“La mujer de la fila” como invitación a interpelar nuestra mirada sobre los otros
La historia real en la que se basa esta película es en la de Andrea Casamento- representada por Natalia Oreiro-, mujer de clase media porteña cuyo hijo de 18 años queda preso en un penal de máxima seguridad, por un presunto robo de tres empanadas en uno de los barrios más acomodados de Buenos Aires.
“La Mujer de la fila” (2025), película argentina realizada por Benjamín Ávila y protagonizada Natalia Oreiro, que cuenta con la presencia de Amparo Noguera, actualmente se puede ver en Netflix. En un contexto donde la producción cinematográfica transandina es sumamente hostil dada la retirada del Estado argentino en materia de financiamiento y políticas culturales, este estreno abona a considerar que toda película en la que prime la experimentación artística e invite a pensarnos en relación con los otros, es un convite imprescindible que debería tener respaldo del Estado.
La historia real en la que se basa esta película es en la de Andrea Casamento- representada por Natalia Oreiro- mujer de clase media porteña que un día por una dosis de azar e impunidad, se enfrenta a un escenario ajeno al que se espera para cualquier familia de clase media acomodada, ocurre que su hijo de 18 años quedará preso en un penal de máxima seguridad por un presunto robo de tres empanadas en uno de los barrios más acomodados de Buenos Aires.
Sin afán de contar el final de la historia, ese muchacho luego de seis meses de encierro quedará libre de toda culpa. A partir de esta experiencia, Andrea Casamento, en el año 2008 fundó la Asociación Civil de Familiares de Detenidos (ACiFaD) y al día de hoy forma parte del Subcomité de prevención de la tortura en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Cabe aclarar al potencial espectador que esta síntesis de los hechos será el disparador inicial sobre el cual el director trabajará sin el afán de realizar una representación ajustada a los hechos históricos. “La mujer de la fila” es una experiencia cinematográfica que invita a conmoverse, reflexionar y empatizar con mujeres que, por diversas historias de vida, transitan la experiencia de acompañar a un ser querido que cumple una condena privado de su libertad.
El relato visibiliza y pone en el centro de la escena, fuera de cualquier valoración que cierre sentidos unívocos, a este grupo de mujeres.
En este contexto, la propuesta se corre de cualquier forma de representación estereotipada y predecible. A través de Andrea transitaremos el recorrido, hostil, burocrático y humillante, que debe hacer para llegar a reunirse con su hijo. Sin embargo, la fila funciona como metáfora en tanto espacio de lazo y encuentro con otras mujeres que cada vez serán menos lejanas del universo que Andrea encarna. Cabe aclarar que muchas de ellas no son actrices, sino, “mujeres de filas reales”.
En esa construcción del espacio (físico y simbólico) la sala de visitas dará protagonismo al encuentro, el diálogo y el disfrute donde lo humano- a través de todo el relato- cobrará un lugar protagónico por medio de una síntesis visual y sonora muy bien lograda.
Y es allí que este modo de representar humaniza entre murmullos y un crisol de rostros, un espacio al que muchas otras películas tratan bajo la mera lógica del suspenso policial sin ningún otro matiz. “La mujer de la fila” propone un relato abierto que invita a interpelarnos sobre la variedad de prejuicios naturalizados sin ningún cierre moralizante y es allí en donde radica su riqueza poética.
Natalia Oreiro realiza una composición actoral muy bien lograda que transita todos los matices ante lo inédito y descarnado de la situación que debe enfrentar. También merece ser destacado el trabajo de Amparo Noguera, “La 22”, un personaje que arma con Andrea un lazo de amistad en medio de la burocracia carcelaria y abona a abrir horizontes, cuestionar y encontrarse desde una mirada conmovedora en un lugar donde pareciera muy difícil que primen estos matices. Y es allí que se logra mostrar el modo en que ambas van entretejiéndose y así se potencia el devenir de la historia.
“La mujer de la fila” es una propuesta estética que trabaja con profundidad y respeto sobre cada uno de sus personajes y circunstancias. La potencia narrativa y visual invita a detenernos sobre nuestros propios modos de ver cuando el otro puede ser alguien que a primera vista nos resulta lejano y desconocido. Desde esta perspectiva, la invitación a transitar matices y a interpelar nuestro modos de ver, queda hecha.
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