CULTURA|OPINIÓN
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Treinta años son, a veces, nada: Eterna Inocencia en Chile
El histórico paso de la banda argentina por Santiago fue una celebración intergeneracional donde se mezclaron el punk, la emoción y la memoria. Con Tenemos Explosivos como invitados, la noche reafirmó los lazos entre dos escenas que entienden la música como un acto de resistencia y humanidad.
Érase unos jovencitos en Burzaco, Argentina, con la ilusión de cantar y expresar lo que sentían en aquellos años de “Punkypatín”, partiendo con un “Let’s start the Sunrise Together”. Así comenzaba una de las historias más hermosas jamás contadas. Hermanos de vida, se ganaron el amor de sus amigos y del público, hasta convertirse en la banda más influyente del punk melódico latinoamericano.
Ya no son tan jóvenes, pero conservan ese espíritu rebelde, con una mente madura y un corazón que late a todas las edades. Eterna Inocencia celebró sus 30 años en Chile con un show que fue pura emoción y memoria compartida. Con un Teatro Caupolicán a todo reventar, Transistor se encargó de la producción del show, que fue impecable.
La relación con nuestro país viene de lejos, de tiempos en que no existía internet masivo y todo era puro DIY y pasión. Así, a pulso, rompieron fronteras y unieron generaciones.
Esta histórica celebración tuvo cabida para un invitado de lujo: Tenemos Explosivos, una de las bandas más importantes del hardcore y géneros afines en Chile. Además, viven un gran presente: hace poco llenaron Sala Metrónomo y, en la misma semana del show, abrieron para Linkin Park.
Con cuatro discos bajo el brazo, el aclamado por la prensa especializada Corta Calles marcó la tónica de su presentación: madurez, energía y una conexión total con el público.
Tenemos Explosivos comparte con Eterna Inocencia una profunda sensibilidad, aunque con matices distintos. Son las letras las que construyen el verdadero puente: textos que invitan a cantar con el corazón en la mano, que hablan de memoria histórica, de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, de la crítica al poder y la alienación contemporánea. También de lo íntimo: el duelo, la pérdida, la identidad y la condición humana en tiempos de crisis.
Las letras son dantescas, no por grandilocuencia, sino porque descienden a los círculos más oscuros de la historia chilena y del alma humana. Con músicos de trayectoria, la banda se consolida como una de las de mayor presente y proyección del género.
Simplemente, Tenemos Explosivos. Y la gente estalló.
En palabras de Guille, vocalista de la banda, tocar en la toma de la Universidad de Chile el año 2011 fue uno de los grandes hitos de Eterna Inocencia, una muestra de la consecuencia y conexión con Chile que ha marcado su historia.
Eterna Inocencia es como el eje.
El eje punk.
Una experiencia que hay que vivir para entenderla: familias, generaciones y memorias unidas por una misma voz.
Eterna Inocencia es esa banda que te acompaña, que te enseña a perdonar, a soltar y a sanar. Una curita para el corazón.
Una conexión con lo más profundo del yo.
Transformar las tristezas en canciones. En cosas que te inspiran.
El perdón como sanación.
Eterna Inocencia es ese amigo que llega a tu vida para impulsarte a perdonarte y seguir.
De la adolescencia a la adultez, nos ha acompañado.
Liberación. Catarsis.
Nos deja nuevamente, y un emocionado y electrizado Teatro Caupolicán los despide.
El corazón latiendo fuerte, una vez más.
Cantando más alto que la banda en “Vamos mi vida”.
Así se despedía nuevamente el eje punk.
Menos IA y más EI:
Eterna Inocencia, inteligencia del corazón.
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