
Autor y el 11: “¿Cómo se da vuelta la página cuando hay gente que todavía reivindica” los crímenes?
Un nuevo libro periodístico desentierra el crucial y a menudo invisibilizado rol de las “mujeres ayudistas” durante la dictadura en Chile, un concepto acuñado por los partidos políticos para describir a aquellas que, sin militar formalmente, prestaron colaboraciones esenciales para la resistencia.
El periodista Tomás García Álvarez llegó sin querer a la historia de mujeres ayudistas. Mientras investigaba en 2018 para una biografía de Ricardo Palma Salamanca llegó a entrevistar a una mujer que aparentemente había escondido en su casa a los cuatro frentistas fugitivos, finalmente no fue así y la conversación fue descartada. Sin embargo, años después se dio cuenta que esa conversación sembró varias preguntas sobre historias de mujeres que prestaron ayuda a personas que necesitaban esconderse o escapar de la represión durante los años de la dictadura de Augusto Pinochet.
Las historias, testimonios, investigaciones, documentales, películas son herramientas fundamentales para poder recordar, analizar y dejar evidencia de los horrores que se vivieron durante la dictadura militar en Chile. A 52 años del golpe de Estado el libro “Todo lo que tenías que hacer. Mujeres ayudistas en la dictadura de Pinochet” (2025, Alquimia Ediciones) desentierra el crucial y a menudo invisibilizado rol de mujeres durante la dictadura en Chile.
La entrevista que no fue útil en su momento, le sirvió al autor como primera hebra para hilvanar una serie de siete relatos de mujeres que prestaron colaboración a militantes de partidos que estaban en contra de la dictadura.
“El término ayudista es un concepto que nace a partir de los partidos políticos, en un momento en el que se acuña una categoría para quienes no están militando en las filas del partido, pero que sí prestan cierta colaboración a las tareas o acciones que los partidos llevan adelante. Entonces la figura ayudista toma ese rol preponderante en la dictadura porque se necesitaban personas que pudieran colaborar en esa resistencia en la dictadura y que en un primer momento era sobrevivir, sobre todo cuando las cúpulas de los partidos y sus militantes tienen que pasar a la clandestinidad”, explica Tomás García.

Manos para la resistencia
A través de una profunda investigación, el autor busca dar cuenta de una historicidad del cuidado y revelar el valor humano de quienes prestaron ayuda en un periodo de censura, represión y violencia.
“Me interesaba dar cuenta de una historicidad del cuidado, por un lado, pero también de esta segunda categoría que se establecía en torno a la resistencia, o a lo que había sido la resistencia en la dictadura. Entonces decido hablar sobre las mujeres, porque sabemos que los cuidados siempre han estado endosados a la mujer, a todas las figuras femeninas y de los espacios también en la militancia. Y me interesaba también problematizar eso. Me sigue pareciendo tremenda porque permitía el refugio, la contención de toda una primera línea, podríamos decir, que estaba batallando contra la dictadura”, agrega.
A través de los siete relatos de mujeres de distintas regiones de Chile, el autor da cuenta que el rol de las mujeres ayudistas se volvió preponderante, ya que eran necesarias “manos” para la resistencia, especialmente cuando las cúpulas partidarias pasaron a la clandestinidad.
Sus acciones fueron diversas y vitales: desde el transporte de armas y documentos informativos, hasta el cuidado y refugio de perseguidos en casas de seguridad, y la ayuda para que salieran del país o se alojaran en embajadas. Lo fundamental era que su ayuda nacía de una decisión personal y una profunda convicción de que la vida era importante.
“Me importaba que las historias que pudieran contener en el libro fueran diversas y heterogéneas, que no solamente hubiera un tipo de mujer, un tipo de acción ligada a una sola posición política, sino que tuviera esos matices que le dieran mucha más profundidad y riqueza al ayudismo en Chile”, dice García.
Mirar el pasado para mirar el presente
Pese a que el autor nació después de la dictadura considera que conocer lo ocurrido durante ese periodo es “muy importante para entender nuestro presente”.
“Como país y como generación cargamos con una herida bien grande respecto a esa época. Y a mí me interesaba también relevar esta historia porque veía un valor humano tremendo en una época oscura. En la investigación no quise caer en el lugar del dolor que puede producir una época como esa. Claramente las historias están llenas de dolor, pero aquí el impulso vital era mostrar esa luz en una época horrorosa”, sostiene el autor.
En ese sentido, agrega que “es importante que cuando miramos la dictadura también ponerle atención a eso. Y no quiero con esto romantizar ni quitarle el peso de lo que ocurrió en esa época. Para nada, sino que dar cuenta de que hay distintos matices en un periodo histórico, conociendo y reconociendo todo lo que allí se vivió, reconociendo que existen muchos detenidos desaparecido, reconociendo que hoy en día todavía hay perpetradores de crímenes de lesa humanidad caminando libres por las calles aunque no lo queramos reconocer. Pero que de todas formas hubo mujeres que, anteponiéndose al horror, supieron prender una vela cuando estaba todo oscuro”.
Además, sostiene que esta exploración es crucial porque existe una “deuda a nivel institucional y estatal” en cuanto a la reparación y la no repetición de los hechos.
“Me parece tan complejo cuando hay quienes dicen que hay que dar vuelta a la página. Porque, ¿cómo se da vuelta la página cuando hay gente que todavía reivindica esa misión que fue matar y exterminar a compatriotas? Y sobre todo cuando hay quienes dicen que viviendo algo similar se tendría que repetir con todas sus consecuencias”, opina.
La desconexión de ciertos jóvenes a lo que ocurrió durante la dictadura en Chile, García lo atribuye a un problema con la educación.
“Yo creo que tiene que ver con una educación, con un acercamiento a lo que fue esa época y que las nuevas generaciones espero sean conscientes de aquello, pero a veces también las mismas redes sociales nos dicen que no. Cuando tenemos a jóvenes que creen que la extrema derecha es una alternativa, habla de la peligrosidad de ese tipo de discursos y habla también del rol que no ha asumido el Estado de educar respecto a lo que ocurrió en esa época”, agrega.
Para el autor es fundamental que el libro pueda conectar con las nuevas generaciones.
“Sabemos que quizás existe menos deseo por la lectura, pero si es que alguien se lo pilla espero pueda nutrirse de esa época desde otro lugar, con un relato más íntimo, más cercano que pueda hacer sentido”, sostiene.
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