conocer a nuestro Premio Nobel de la Fotografía y darle el lugar que se merece».

Un hombre consecuente

Moreno caracteriza a Larraín como un hombre que fue consecuente a lo que sintió que debía ser con su vida.

«Creo que Larraín tiene esa radicalidad que no es tan común de ver, en el sentido de tomar una decisión y no mirar atrás, en ese sentido era muy radical, no negociaba. Pero eso también habla de la fotografía que logró hacer, una fotografía de alta calidad en el registro y de un reconocimiento mundial», afirma.

«Se destacó como fotógrafo por su primera participación en Magnum y sus arriesgados reportajes como el de la mafia siciliana, donde registra a un capo de la mafia durmiendo la siesta. Eso no era normal, él era un joven de 25 años que se arriesga un poco inconscientemente a hacer estos grandes encargos», cuenta.

«Y luego él, más maduro, logra empezar a hacer un tipo de fotografías que era muy atípica para la época. Una fotografía más bien geométrica que buscaba la perfección del encuadre y donde daba lo mismo el sujeto, lo que se fotografiaba. Más importante era la composición del cuadro. Y si tenías que cortar brazos, caras para poder encuadrar mejor, no importaba. Y eso le dio un lugar en el mundo porque fue muy vanguardista a la hora de hacer esas fotografías».

Su retiro

El cineasta destaca que el retiro de Larraín fue «gradual, no fue definitivo».

«Primero se fue a Viña del Mar con su hijo pequeño y luego a Ovalle y Tulahuén. Ahí fue encontrando, en la provincia, primero el anonimato y no ser perseguido, no ser acosado y poder conversar con personas más sencillas, quizás menos vanidosas, en donde él podía ser quien quería ser», dice.

«Tiene que ver con eso, con buscar un lugar neutral, donde no hubiese expectativas sobre él. Creo que Larraín siempre vivió muy presionado de ‘el deber ser’, el ser perfecto, de alcanzar un nivel de perfección en lo que hacía y creo que eso lo saturó un poco. Arrancó de eso. Larraín no fue feliz en su infancia, por eso buscó la paz en un lugar tan apartado».

La filmación

En el marco de la película, Moreno pudo conversar y acceder a su círculo más cercano, más íntimo; sus hijos Gregoria Larraín, Juan José Larraín, sus hermanas Bárbara y Luz; amigos de época que lo acompañaban en sus viajes a Valparaíso, como Piro Luzco, un artista visual; su expareja Paz Huneeus, sus amigos íntimos de Tulahuén y Ovalle, discípulos que convivieron con él en el último periodo de su vida.

«Muchas de estas personas no querían hablar y finalmente terminan dando su testimonio. Son testimonios claves y únicos. Hay que contar que Paz Huneeus falleció dos días después de darnos la entrevista», resalta.

«Lo más difícil fue convencer a la gente de que hablara, de que este era un proyecto importante. La historia de Larraín no podía quedar bajo tierra, porque era importante conocer su historia personal y familiar para entender también su obra, sus fotografías. Y nunca imaginamos que podríamos llegar a revisar los archivos en Magnum, eso fue un desafío importante que logramos concretar, creo que ha sido uno de los objetivos de producción más difíciles de todas mis películas. Y eso lo logramos gracias a las gestiones de Claudia Barril en la producción y negociación con Magnum», concluye.

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