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“El favorito de las viejas”, de Jorge Marchant Lazcano: un chileno en el “beau monde” CULTURA|OPINIÓN

“El favorito de las viejas”, de Jorge Marchant Lazcano: un chileno en el “beau monde”

José Miguel Ruiz
Por : José Miguel Ruiz Escritor, poeta y profesor de Castellano (UC). Ha publicado, entre otros libros, “El balde en el pozo” (poesía, 1994), “Cuentos de Paula y Carolina” (narrativa, 2011) y “Gramática de nuestra lengua” (2010). Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago, 1975. Primer Premio en el Concurso de Poesía de la P. Universidad Católica de Chile, 1979. Premio Municipal de Arte, Mención Literatura, de la I. Municipalidad de San Antonio (1998).
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La obra permite adentrarnos en la vida de un legendario personaje y en una Europa, París, también mítica, en un mundo que a muchos les hubiera gustado conocer, donde abundan príncipes en el exilio, condes, marquesas, duquesas, damas que no “viejas” mecenas, artistas famosos, y aquel luminoso París, en una obra que refleja a nuestra alta burguesía, el diletantismo, el esnobismo, y el “gran mundo” parisiense de entonces, en una mezcla de reivindicación del personaje, no exenta de una sutil ironía y un fino humor.


“Coge cualquiera de esas frutas –dijo el anciano derviche–. Si coges la manzana blanca será el hombre más poderoso de Bagdad; si coges la encarnada serás el más rico; si te decides por la amarilla serás el favorito de las viejas” (Cuento oriental), es uno de los epígrafes de esta novela de Jorge Marchant Lazcano. El protagonista elige la Golden delicious, que lo haría el favorito de las viejas…

La historia es la del mítico Marqués de Cuevas, Jorge Cuevas Bartholín, luego George de Cuevas, quien emigra a Europa, en una época en que pocos podían viajar. Iría en busca de fortuna y del título nobiliario de marqués (si se quedaba en Chile, aquí sería solo “Cuevitas”)… “Lo único cierto es que cuando el vapor se alejó de Valparaíso, parado en cubierta, mirando los horribles cerros, yo dije: ‘Adiós, Chile que odio, no me volverán a ver más. Ni mis huesos les dejaré’” (p. 19).

En París conocerá a Margaret Strong Rockefeller, una nieta del multimillonario norteamericano John D. Rockefeller, cuya fortuna se había hecho sobre la base de la explotación de pozos petroleros y bien le vendría un título nobiliario a la familia; la conoce en una muy exclusiva casa de modas, Maison Irfé, creación de la princesa rusa Irina Alexandrovna, sobrina del Zar de todas las Rusias, y el príncipe Félix Yusupov. En un país extranjero, la Ciudad Luz, el centro de la vida intelectual y cultural de entonces, ambos se necesitaban.

Él, del apoyo económico, y Margaret del título nobiliario que podía darle este español, descendiente de los grandes de España, según se había presentado Jorge Cuevas, un hombre de mundo, pero igualmente en Chile, “Cuevitas”; dice, recordando seguramente a Joaquín Edwards Bello: “…era como si mi lejano amigo o enemigo, el rastrero de Joaquín, me hiciera una parada de carro desde la calle Santo Domingo en Santiago de Chile: ¿Qué haces ahí, Cuevitas (como me decía, Cuevitas, ¿qué se habrá creído)” (p. 27).

Ya llegaría el momento de confesar que era chileno: “¿Había llegado la hora? ¿Se iba a cumplir ese pequeño secreto que llevaba conmigo desde Chile? Aquello que le había dicho a misiá Inés en el Teatro Municipal de la calle Agustinas: “‘Se me ocurre que voy a ser rico’. Apenas conocía a Margaret Strong Rockefeller desde un par de días. Y ni siquiera sabía quién era el famoso abuelo” (p, 44). La primera parte de esta novela, o nouvelle (por su breve extensión), pero no “novelita”, o esto solo aceptable en clave del tópico de modestia de autor…

Parte de la vida del Marqués se ambienta en Nueva York, lugar que visita Margaret cada cierto tiempo para visitar a su abuelo Rockefeller, pero el protagonista tiene ese no sé qué (que conocen las personas del gran mundo, que no es el de quien escribe este artículo) que se desprende de fragmentos como este: “Si se me permite un secreto muy personal, éramos muchísimo más sociables y lo pasábamos mucho mejor cuando desde Chile aparecía la Pila Subercaseaux” (p. 75), refiriéndose a su más bien aburrida permanencia en Nueva York con Margaret.

Lo que falta allí es complicidad, en definitiva, amor; lo que abunda, dinero. Van al teatro, a la ópera, pocas veces al “Biógrafo”… La revelación del ballet, que da el real sentido de vida al Marqués de Cuevas. Con él viene también a Chile en 1956. Y llega a su vida, alguien que provoca en él una fuerte conmoción (tal vez aquí sutilmente se insinúa la homosexualidad del Marqués), algo así como un joven en aquellas vacaciones del profesor Haschenbach en la Muerte en Venecia: “A fin de cuentas, mi destino vino desde mis propias raíces, porque en Chile también existía realeza. Algo inimaginable, desproporcionado, pero ahí lo tenía enfrente de mí, de cuerpo presente. (…)” (p. 93). “Raymundo Larraín Valdés (…) El muchacho tenía ciertamente la apostura que ningún Borbón lograría jamás. Era mejor que Yusupov y que el Zar de todas las Rusias. Podría haber sido el galán ideal para la Gran Duquesa Anastasia” (p. 94).

Una novela que nos pone en contacto con este legendario personaje de nuestra vida social y cultural de la primera mitad del siglo XX. Tiempo en que París estaba en el horizonte de nuestra aristocracia y la de quienes aspiraban a pertenecer al “beau monde”. Una incursión en la interioridad y exterioridad de quien no aceptó la “mediocridad” que percibía en su país, viviendo en la calle Santo Domingo abajo de la capital, y partió hacia Europa, a cumplir su sueño de ser rico y parte del “beau monde”. Chile le “quedaba chico” a Jorge Cuevas Bartholín, París lo esperaba con un título nobiliario, el Marqués de Cuevas, descendiente de un grande de España.

Una maravillosa novela breve que nos permite adentrarnos en la vida de un legendario personaje y en una Europa, París, también mítica, en un mundo que a muchos les hubiera gustado conocer, donde abundan príncipes en el exilio, condes, marquesas, duquesas, damas que no “viejas” mecenas, artistas famosos, y aquel luminoso París, en una obra que refleja a nuestra alta burguesía, el diletantismo, el esnobismo, y el “gran mundo” parisiense de entonces, en una mezcla de reivindicación del personaje, no exenta de una sutil ironía y un fino humor: “¿Qué haces ahí, Cuevitas, en el centro del ‘beau monde’…?”, de “…el rastrero de Joaquín” (Edwards Bello).

Ficha técnica:

“El Favorito de las viejas. Una novelita sobre el Marqués de Cuevas”, Jorge Marchant Lazcano, Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2022, 106 páginas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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