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“Crónica del suicidio de mi mejor amigo” de Franco Scianca: una historia de amistad y el abismo CULTURA|OPINIÓN

“Crónica del suicidio de mi mejor amigo” de Franco Scianca: una historia de amistad y el abismo

José Miguel Ruiz
Por : José Miguel Ruiz Escritor, poeta y profesor de Castellano (UC). Ha publicado, entre otros libros, “El balde en el pozo” (poesía, 1994), “Cuentos de Paula y Carolina” (narrativa, 2011) y “Gramática de nuestra lengua” (2010). Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago, 1975. Primer Premio en el Concurso de Poesía de la P. Universidad Católica de Chile, 1979. Premio Municipal de Arte, Mención Literatura, de la I. Municipalidad de San Antonio (1998).
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Un libro de raíces profundas en la amistad, y que pasa por la influencias de la familia, cercanías y lejanías, adicciones, la soledad, la depresión y la bipolaridad, a lo que estas pueden conducir; un viaje a esos “estados del alma”, de la mente, donde el sentimiento de culpa –aunque infundado en esta realidad, pero muy cierto en Franco, el que vive– por la muerte del amigo y otras causas, nos lleva a pasear por el borde del abismo, mirando hacia abajo, al fondo, aunque hacia arriba pueda esperar esa misma mirada el cielo azul y otra vez espléndido…


Dos amigos, ambos llamados Franco. Uno, el narrador en primera persona, mantendrá su nombre en el relato; el otro, será Rojo, “por el color rojizo-anaranjado de su pelo”, y para no confundirlos en el desarrollo de la historia.

Este último trabaja en una conocida universidad; es el director de “Ciencias del Deporte”, carrera que introdujo en la malla curricular a partir de un máster FIFA, realizado en Europa, por influencias familiares.

Rojo llama a Franco para invitarlo a venir a su casa y “tirar algo a la parrilla”; en el fondo, quería conversar con este: “Te quería contar algunas cosas… cosas que me han pasado últimamente”; Franco, por su trabajo como periodista, crítico de cine, debe escribir unas columnas y grabarlas para la radio, no puede acudir esta vez, además tiene un compromiso con su pareja, Pía. Rojo sufre de una “depresión endógena” y al día siguiente de esta llamada, se suicida (ya lo adelanta el título de la novela, crónica, docuficción, o como mejor se clasifique el relato). Aquí está ya planteado el tema que desencadena un conflicto mayor en la vida de Franco.

Editorial Forja – Siendo Francos

Los sentimientos de culpa lo van cercando, aprisionándolo, llevándolo a desencadenar o “gatillar” sus propios conflictos. Comienza una odisea exterior e interior. Las drogas, el alcohol, y el conflicto que no desaparece; la culpa que atenaza; las recriminaciones al amigo muerto, recriminaciones desde la amistad, esa forma también del amor, por no haber avisado, por lo que hizo: lanzarse de un edificio, habiendo preparado –conjetura– su muerte, el suicidio, hecho que apareció en la prensa, pues Rojo era hijo de un destacado comunicador de radio y televisión, el Comentarista Deportivo (así llamado en esta historia, enraizada en la realidad).

El dolor por Rojo; el resentimiento porque la familia de Rojo tampoco lo consideró para el momento de la cremación de este, lo que aumenta la pena, mezclada con rabia, con ese sentimiento que va desde el amor al más duro reproche. En el fondo, “no te perdono que te hayas ido así. Yo pude hacer algo más. No pensaste en mí, ni en tu familia. Creías que te ibas sin más, pero el dolor nos lo dejaste a nosotros…”, algo así pudo haber pensado el narrador en su tormentosa interioridad.

Nada qué hacer. La muerte no tiene retorno. Ni los muertos responden. Mis quejas rebotan y se vuelven contra mí. El alcohol, las drogas, el sexo furtivo como “fuga”, o la pareja fiel, Pía, que también va abandonando porque tampoco puede hacer más. La vida sigue, al borde del abismo, el vértigo… Esta novela bucea en esas profundidades del dolor y de la autodestrucción, de culpas y no respuestas. La familia que apoya. La comunidad terapéutica, el apartamiento, el recomenzar, el reestructurarse, el duro camino del que sabe que la única salida es el cambio radical; lo otro, el total derrumbe. La búsqueda de una salida. El tiempo que pasa. Lo que viene, quizás la luz, quizás el nuevo y luminoso día…

Un libro que difícilmente se deja de seguir, cuya historia “fluye”, inquietando, envolviendo, atrapando; con un lenguaje coloquial, como asomarse al lenguaje de los protagonistas, adultos jóvenes del sector oriente de Santiago; un lenguaje sin concesiones; con escenas “fuertes”; con sexo no propiamente insinuado, consumo de alcohol, en fin, la “noche oscura o vacía” de la existencia. Uno que deja la palabra a ambos amigos, intercalándose en ocasiones los narradores.

Citamos, Rojo: “¿Qué onda mi psiquiatra? Me cae mal el conchesumadre. Quiere hacerme creer que la depresión es mi culpa. ¿Sabes lo que me dijo la otra vez. Me dijo: ‘El dolor es inevitable y el sufrimiento es opcional’, como si yo tuviera control de la situación. Puta, la frase para el bronce… […] ¿Tú crees que es un asunto de voluntad? La voluntad, la voluntad, la voluntad. Ese es el problema. La depresión carcome la voluntad. En fin, Franco, así están las cosas. Como puedes escuchar, nada de bien, compadre” […] “A veces siento que estoy cagado, huevón, como condenado de por vida. No tengo la capacidad de ser feliz”.

Franco, en la comunidad terapéutica: “La Dani dice lo que ya sabemos. Lo que nos han dicho una otra vez en esta casona. Dice que siempre seremos adictos, que la adicción es una enfermedad crónica, que uno no se mejora nunca, que la única manera de tenerla controlada es manteniéndose sobrio y ‘limpio’. Por eso, dice, tenemos que cuidarnos y estar alertas. Siempre. Evitar los lugares de consumo. Dice, por ejemplo, que ojalá los alcohólicos no vayamos a fiestas ni a cumpleaños ni a matrimonios ni a eventos masivos, al menos no por un tiempo, y que ni siquiera intentemos acercarnos a las botillerías o a los pasillos de los supermercados donde venden trago”.

Un libro de raíces profundas en la amistad, y que pasa por la influencias de la familia, cercanías y lejanías, adicciones, la soledad, la depresión y la bipolaridad, a lo que estas pueden conducir; un viaje a esos “estados del alma”, de la mente, donde el sentimiento de culpa –aunque infundado en esta realidad, pero muy cierto en Franco, el que vive– por la muerte del amigo y otras causas, nos lleva a pasear por el borde del abismo, mirando hacia abajo, al fondo, aunque hacia arriba pueda esperar esa misma mirada el cielo azul y otra vez espléndido…

Ficha técnica

“Siendo Francos. Crónica del suicidio de mi mejor amigo”, Franco Scianca, Editorial Forja, mayo de 2023, 145 páginas. Esta novela fue ganadora de Fondo Literario “Escrituras de la Memoria 2019”).

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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