La acusación de “copiar y pegar” en la obra que presentó este miércoles no es nueva en el caso del mandatario argentino. Sucedió con otros libros y columnas en el pasado. De lo mismo fueron acusados Pinochet y Vladimir Putin. ¿El problema? La banalización de la deshonestidad intelectual.
El presidente de Argentina, Javier Milei, presentó este miércoles en el emblemático Luna Park de Buenos Aires su más reciente libro, Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica (Editorial Planeta), en un show que incluyó una intervención del mandatario como cantante.
El lanzamiento viene precedido de una serie de polémicas. Inicialmente, iba a realizarse en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, uno de los principales eventos culturales del año en la capital trasandina.
Sin embargo, fue finalmente cancelado por el jefe de Estado, aduciendo un ambiente hostil por parte de las autoridades encargadas, a las que acusó de “kirchneristas”. Eso, pese a que, antes de ser presidente, Milei había hecho lanzamientos allí sin tener problemas.
Por otro lado, la influyente revista Noticias acusó a Milei de haber plagiado varias partes de la obra, un hecho que incluso habría afectado a dos economistas chilenos.
Se trata de dos académicos del Instituto de Economía de la UC, Verónica Mies y Raimundo Soto, con copias específicamente en al menos diez párrafos del libro Demanda por dinero: teoría, evidencia, resultados (2000). Un plagio que esta semana fue negado por el vocero de Gobierno de Argentina, Manuel Adorni.
Al ser consultados por El Mostrador, ambos economistas declinaron comentar el tema.
No fue la única polémica precedente. Este mes, otro libro suyo, El camino del libertario (2022), también de Planeta, debió ser retirado de circulación al ser publicado en España, ya que contenía datos falsos sobre su biografía.
“Javier Milei (Buenos Aires, 1970). Es el actual presidente de Argentina. Formado como economista, se graduó en la Universidad de Buenos Aires y obtuvo su doctorado en la Universidad de California”, decía la minibiografía.
Sin embargo, en realidad Milei cursó sus estudios en la privada Universidad de Belgrano, y no se doctoró en ninguna casa de estudios estadounidense. El hecho incluso obligó a la editorial a retirar los ejemplares del mercado y a pedir disculpas públicamente.
“Plagiar es apropiarse de conceptos, palabras, estilo ajeno; robar, dicho con claridad, pasar gato por liebre“, dice la crítica y académica Raquel Olea a El Mostrador.
“No se confunda con diálogo o intertextualidad entre autores, algo legítimo que hace conversar textos y reconoce influencias; en incluso en la obra de un autor o autora hay espacios de intertextualudad, y en la propia obra puede haber intertextualidad, que vendría a ser una forma de insistencia, problematización o construcción de corpus acerca de un tema, lo que es parte de la escritura, o del hacerse cargo de la necesidad de la lectura como parte del oficio, de escribir”.
“Plagiar es otra cosa, plagiar es solapado, es miserable, es engañoso. Sin embargo el plagio bien hecho puede tener el mérito de lectura detectivesca, que persigue hasta encontrar aquello que servirá a sus intereses. El plagiador es un persecutor, un ladrón y un detective simultáneamente. Un simulador. que ostenta autoria falsa. Un mentiroso”, comenta.
La biografía del presidente Javier Milei que figura en la edición española de su libro “El camino del libertario”, publicado a través del sello editorial @EdicionesDeusto, contiene datos erróneos. Pedimos sinceras disculpas por el fallo [parte 1/2]
— PlanetadeLibros Argentina 🇦🇷 (@PlanetaLibrosAr) May 10, 2024
La más reciente acusación de plagio contra Milei, sin embargo, no da cuenta de un hecho nuevo. La biografía no oficial del mandatario, El loco (2023), del periodista Juan Luis González, también de editorial Planeta, ya había señalado que el actual gobernante argentino incurrió en plagio en sus libros anteriores.
González describió que otro de sus libros, Pandenomics (Galerna, 2022) tenía extractos textuales de textos del físico español Antonio Guirao Piñera y de su colega mexicano Salvador Uribarri.
Otra de las “víctimas” de estos plagios es la funcionaria india Gita Gopinath, actual subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), que incluso se reunió con él en vista de los compromisos financieros del país trasandino con el organismo.
El plagio además alcanza a sus columnas en el diario económico argentino El Cronista. Según el DiarioAR, allí reprodujo, como si fueran propios, párrafos de sus economistas favoritos: Henry Hazlitt, Ludwig Von Mises, Friedrich Hayek y Murray Rothbard.
González además recuerda lo ocurrido cuando le pidieron a Milei escribir un prólogo para una reedición del libro 4000 años de controles de precios y salarios, un clásico de Robert Schuettinger y Eamonn F. Butler, de 1979.
“Milei hace una cosa muy llamativa, que es que hace un plagio del prólogo original. Entonces vos cuando comprás el libro prologado por Milei tenés primero el prólogo de Milei y después, pegado inmediatamente después, el prólogo original, que son dos prólogos iguales. Una cosa muy impresionante. Habla también un poco de cómo anda la cabeza de Milei”, señala González a El Mostrador.
“Esto pone en jaque seriamente la capacidad de Milei para liderar la economía, ya que parecería que la economía no sabe, pues nadie que sepa tiene que andar haciendo plagios”, dice.
Y agrega que, además de ser un delito, “le pega de lleno a su gran bandera política, que se viene a terminar con la casta que roba, y el plagio es un robo”.
Milei, sin embargo, está lejos de ser el primer político en ser acusado de plagio. En Chile está el propio ejemplo de Augusto Pinochet, que encabezó la dictadura militar entre 1973 y 1990.
Juan Cristóbal Peña, en su obra La secreta vida literaria de Augusto Pinochet (Debate, 2013), mostró la obsesión del dictador por aparentar ser un estudioso, sobre todo de geografía, geopolítica y marxismo.
Antes de llegar al poder, Pinochet escribió varios libros, todos con escasez de notas bibliográficas, entre ellos, Geopolítica, que tuvo varias reediciones durante los años de la dictadura.
En esta obra, la más famosa de todas, llegó a plagiar a su mentor, el general Gregorio Rodríguez Tascón ,“al que le debía una carrera académica”, cuenta Peña.
“Pinochet era un hombre de un intelecto limitado; siempre fue un alumno del montón“, a pesar de lo cual “hasta el día de hoy sus textos, si bien se sabe que son plagios, siguen siendo referencias para los oficiales chilenos”, comentó Peña en 2013.
Milei y Pinochet son parte de aquellos que en los últimos años han sido acusados de plagio, según un recuento de CNN.
Ellos incluyen personajes tan diversos como la expresidenta de la Cámara de Representantes de Colombia, Jennifer Arias; el presidente ruso Vladimir Putin; el expresidente mexicano Enrique Peña Nieto; el expresidente de Hungría Pál Schmitt; el otrora primer ministro de Rumania Victor Ponta; la exministra de Educación de Eslovenia Klavdija Markez; el exsecretario de Defensa de Alemania Karl-Theodor zu Guttenberg; y el exsenador de Estados Unidos John Walsh.
En el caso alemán, incluso un grupo de internautas anónimos se dedicó específicamente a buscar las obras de políticos que hubieran plagiado para lograr un grado académico, y que exponen en el sitio colaborativo VroniPlag Wiki.
Una de sus víctimas fue precisamente el exministro Zu Guttenberg, quien en 2011 debió renunciar al cargo tras las denuncias. En Alemania fue apodado el “Barón zu Googleberg”, debido a su afición por el “copy paste”.
“Plagiar es apropiarse de conceptos, palabras, estilo ajeno; robar, dicho con claridad, pasar gato por liebre“, dice la crítica y académica Raquel Olea a El Mostrador.
“No se confunda con diálogo o intertextualidad entre autores, algo legítimo que hace conversar textos y reconoce influencias; e incluso en la obra de un autor o autora hay espacios de intertextualidad, y en la propia obra puede haber intertextualidad, que vendría a ser una forma de insistencia, problematización o construcción de corpus acerca de un tema, lo que es parte de la escritura, o del hacerse cargo de la necesidad de la lectura como parte del oficio de escribir”, agrega.
“Plagiar es otra cosa, plagiar es solapado, es miserable, es engañoso. Sin embargo, el plagio bien hecho puede tener el mérito de lectura detectivesca, que persigue hasta encontrar aquello que servirá a sus intereses. El plagiador es un persecutor, un ladrón y un detective simultáneamente. Un simulador que ostenta autoría falsa. Un mentiroso”, concluye.