
Obra “Chilean electric”: ¿Qué significa “memoria”?
La piensa personal y colectiva, argumentando sobre experiencias personales y políticas, buscando dotar de sentido a las mismas. Este ejercicio semiótico es, a mis ojos, el mejor aporte (entre otros) del montaje, en la medida que releva preguntas necesarias tanto respecto de lo que significa.
La memoria suele ser un tema recurrente en el trabajo artístico y teatral. Es necesaria y contundente como tópico y, sobre todo, habla de una necesidad del país, una necesidad que trasciende generaciones y que supone la búsqueda de algo que se pierde con los años y que resulta valioso.
En esta línea de trabajo se encuentra “Chilean electric”, obra que se encuentra en funciones en la sala Patricio Bunster de Matucana 100.
El texto, de Nona Fernández, se construye a partir de la metáfora de la luz como un movimiento metonímico hacia la memoria, hacia reconstruir las historias a partir de la ficción y del relato, a partir del habla como acontecimiento que determina los recuerdos y, sobre todo, la evaluación (personal y social) de los mismos; de este modo, la memoria no es solo aquello que alumbra los eventos humanos, sino que también, es la forma en que los construimos.
Las actuaciones del montaje, se sostienen fuertemente en la narración, lo cual también determina el ritmo de la obra y su ideario de mundo. El relato se construye como una forma de actuar y, aunque a momentos el recurso se torna algo repetitivo, las tensiones y distensiones de los intérpretes, permiten que la obra tenga un buen ritmo y continuidad creciente, de manera que se logra generar un arco dramático bien cohesionado. En este sentido, actores y actrices, llevan a cabo un buen trabajo a lo largo de todo el minutaje de la escena.
La dirección de Francisco Albornoz es eficiente en todo momento, puesto que con elementos precisos y bien pensados, articula el desarrollo de la acción y solventa el modo de permitir que los diálogos emerjan de forma natura, en el fondo, a partir de un tipo de texto no necesariamente construido para la escena, logra darle acción y potencia escénica al mismo. Además, el uso de diversos elementos (música, voces, coros, etc) dan agilidad a la escena y promueven bien el desarrollo de la acción.
Evidentemente, el diseño integral aquí juega un papel central y Catalina Devia fundamenta el mismo, con elementos igualmente precisos, también aporta al desarrollo de la acción, permitiendo el diálogo de dichos elementos con las actuaciones, misma situación que transcurre con el diseño lumínico de Andrés Poirot (ejecutado por Javiera Cayupán), el cual dota de diversos matices a las distintas escenas.
El diseño sonoro de Aníbal Gutiérrez y Felipe Valenzuela también permite que el ejercicio escénico fluya, lejos de ser intrusivo, produce los ambientes necesarios para que los textos y acciones se movilicen en virtud de las necesidades del montaje.
“Chilean electric”, es una obra que piensa la memoria personal y colectiva, argumentando sobre experiencias personales y políticas, buscando dotar de sentido a las mismas, este ejercicio semiótico es, a mis ojos, el mejor aporte (entre otros) del montaje, en la medida que releva preguntas necesarias tanto respecto de lo que significa la memoria, como de lo que hacemos con ella.
Coordenadas:
Sala Patricio Bunster, Matucana 100.
Funciones:
02 al 18 del 10.
Ficha artística:
Director: Francisco Albornoz | Dramaturgia: Francisco Albornoz a partir de la novela homónima de Nona Fernández | Elenco: María Jesús Marcone, Constanza Rojas, Felipe Valenzuela y Aníbal Gutiérrez | Diseño Lumínico: Andres Poirot | Diseño Integral: Catalina Devia | Operación Lumínica: Javiera Cayupan | Producción: Joaquín Galleguillos | Universo sonoro: Aníbal Gutiérrez y Felipe Valenzuela | Fotografías: Maglio Pérez – Vicente Prieto Zuckermann | Co-producción de Espacio Checoslovaquia.
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