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Arqueóloga atacameña Jimena Cruz Mamani en Puerto de Ideas: «Los estudios han ayudado a reivindicar el saber indígena» CULTURA|CIENCIA

Arqueóloga atacameña Jimena Cruz Mamani en Puerto de Ideas: «Los estudios han ayudado a reivindicar el saber indígena»

Emilia Aparicio
Por : Emilia Aparicio Periodista El Mostrador
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Oriunda de San Pedro de Atacama, se interesó desde su niñez por los relatos de su familia y la comunidad atacameña y fue en la arqueología donde encontró un espacio para trabajar en la reivindicación e investigación del saber indígena. «La arqueología, en sus diferentes ámbitos, sin lugar a dudas es un aporte a la historia de los pueblos originarios del país. A través de ella se pueden hacer muchos aportes a nuestro pasado», comentó a El Mostrador. La arqueóloga será parte del panel del conversatorio «Diálogo entre desiertos: Las mujeres y su protagonismo en el desierto del norte de Chile», que se realizará el próximo 23 de abril en Antofagasta, en el marco de Puerto de Ideas. «Esta es una invitación a conocer el feminismo indígena desde una experiencia andina, atacameña, desde la puna», expresó.


La arqueóloga oriunda de Atacama cuenta cómo su trabajo se cruza con su historia de vida y los saberes ancestrales que le han traspasado su familia, vecinos y la comunidad atacameña. Jimena Cruz Mamani nació en San Pedro de Atacama y encontró a través de la arqueología una forma de aportar a la historia de los pueblos originarios en el norte del país, comentó en entrevista con El Mostrador.

Mamani es una de las expositoras que estará el próximo sábado 23 de abril en el Festival Puerto de Ideas Ciencia, presentando el conversatorio «Diálogo entre desiertos: Las mujeres y su protagonismo en el desierto del norte de Chile», junto con Vivian Gavilán, Lautaro Núñez y Sergio González.

«Esta es una invitación a conocer el feminismo indígena desde una experiencia andina, atacameña, desde la puna», expresó.

La arqueóloga sostuvo que en la exposición se referirá al rol de la mujer indígena atacameña en los últimos 50 años, proceso que involucra el desarrollo de su comunidad a nivel turístico, la promulgación de la Ley Indígena, entre otros sucesos que han sido el punto de partida para el rol que asumen las mujeres atacameñas en la actualidad.

Historia y comunidad

Actualmente, Jimena Cruz Mamani es estudiante del doctorado en Antropología UCN-UTA. En el ámbito académico ha colaborado con proyectos de investigación y desarrollo comunitario, donde ha abogado por valorar el conocimiento indígena y científico en igualdad. Además, es administradora de la unidad de Colecciones y Conservación del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo de San Pedro de Atacama, y fue nombrada directora asesora de la Fundación de Cultura y Turismo por la Municipalidad de San Pedro de Atacama.

Pero además de sus logros laborales, Cruz Mamani tuvo un interés y una curiosidad por los relatos y las memorias desde su niñez.

«Yo recogía esas cosas viejas que desechaban, no sé por qué algo en mi interior me llevó a ser más curiosa, siempre estaba escuchando los relatos, en la conchana (fogón) mientras mi mamá cocinaba escuchaba sus historias, sus cuentos e imaginaba esos personajes, a veces en invierno sobre los cueros de lana, ella hilaba y nos contaba cuentos y me dormía escuchándola. Con mi papá, en las noches dormíamos en el patio de la casa y me contaba historias del cielo», relató.

Sin embargo, un hecho que marcó la vida de la investigadora fue la muerte de su abuelo cuando tenía 10 años, lo que la llevó a escribir sobre él y su relación con la cocina. En la escritura encontró una forma de conservar aromas y relatos que todavía comparte con su familia. Este antecedente hizo que desde los 15 años supiera que quería trabajar con las historias que había escuchado dentro de su propia comunidad. La investigadora encontró en la arqueología un lugar relacionado completamente con su historia familiar como mujer indígena que nació y se crió en San Pedro de Atacama.

La ciencia y la cultura ancestral

«La arqueología, en sus diferentes ámbitos, sin lugar a dudas es un aporte a la historia de los pueblos originarios del país. A través de ella se pueden hacer muchos aportes a nuestro pasado», subrayó.

En definitiva, la posición que ocupa en su trabajo tiene una relevancia en la reivindicación e investigación del saber indígena.

«Como mujer indígena creo que los estudios han ayudado a reivindicar el saber indígena, muchas prácticas que tenemos hoy en día las tenían antiguamente. La oportunidad de trabajar directamente con colecciones me ha permito relacionar mi historia de vida y los relatos de mis padres con esas materialidades. Me sorprende que se mantengan sistemas de rituales, técnicas de tejidos, sistemas de medicina, cultivos, etcétera”, afirmó.

Asimismo, detalló que los sitios arqueológicos que existen son «espacios sumamente sagrados», por lo que trabajar en ellos tiene que ver con una revisión de su propia historia y la de su comunidad, pero también representa un choque entre el conocimiento científico tradicional y sus propias creencias.

«En mi niñez siempre me hablaron de los gentilares y los abuelos, a estos lugares (sitios arqueológicos) no se nos permitía ir, no podíamos llorar, ni jugar en estos lugares, ya que los abuelos (espíritus de tumbas prehispánicas) se enojan  y nos castigan. Para muchos atacameños, especialmente adultos, la arqueología significa un pasado de hombres y mujeres de mucho respeto y no intervienen estos lugares, incluso muchos adultos no visitan el museo por el respeto a los antepasados. Desde esta experiencia científica y tradicional he desarrollado mi propia forma de relacionarme con el quehacer arqueológico, donde hay límite entre mi profesión y mi tradición”, explicó la arqueóloga.

Su interés por la comunidad y las historias que la rodearon desde su niñez la llevaron a realizar la investigación “Transformaciones en la familia atacameña frente a la implementación del capitalismo en el salar de Atacama (Siglo XIX-XX)”, en donde realizó un trabajo crítico hacia el sistema capitalista de administración del periodo chileno en la población atacameña.

«Por una parte, mi trabajo abordó el proceso de chilenización de la población atacameña. Esta irrumpió bruscamente en la identidad, sistema de vida comunitaria y las relaciones transfronterizas. Los análisis históricos y etnográficos, el estudio demográfico entre finales del siglo XIX y principios del XX, me entregaron un amplio conocimiento sobre el origen de estas poblaciones, sus relaciones, sistemas económicos, ocupación geográfica, que me permitieron ir comprendiendo cómo los atacameños fueron cambiando sus sistemas de vida a medida que se insertaba el sistema capitalista», detalló.

Nueva Constitución

Sin duda, uno de los ejes de discusión en la Convención Constitucional ha sido el reconocimiento de los pueblos originarios y la falta de representación que han tenido históricamente en el Estado chileno. Frente a este proceso, Jimena Cruz Mamani es crítica con los discursos que se han generado en relación con los indígenas.

“Mucho hemos escuchado sobre el proceso de la Constitución, se ha dicho que los indígenas queremos privilegios por sobre otros chilenos. Este proceso me ha demostrado que para el Estado de Chile los indígenas seguimos siendo un atraso para su sistema europeo que heredaron de la Colonia», afirmó.

Uno de los puntos a los que se refirió Cruz Mamani fue la educación. En tal sentido, la arqueóloga habló desde su propia experiencia educacional, donde sufrió discriminación y racismo por ser indígena.

“Yo crecí en mi pueblo, un San Pedro pobre económicamente pero inmensamente rico en temas comunitarios. En esos años poco o nada le importaba a Chile esta zona. Vi y experimenté el hambre, la discriminación, me eduqué en la escuela fronteriza E-26, donde se nos permitía aprender a leer más allá de Primero Básico, ya que los niños indígenas éramos más lentos, se nos prohibían prácticas y costumbres, recalcándonos que nos civilizáramos», sostuvo.

La arqueóloga comentó que es a raíz de su experiencia y la de muchos indígenas del país que los estudios significan años de sacrificio, trabajo y ahorro.

«¿Es mucho privilegio pedirle al Estado una igualdad en educación? Es privilegio pedirle que mi hijo y los niños de la escuela ahora E-26 tengan derecho y sean libres de expresar sus prácticas”, sentenció.

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